martes. 16.04.2024

Los mamporreros del poder

Cuando aterricé en este país, hablando apenas castellano, mi subconsciente me iba eligiendo las palabras y las expresiones que me caían bien o mal...

Cuando aterricé en este país, hablando apenas castellano, mi subconsciente me iba eligiendo las palabras y las expresiones que me caían bien o mal, sin conocer aún su sentido exacto o definitivo. Una de esas palabras fue “mamporrero”, la primera vez que la oí me llamó sobremanera la atención, me encantó su sonoridad, me pareció una palabra redonda, rotunda. Pregunté por su significado para colmar mi curiosidad y enriquecer mi vocabulario. La explicación me acabó de convencer y entreví de inmediato las posibilidades que ofrecía su uso alegórico.

Una de las películas que más me gustaron en mis primeros años en España es “El Cartero y Pablo Neruda”, donde la metáfora como palabra y como síntoma se entrelazan y generan inquietud a un “cartero” que busca cómo darle sentido a una vida supuestamente aburrida en una isla aislada y desatendida. Pero mira por donde, gracias al oficio de cartero, a su curiosidad y a la presencia de Neruda en esa remota isla, todo cambió de significado y juntos convirtieron lo que era monotonía, somnolencia y letargo en fuente de inspiración y de rebeldía. 

Eso me pasa con ciertas palabras, primero conquistan mi curiosidad, después averiguo lo que significan y, si su sentido me cautiva, las memorizo para, cuando toca, colocarlas donde me sean necesarias aunque sea simbólicamente.

Así, la metáfora se convierte en un recurso para darle o buscarle más de un sentido a una palabra o a una expresión. De la misma manera, la metáfora si se utiliza con mala intención y, aunque parezca inocua, puede llegar a ser inicua e inmoral. De eso se trata.

Hoy es un día de esos en que la palabra mamporrero se me ha situado entre ceja y ceja nada más leer una columna de un periódico “metafórico”. Entiendo por periódico metafórico aquel que en vez de informar se dedica a hacer lo que algún grupo o persona física o jurídica le encomienda, para enmarañar a quien interese y en lo que haga falta. Obviamente para eso hay que valer, tener oficio y sobre todo tener tino, porque, para ser mamporrero, hace falta mucho tino. Existen directores y columnistas muy expertos y muy finos en eso de atinar, porque de algo tienen que vivir.

“Me entristece contemplar la conducta de los dos sindicatos mayoritarios en el tejemaneje del erario en Andalucía, donde UGT y CCOO protagonizan hechos que, de demostrarse, son constitutivos de delito y, sobre todo, nos avergüenzan hasta el punto de considerar a sus mandatarios indignos de sus cargos”.

Lo que precede es el extracto de una columna que supuestamente se dedica a emitir opinión y, en realidad, a pronunciar juicios sumarísimos sin prueba alguna, contra las organizaciones sindicales y sus dirigentes, de manera tan burda y descarada que no resulta nada complicado comprender que lo que se pretende no es informar ni opinar, sino esparcir basura sin argumentos ni razones, atrincherados en el derecho a informar y a opinar. Aunque para ello prescindan del deber de verificar las informaciones y de opinar sobre hechos probados.

Ese es sólo un pequeño ejemplo del papel de los periódicos y de los periodistas mamporreros, de los mercenarios de la palabra que titulan una cosa y escriben otra o intentan diseminar entre líneas palabritas, expresiones y medias verdades para cumplir con el cometido encomendado. Insisto, de algo tienen que vivir.

Fijaos en  la expresión “que de demostrase” compuesta por tres palabritas en medio de la columna, casi escondidas, colocadas con el tino de un mamporrero profesional. Si pasan desapercibidas el columnista habrá conseguido su principal objetivo, esparcir mierda contra las organizaciones sindicales y sus dirigentes sin ningún argumento ni hecho probado, sin motivo aparente ni razón, pero salvando su responsabilidad ya que, dirá, las tres palabritas prueban que sólo emite una hipótesis.

Esto no ha hecho más que empezar, hay que prepararse para lo peor, porque ante el hito que supuso el éxito de la huelga de los barrenderos se han puesto nerviosos, están histéricos, hiperactivos, exigen la reforma inmediata de la ley de huelga, presentan una ley llamada de seguridad ciudadana, al tiempo que se conoce la abultada multa al colectivo gay. Mientras, Rajoy, en sus contadas comparecencias, se asoma para amenazar veladamente con que todo lo hecho hasta ahora ha sido sólo el comienzo del principio y que nadie ni nada va a parar lo que nos tiene reservado.

El éxito de la huelga de los barrenderos es un estímulo que nos ha abierto los ojos y nos ha demostrado que por más mayorías que tengan y por más voceros y mamporreros a su servicio, la iniciativa en la contienda se puede conseguir con militancia sabia, con movilización inteligente y con resistencia cívica, con organización y unidad, porque la razón está de nuestra parte.

Los mamporreros del poder