viernes. 29.03.2024

Aumenta la desigualdad

Todo parece indicar que la Unión Europea ya no es un proyecto social: está parasitada por los poderes económicos que tienen las instituciones secuestradas y puestas a su servicio...

En Italia el 7% de las familias vive en la miseria y el 13% gana menos de 990 euros al mes; en sólo dos años se duplicó la tasa de los que admiten pasar privaciones. En Reino Unido, en los seis largos años de crisis, el número de personas que precisa ayuda de instituciones benéficas se multiplicó por veinte. En Grecia está el 27% de la población en paro, el 35% al borde de la pobreza y la exclusión mientras el 30% de la gente no tiene acceso a la sanidad pública. España retrocedió tres lustros en bienestar y renta respecto a la media europea; el número de personas atendidas por Cáritas pasó de 370 mil a 1.3 millones; es el segundo país europeo en el que más creció la desigualdad desde 2007. Aun podemos aportar más datos: el 26% de la población activa está en el paro; murieron más de 200 mil empresas; es el país europeo en el que más bajaron los salarios; dos millones de familias no tienen ningun ingreso, y los más jóvenes y preparados emigran para intentar conseguir un futuro mejor. Un estudio publicado por Eurostat advierte que el grado de bienestar de España está ahora mucho más lejos de la media europea (un 92%) y no parece que, a corto plazo, deje de menguar.

Todo parece indicar que la Unión Europea ya no es un proyecto social: está parasitada por los poderes económicos que tienen las instituciones secuestradas y puestas a su servicio. Ante la crisis global, que ellos mismos provocaron, los omnipotentes mercados impusieron sus recetas aconómicas, que facilitaron la socialización de las pérdidas (pagamos con nuestro dinero las deudas de los bancos) e hicieron juegos malabares con la prima de riesgo y otros indicadores para justificar el saqueo de las arcas públicas, la laminación del Estado de bienestar y la suspensión de los derechos laborales y civiles. La clase politica fue cómplice de estas actuaciones: está invadida de "caballos de Troya" que trabajan al servicio del capital, sin reparar en el grave daño y en el terrible sufrimiento que provocan en capas cada vez más amplias de la población. Muchas personas de clase media, que vivían sin quebrantos ni inseguridades hace seis años, ahora aprietan el cinturón y tienen cada vez más dificultades para llegar a fin de mes. Resulta aterradora esta caída masiva en el desamparo; es preocupante observar la intensidad y la rapidez de este empobrecimiento general.

Las medidas políticas impuestas desde el poder fueron siempre en la misma dirección: salvar y apoyar los poderosos y empobrecer a los pobres. En vez de aplicar una fiscalidad progresiva -de manera que los que más tienen sean los que más contribuyan a la recuperación global- y perseguir a los grandes defraudadores (el 94% de las empresas del Ibex que evade impuestos en paraísos fiscales), aplicaron el austericidio: castigos rigurosos sobre los trabajadores, los enfermos y los pensionistas. "He pedido mucho a los españoles, pero el tiempo se lo devolverá con creces", dijo Rajoy en una reciente comparecencia. Pero es que, para mucha gente, ya no hay tiempo. Las graves dificultades económicas de las familias y la falta de perspectivas de futuro están provocando situaciones de auténtica desesperación. La desigualdad destruye la cohesión social, es corrosiva: "corrompe a las sociedades desde dentro", decía Tony Judt. La política está desprestigiada y la democracia, como mejor forma de gobierno, está siendo cuestionada.

Joaquín Estefanía recordaba en un artículo que las medidas impuestas por la troika, que subestimó el tremendo impacto de la austeridad en la vida de la gente, se basaron en un informe del FMI que, tiempo después, se demostró que tenía graves errores metodológicos. Pero hay un debate abierto: hay que saber si las recetas aplicadas estuvieron equivocadas (fueron errores) o si son sencillamente falsas (manipulación ideológica). Es muy probable que los impulsores de estas medidas no hayan tenido en cuenta las consecuencias del austericidio (paro, empobrecimiento masivo, mortandad de empresas ...) ya que tenían claro el objetivo: "favorecer una determinada agenda, favorable a una distribución regresiva de la renta y la riqueza".

También señala Vicenç Navarro en un artículo que las enormes desiguadades de España "están basadas en la excesiva influencia de la banca y la gran patronal sobre el Estado; su abusivo poder sobre el Estado es la principal causa de la pérdida de legitimidad de la democracia". También recuerda que el 20% de la gente más rica posee más renta que el 60% de la población: ese 20% es el que domina la vida política y mediática en el país. Hay que darle la vuelta a esta situación. Las políticas del PP están llevando a muchas familias a situaciones de desesperación. La ciudadanía tiene que ser capaz de dar una respuesta. Es preciso canalizar el descontento de la gran mayoría y revertir la situación actual. De no ser así la pobreza y la desigualdad seguirán siendo una amenaza para cada vez más personas, que ven cegado su futuro.

Aumenta la desigualdad