jueves. 28.03.2024

Ganar el cuatriplete progresista por la España y la Europa que queremos

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Sin la UE no hay la menor viabilidad de futuro para ninguno de sus países, ninguno, si se nos condena desnudos y desunidos a concurrir en la cancha trucada de esta globalización del capitalismo

El Barça ya no ganará el triplete … y muchos aficionados del Real Madrid se relamen de gusto creyendo que ello alivia o disimula su propio desastre. Sería lo mismo al revés. Pero bueno, esto no será más que una anécdota a olvidar.

Nada que ver con las competiciones que se iniciaron el pasado 28 de Abril y las previstas para el próximo 26 de Mayo, aunque también quienes perdieron el 28A esperan revertir su casi desastre el 26M. No, en este caso, la disputa pacífica, civilizada y democrática, del cuatriplete socio-político –Generales, Autonómicas, Municipales y Europeas- sí tiene auténtica dimensión y proyección histórica para nuestros conciudadanos, los más desfavorecidos en especial, tanto en las Españas como en las Europas.

Y es que lo que está en juego es de tal inmensidad que resulta casi imposible abarcarlo en términos de corto y medio plazo. El calibre de los retos es, nada menos, que la reconstrucción –e innovación en su caso- de un segmento social, humano, convivencial, industrial, adaptación a lo nuevo en campos clave, de cohesión territorial y equilibrio con equidad de esta España nuestra cuya mayor fuerza, riqueza y garantía de unidad es una diversidad que invita a disfrutarla juntos y en modo alguno a destruirla separados y enfrentados… Eso, dicho de modo muy sucinto, en lo tocante a los desafíos inaplazables en el plano nacional y social de proximidad, cuya urgencia y alcance emanan de una crisis devastadora para las clases trabajadoras y populares y una gestión macroeconómica de la misma empeñada en hacer irreversible una sociedad basada en la desigualdad, la injusticia, la resignación, la quiebra de la paz social y civil y el miedo a vivir, incluso.

La naturaleza de nuestros desafíos nacionales es indivisible del mucho más amplio y complejo que se llama Europa, Unión Europea más exactamente, cuyo Parlamento supranacional vamos a configurar con nuestro voto también el 26 de Mayo. Porque la UE es un proyecto histórico inconcluso. Tiene sólidos fundamentos y notables paredes maestras, pero aún no se cerró el techo y esta situación de intemperie es muy peligrosa por cuanto se moja o daña toda la casa cuando llueve y también porque por ahí se cuelan salteadores que vienen a robar o a desestabilizar la UE. El metafórico techo es la falta de una Europa política e institucional democráticas, federal, social, fiscal, de defensa y seguridad, de recepción e integración urgente de los imprescindibles flujos migratorios, de políticas medioambientales, etc, comunes y culminadas. Los salteadores y desestabilizadores metafóricos serían, por abreviar, dos sátrapas –Putin y Trump- altamente representativos de este capitalismo con fuerte vocación autoritaria (la mirada de China sobre la UE tiene mucho en común pero es más sofisticada y de mayor alcance que las otras dos), que no disimulan su estrategia de debilitar la UE, hasta disolverla si pudieran, por obvios afanes de hegemonía en el marco de una globalización que hace de la competitividad una finalidad en sí misma al margen de su utilidad y viabilidad y rechaza la cooperación universal como mejor método de prever y superar desastres. Estas potencias ven en la UE, no sólo un gran competidor en el plano económico y comercial, sino también un peligroso ejemplo de democracia, libertades, derechos humanos, etc., que, pese a todo, humanizan la vida y corrigen la natural propensión del capitalismo al lucro sin límites y sin cortapisas sociales, legales o institucionales democráticas. No es por casualidad, en consecuencia, que el intervencionismo grosero de esas potencias en y contra la UE se haga a través de títeres populistas, de extrema derecha más bien, con fuerte impronta xenófoba y antidemocrática. El nombre y camuflaje de esos títeres es tan estridente, incluyendo los nuestros propios, que no dedico ni una línea a reseñarlos. Cerrar el paso a esos títeres siniestros en la UE, minimizar al máximo su presencia en el Parlamento Europeo e impedir que hagan de éste un altavoz y un espacio de bloqueo para desprestigiar y, si pudieran, iniciar desde la más democrática institución de la UE el desmontaje de la misma … es lo que hay en juego en Europa el 26 de Mayo.

La apuesta de progreso y consenso que ha hecho la mayoría española el 28 de Abril al dar su apoyo al socialismo democrático y a otras opciones progresistas, para no frustrarse debe tener su correlato en las instituciones autonómicas, en los ayuntamientos, en un acelerón político y socio-económico progresista de la UE, que haga olvidar cuanto antes las absurdas ortodoxias neoliberales que, al cercenar la cohesión social y humanista de la Unión, son altamente corrosivas de su credibilidad y viabilidad democráticas. Y hay que ganar ese cuatriplete con una altura de miras de alcance histórico. Cortoplacistas y electoreros huecos, abstenerse. Compete a las fuerzas progresistas llevar la iniciativa, por su naturaleza, vocación –y votos, espero- pero deben hacerlo sin sectarismos estériles, sin la suicida tentación de pensar que la mitad más uno de la sociedad se va a imponer mecánicamente, autoritariamente, al resto … La envergadura de los desafíos es tal que a enfrentarlos y a ganarlos están convocadas no sólo las izquierdas al uso sino también los sectores social-liberales centrados, las derechas realmente democráticas y con mirada larga, (España, Europa, el planeta si me apuran, o son habitables para todos o no lo serán para casi nadie). A esa diversidad de expresiones debemos intentar incorporar a este esfuerzo, con respeto a su identidad y a sus matices sobre cómo mejor abordarlo para ganarlo.

No les oculto mi inquietud por el estado de las derechas con vocación democrática en nuestro país –PP, Cs-. Creo que deben repensarse a sí mismas, regenerarse en serio, reconstruirse en cuestiones clave, desde el liderazgo al discurso moral y programático, creer en Abel y desterrar a Caín… Para realizar esas tareas ineludibles les vendrá muy bien un periodo largo de oposición, compatible con el ejercicio de espacios de poder local o regional y con el compromiso de servir lealmente el interés público y general de España –y no dedicarse a dejarla tuerta aunque ellos devengan ciegos, como hacen de vez en cuando- y a culminar en su integralidad una potente Unión Europea que nos evite entonar el “sin ti no soy nada” a cada uno de los países que la integramos. Porque sin la UE no hay la menor viabilidad de futuro para ninguno de sus países, ninguno, si se nos condena desnudos y desunidos a concurrir en la cancha trucada de esta globalización del capitalismo.

Quien crea que exagero que se dé un garbeo por el Reino Unido de la Gran Bretaña, para comprobar el colapso y el terror al futuro que ha provocado aquel derroche de frivolidad y de mentiras groseras con el que ganaron los extremistas de derecha antieuropeos el referéndum minoritario del “brexit”.

Ganar el cuatriplete progresista por la España y la Europa que queremos