viernes. 19.04.2024

Restañar heridas

Las heridas producidas por los resultados de una contienda electoral o política son emocionales, organizacionales e individuales.

La RAE define restañar como detener una hemorragia y también como volver a cubrir o borrar con estaño. Como se ve en ambos casos hace referencia a algo que estaba conformado de un modo y que algún acontecimiento vino a abrir estropear, o a envejecer.

Tras las últimas elecciones y los acontecimientos de ellas derivados se habla frecuentemente de cerrar heridas, recomponer el consenso, volver a estar en una posición de relevancia social. Me estoy refiriendo a los partidos políticos que no han alcanzado los resultados pretendidos y que necesitan recomponer su relación con la sociedad y con sus propios militantes además de con sus simpatizantes, si bien lo expuesto sirve para cualquier otra situación que implique controversia fuerte y división social.

Como es habitual el hecho de utilizar mucho un término o expresión no asegura que con su uso se difunda su exacto significado, más bien al contrario, suele quedar desvirtuado. Veamos: se entiende la necesidad de restañar las heridas pero..., ¿existe seguridad de que todos entiendan lo mismo cuando se habla de restañar?

Las heridas producidas por los resultados de una contienda electoral o política son emocionales, organizacionales e individuales. Estas heridas, con independencia del ámbito –individual o no- en el que se produzcan, van a implicar muchas emociones como desmotivación, desesperanza, angustia, enfado, resentimiento, deseo de venganza, falta de confianza, falta de relevancia, vivirse como inútil, etc. ¿es posible que las personas y las organizaciones se recuperen de tantas emociones negativas?

No es fácil que este panorama emocional se desvanezca. Para ello es preciso poder entender qué ha sucedido, cuál es la causa y cómo se ha llegado hasta allí. Si no se entiende qué pasó no podremos sustituir la emoción que produjo el hecho que nos afecta y generar otra diferente. Y ello necesita, en primer lugar, precisas explicaciones -no las obtenidas a través de personas, medios u organizaciones ajenas a los hechos- dadas por aquellos responsables que contribuyeron con sus decisiones a que los hechos se produjeran de un modo concreto. Esto y no otra cosa es la transparencia: explicar quién, cómo y porqué tomó una decisión que resultó importante para la vida de la persona u organización. En el caso de las organizaciones políticas resulta relevante conocer esto para no repetirlo de nuevo aunque es del todo inhabitual que ocurra.

Además de lo anterior resulta muy importante hacerse cargo de las emociones existentes en la organización y/o en las personas. Alguien con responsabilidad en lo ocurrido debe legitimar y normalizar todas las emociones. Es decir aceptar que una determinada actuación ha producido una determinada reacción emocional que, a su vez, ha llevado a la situación o acción actual. Esto legitima, da valor a esas emociones y las normaliza; a partir de este punto se genera una confianza, tranquilidad y fe en el futuro que coloca a personas y organización en el punto de partida para el cambio que se necesita.

También es preciso la asunción de responsabilidades, es decir, todas las acciones que tuvieron lugar eran responsabilidad de alguien en el ejercicio de las actividades encomendadas al puesto que desempeñaba en la organización. A ello se unirá las razones de la toma de decisiones y las consecuencias de estas.

Una vez más, no es habitual que un representante de una organización política asuma este papel de darse cuenta de lo que pasa en los otros, asuma su responsabilidad en el desarrollo de los hechos, en los resultados obtenidos y en las consecuencias para el futuro, reciba el feedback del resto de miembros de la organización. Más bien suele ocurrir que se saltan estos puntos para ir directamente al resultado que, invariablemente desde su óptica, es siempre ganador. Pase lo que pase siempre se gana!

En lugar de las posturas señaladas lo que suele ocurrir es que tras un batacazo o una pérdida importante se produzcan movimientos internos destinados a reorganizar la estructura, a generar ilusión en los de dentro y en los de fuera y, como colofón, obtener de nuevo la confianza en unas elecciones. Para ello se establece la premisa de que es imprescindible recomponer las relaciones, mediante un instrumento tan mencionado como ineficaz: desterrar los viejos odios y resentimientos generados con obstinación a lo largo del tiempo, de forma que a partir de un día concreto los antaño enemigos trabajan y confraternizan en la más bella de las armonías. No se quiere el pasado de las personas ni de la organización. Interesa el no pasado como la llave que permita entrar en el nuevo edén.

Ocurre entonces que, por mucha disposición que muestren todos, el estaño con el que se ha cubierto el objeto no es suficiente para dar un aspecto nuevo y perfecto, la vieja herida vuelve a supurar líquidos o sangre. De nuevo está abierta. Irrumpe como una fuerza que rompe toda la planificación y retrasa el logro de los objetivos. Hubiera sido mejor que de una forma transparente se hubiesen reconocido causas, hechos y consecuencias; también que los responsables de la anterior etapa que, no lo olvidemos, siguen dentro de estas organizaciones, se hicieran cargo del estado emocional del resto de miembros concediéndoles una respetabilidad que les permita cerrar las heridas y estar en disposición de recomenzar.

Ahora que estamos en épocas en las que se solicitan y celebran reuniones extraordinarias para recomponer y enfocar la actividad de organizaciones políticas quizás resultaría útil que, antes que trabajar a fondo cualquier otro aspecto, se le diese una oportunidad a restañar las heridas que perviven y siguen produciendo desajustes.

Claro que para ello haría falta valentía...!

Restañar heridas