viernes. 29.03.2024

Los deslices

Atribuir la dilación del bombardeo de EEUU a un desliz del secretario de Estado John Kerry es una tomadora de pelo de mal gusto. ...

Atribuir la dilación del bombardeo de EEUU a un desliz del secretario de Estado John Kerry es una tomadora de pelo de mal gusto. Es considerar ingenua o tonta a la opinión pública mundial, es continuar con una práctica cuyos desalentadores resultados los tenemos todos al alcance de los ojos, tanto en Libia, como en Irak, Afganistán, Túnez o en Egipto, por no irnos más lejos ni en el tiempo ni en la geografía.  

Es indudable, a mí no me cabe duda alguna, que las llamadas primaveras árabes propiciaron una nueva intromisión de EEUU, provocando su involución con la ayuda y colaboración de sus asociados regionales, aliados con regímenes autoritarios o dictatoriales como lo son las monarquías del golfo, léase principalmente Arabia Saudita y Qatar, además de Jordania e Israel. El objetivo de esas primaveras era la conquista de las libertades y la democracia, desgraciadamente la historia nos demuestra que estos objetivos en zonas de expansión estratégica de los intereses americanos es hoy por hoy inviable, si la lucha de los pueblos o un cambio esencial de escenario mundial no lo remedian. Valga como muestra y recordatorio de las tropelías de EE.UU. en todos los rincones del mundo, el 40 aniversario del golpe de estado de Pinochet, llevado a cabo con el beneplácito y la ayuda de Nixon y la colaboración activa de Kissinger.

Da coraje ver cómo monarquías que pisotean los derechos más elementales de sus ciudadanos, están dispuestos a financiar la aniquilación de un país en nombre de la libertad. Es la misma hipocresía la que produce conciencias que no se inmutan ante la aniquilación sistemática de la población con armas convencionales, pero se conmueven y de qué manera, ante el uso de armas químicas. ¡Como si los muertos víctimas de un disparo o de un bombardeo fueran menos muertos o peores muertos que las víctimas de las armas químicas!

Si en Siria no han intervenido directamente todavía es porque no lo ven claro. No lo ven claro, en primer lugar, desde la perspectiva bélica, en segundo lugar, desde la perspectiva de la repercusión que pueda tener en la región y en el mundo, y en tercero desde la perspectiva de los negocios, porque todo esto no es más que un terreno abonado para grandes beneficios, para grandes “negocios” que arruinan a los pueblos y, si en este capítulo existen dudas, entonces se postergan las acciones, se modifican las alianzas y se posponen los bombardeos y las intervenciones.

El problema de las alianzas es uno de los elementos que más ha hecho recular a los EEUU, obligándoles con ello a diferir su intervención directa. Sus analistas, sobre todo los de los servicios secretos, deben de estar atónitos ante el explosivo tutti fruti en que se está convirtiendo toda la región, con asociaciones sui generis brotando por todas partes y donde un socio prefiere un escenario, un amigo prefiere otro y ellos no saben o no ven.

A pesar de ello, en el asunto de Siria no va haber borrón y cuenta nueva porque no se lo pueden permitir y porque mantener el estatus quo es inviable para todos los implicados. La situación actual provoca unas repercusiones de tal envergadura que se verán obligados a pactar y, digo bien, a pactar, a negociar, aunque sea en secreto, como ya están haciéndose entre bambalinas, a construir un compromiso que supondrá, necesariamente, el inicio del establecimiento de un nuevo orden internacional –que ya lleva tiempo fraguándose- basado en la nueva correlación de fuerzas e intereses. Todos los actores operan ya teniendo en cuenta esas nuevas condiciones y obran de manera a situarse en los mejores puestos de salida, de manera a no quedarse rezagados o fuera de juego.

Esa nueva correlación tendrá muchas consecuencias y producirá víctimas. A mi modo de ver una de las principales, sino la principal, será, a buen seguro las Naciones Unidas. No es una novedad que este organismo dejó de acometer muchas de las funciones para la que fue creada. Los importantes cambios habidos en el mundo y los que se producen a gran velocidad ante nuestros ojos, han modificado  tanto la correlación de fuerzas en su seno, como la composición de los grupos de presión con intereses afines. La representación, las estructuras y el funcionamiento de la Organización hace mucho tiempo que dejó de corresponderse con las necesidades de nuestra época. En esas condiciones es poco menos que imposible el que asuma las responsabilidades que les son inherentes.

La situación es difícil y plantea muchos dilemas, el más importante y determinante de todos es el lugar que le va a corresponder  a los pueblos, a los ciudadanos, en la configuración de ese nuevo orden internacional y cuál podrá llegar a ser su influencia en los organismos renovados de la llamada gobernanza internacional

Ni vislumbro ni creo en ninguna luz, por más arrebatos de optimismo que me puedan dar a la hora de contemplar algún que otro brote verde que parece germinar en alguno de los países de América latina. Digo esto, porque si los estados del llamado primer mundo, considerados históricamente valederos y garantes  de los mejores valores y principios universales, están devaluando esos valores y esos principios en sus propios países y en una zona tan caliente e importante y con tales repercusiones como es Oriente Medio se dedican a verlas venir o a dar palos de ciego, nos prepararemos para lo peor, y que Dios, Alá o la conciencia universal, nos coja a los ciudadanos confesados.   

Los deslices