viernes. 29.03.2024

TTIP, el nuevo minotauro

En el principio creó Dios el cielo y la tierra… y el hombre, el capitalismo; Génesis: Capítulo 1º de Economía. Desde aquellos famosos siete días el cielo sigue ahí, tal cual, pero la tierra se colapsa. Hubiera sido más justo que en lugar de arrancarle una costilla a Adán, le hubiera quitado la cartera. Después pasó lo que pasó, Caín le birló pasta y la vida a su hermano. Miles de años más tarde, el cainismo es una religión y la cartera está en poder de los mismos.

La información y la desinformación nos avisan del Gran Mutante que se está diseñando en oscuros despachos. Le llaman TTIP y viene a ser la versión del siglo XXI de la tragedia griega de Creta, pero sin un Teseo que dé muerte al Minotauro y salga del laberinto tirando del hilo que Ariadna le tendió, liberando a los rehenes que mantenía. En la actualidad el Gran Mutante, mantiene el cuerpo de hombre, pero su cabeza ya no es de toro, ahora es un ente formado por infinitas redes: el mercado,  como bien narraba Yanis Varoufakis en su libro El Minotauro global, ahora reside en Wall Steet y en su laberinto no guarda a 7 doncellas y 7 jóvenes, como sucedía en la leyenda, sus rehenes son la globalización y el control de la riqueza por parte de los oligopolios.

Se han vuelto a filtrar noticias: Greenpeace Holanda ha accedido a documentos que avalan las presiones que EEUU ejerce sobre la UE tratando de rebajar la regulación europea en varias materias y cerrar, por fin, el acuerdo de libre comercio entre ambos continentes. Bruselas y los lobbies, salen al paso restando importancia a las filtraciones y dicen que no afectarán a las negociaciones. Seamos claros y pongamos a cada cual en su lugar. Una vieja ley americana de los años 30 discrimina a las multinacionales foráneas. Es la denominada Buy American, un símbolo proteccionista de EE UU que incluso da poderes de intervención militar en el exterior en caso de daño a sus intereses empresariales. Nadie espera que sea derogada en el Congreso americano. El español Ignacio García Bercero, Jefe de la delegación de la Unión
Europea en las negociaciones ha sido claro: "No podremos cerrar el TTIP sin acceso al mercado norteamericano. La situación actual discrimina a nuestras empresas".

La globalización es la coartada del gran mutante para vencer voluntades. Así lo repiten como un mantra, sin embargo nada dicen de la redistribución, que queda oculta entre mil engaños. El siglo XXI no puede basarse en la mentira de los últimos 300 años, donde las rentas del capital crecen exponencialmente a costa de las rentas del trabajo. La brecha se acrecienta con el paso del tiempo y es preciso frenar ese Minotauro global que nos atenaza. Dejen que les hable, sólo unos trazos, de Karl Marx, Thomas Piketti y John M. Keynes, y quizás comprendan la importancia de lo que se está fraguando entre oscuros despachos, a espaldas de los ciudadanos y sin la transparencia que demanda la sociedad global.

Marx advertía, sin paliativos, en el Capítulo III de El Capital, los males que acarreaba el capitalismo salvaje que incrementaba exponencialmente las rentas del capital y arrojaba a la clase trabajadora a la miseria y esclavitud. Keynes asistió a Bretton Woods, en julio de 1944, cuando se adivinaba la resolución del conflicto mundial. Durante tres semanas se diseñó el nuevo orden mundial, bajo la administración de la New Deal del presidente Roosevelt, decidida a ganar la Paz. Keynes puso talento y talante y armonizó las creencias de Marx con el Capitalismo, creía en la regulación del gobierno sobre las desviaciones indeseables. Se acordó, en contra de la furibunda oposición de los franceses y británicos, dar relevancia a Alemania y a Japón, dos países en ruina pero con una mano de obra cualificada y no conflictiva. Sustituiría a los americanos en el empuje económico global, cuando la 1ª potencia atravesara crisis deflacionistas. Ese fue el germen que consolidó en Europa la desigualdad entre los países del sur, deficitarios y una Alemania favorecida por intereses geoestratégicos. Piketti, el economista gurú, puso en solfa las teorías económicas trasnochadas, en su libro El Capital del siglo XXI, y definió la crisis actual como la confrontación entre las rentas del capital y las rentas del trabajo. Mientras las primeras crecían exponencialmente las segundas eran sometidas a la tiranía de la oferta y la demanda. En una lección magistral expone la necesidad de gravar las rentas del capital y relajar las del trabajo, en un claro proceso de redistribución entre el 10 % de la población más rica y el 90 % restante.

Nadie se atreve a discutir a Piketti al tiempo que rechazan aplicar sus planteamientos, el tiempo y la inestabilidad social pondrá de manifiesto la necesidad inapelable de aplicar la redistribución de la riqueza. Mientras esto no ocurra no deberíamos permitir que el TTIP se lleve a cabo. No es posible que los lobos decidan cuantos corderos devoran. No es posible que los oligopolios sustituyan a los parlamentos. Europa, la última frontera. 

TTIP, el nuevo minotauro