viernes. 19.04.2024

España y Marruecos: una relación que debe mejorar

El pasado fin de semana, el periódico “El País” dedicó  a Tánger la portada y nada menos que cinco páginas, editorial incluido, en su suplemento “salmón” de economía.

El interés mostrado por el rotativo entra dentro de la confirmación de la dinámica ascendente en la cobertura cuantitativa y cualitativa sobre Marruecos, cosa que actualmente ocurre con la mayoría de los medios de comunicación en España.

La aparente buena sintonía política entre los dos países, más allá del color político de los gobiernos de turno, ha contribuido sin duda a que el enfoque mediático hacía el vecino del sur sea un poco más objetivo y ecuánime, entendiendo por ecuanimidad e imparcialidad observar tanto los defectos como las virtudes.

Esta sintonía se sustenta sobre dos ejes principales. El económico, donde  los dos países se están aproximando a cuotas de complementariedad productiva y geográfica, que les convierte, de hecho, en una plataforma estratégica regional proyectada hacía los cuatros polos continentales: África, Europa, Oriente Medio y las Américas, con todo lo que supone eso ahora en una coyuntura regional e internacional de gran complejidad y de considerables desafíos.

Tánger avanza como el gran polo económico de Marruecos y representa tanto una gran oportunidad para la internalización de las compañías ibéricas como una amenaza para el negocio logístico peninsular”. Este  subtítulo de la portada del suplemento económico de “El país” no lo comparto porque los hechos y la misma envergadura del artículo/reportaje, demuestran que la complicidad económica entre ambos países, consolidada año tras año después de superar innumerables desencuentros y desavenencias, implica que el futuro  de los dos países y pueblos deba pasar necesariamente y en estos precisos momentos, por dejar de lado la utilización de términos que evocan la amenaza y la sospecha, para dejar paso a la confianza mutua. No debemos olvidar que 2016 ha sido el año donde los intercambios comerciales y económicos volvieron a superar todas las previsiones. Los indicios e indicadores consolidan esta tendencia, pero sería de ingenuidad extrema considerar que los dos países tienen superadas sus complejas divergencias y diferencias.

A pesar de ello pocos son los países  donde la colaboración en materia antiterrorista y de seguridad  no solo se basa en el intercambio de informaciones y de datos, sino que ejecutan operaciones conjuntas y simultáneas en los dos países como ocurrió últimamente en varias ciudades marroquíes y españolas,   combatiendo  la lacra del terrorismo internacional que supone una de las claras amenazas para la estabilidad mundial.

Ese es el segundo y no menos importante eje en las relaciones bilaterales; sin embargo esa consolidación de las relaciones políticas, económicas y de seguridad cojea por la parte de la cooperación y coordinación entre  los actores políticos, los  agentes sociales y los representantes de la sociedad civil de las dos orillas,  porque su seguimiento, orientación y, sobre todo, su requerimiento a los poderes políticos y económicos se hace necesario para salvaguardar los derechos de los ciudadanos frente a cualquier intento de erosionar las conquistas sociales y políticas. 

En el tejido asociativo y de las ONG  crece la cooperación e intercambio de experiencias a pesar del impacto de la crisis sobre la ayuda oficial, y a pesar de la falta de voluntad política para hacer de los interlocutores sociales verdaderos protagonistas en el avance de los derechos sociales y democráticos, entre ellos el de las personas  que huyen de zonas de conflicto y/o  de la pobreza extrema, haciendo de nuestra región una zona de tránsito, estancia y refugio.

Por otro lado, los actores  políticos más allá de los encuentros en los foros multilaterales, siguen sin compartir una agenda común que acompañe, oriente e impulse las acciones gubernamentales e institucionales.

 El intercambio económico y comercial alcanzó niveles históricos, y la colaboración y coordinación entre los agentes económicos y empresariales de los dos países va viento en popa; no obstante, la cooperación sindical a pesar de su importante contribución y su dilatada trayectoria no consigue estar a la altura de la complicidad empresarial lo cual repercute gravemente sobre las condiciones de trabajo y sobre el poder adquisitivo  de las y los trabajadores, principales baluartes del éxito de las relaciones entre España y Marruecos. 

España y Marruecos: una relación que debe mejorar