viernes. 29.03.2024

La soledad del sindicalismo

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El sindicalismo ha sido el elemento referente de los intereses de la clase trabajadora. La lucha sindical en el mundo y en nuestro país ha sido el principal instrumento por el cual las personas trabajadoras han logrado mejorar sus condiciones laborales y sociales y a la vez ha conseguido que se instauraran en el conjunto de la sociedad mejores cotas de bienestar social para el conjunto de la ciudadanía.

Esto es fácilmente reconocible en la historia reciente de nuestro país. Ya bajo la dictadura el movimiento obrero, especialmente alrededor del movimiento sociopolítico representado por las nacientes Comisiones Obreras, fue la punta de lanza, junto al movimiento estudiantil y vecinal, en la lucha no sólo por los derechos e intereses de la clase trabajadora sino en la lucha  por la consecución de la democracia. La democracia plena no es concebible sin el papel de la clase obrera. Baste un ejemplo para demostrarlo, la espectacular y ordenada manifestación en repulsa por la matanza de los abogados de Atocha fue el punto de inflexión para vencer la resistencias existentes alrededor del gobierno Suarez para legalizar al Partido Comunista y para decidir el paso a una democracia plenamente parlamentaria y sin exclusiones.

Posteriormente no pueden entenderse las mejoras de las condiciones laborales y sociales del conjunto de los asalariados sin tener en cuenta el papel del sindicalismo confederal y de clase, que asimismo es un partícipe principal en la consecución del estado de bienestar basado en la universalización de los servicios públicos como sanidad y educación y en la regulación de los sistemas de prestaciones sociales y del sistema público de pensiones.

Es evidente que el papel y la función del sindicalismo de clase se han visto afectados de forma grave por la crisis económica y las políticas de recortes en derechos laborales sociales y sindicales derivados de las políticas de austeridad adoptadas. Pese a las dos huelgas generales planteadas contra las reformas laborales de los gobiernos de Zapatero y Rajoy el sindicalismo vio recortadas y debilitadas sus facultades de participación en la negociación colectiva, instrumento básico para centrar el conflicto social, así como el cuestionamiento radical que el gobierno del PP ha hecho de la concertación social a la que ha privado de jugar el papel predominante que había ostentado en otros períodos recientes de nuestra democracia.

Ahora cuando se vislumbra un inicio de recuperación el sindicalismo de CCOO ha decidido no perder el tiempo en lamerse las heridas recibidas, sino que se ha planteado un profundo debate interno para readaptarse y así hacer frente en las mejores condiciones a la nueva situación y relanzar la ofensiva necesaria para la recuperación y actualización de los derechos laborales, sociales y sindicales cuestionados en la época de la crisis económica.

Bajo el planteamiento titulado  “Repensar el sindicato” ha hecho un amplio debate para adaptarse a una situación que nunca será la existente con anterioridad a la crisis. Debatir sobre la historia y las raíces del sindicato para plantearse como afrontar la nueva situación profundamente diferenciada a la previa a la crisis.

Ello lleva a la necesidad de plantearse los profundos cambios que han transformado al conjunto de la clase que ha perdido en uniformidad y ha ganado en pluralidad de situaciones. Se trata de hacer frente con un planteamiento general, abarcador, conjunto a la pluralidad de situaciones que componen la actual realidad de la clase trabajadora en su globalidad. La diferenciación de condiciones entre trabajadores fabriles y de servicios, de los trabajadores fijos, de los fijos pobres, de los precarios, de los parados, de los autónomos, de hombres y mujeres, de los jóvenes, de los inmigrantes, etc. de la multiplicidad de situaciones que se dan en el conjunto de la clase. Y para ello se trata de intentar que el sindicato sea de nuevo útil para todos ellos. Y ello comporta nuevas formas de trabajar, de relacionarse con trabajadores y trabajadoras, con otros segmentos de la sociedad como los jóvenes no trabajadores, etc. Fomentar y potenciar la información, la participación y la decisión de la afiliación. Pero también establecer y renovar alianzas con otros agentes políticos y sociales en pos de una transformación de la sociedad en un sentido progresista.

No podemos obviar que en la actualidad política la búsqueda de aliados políticos para el cambio es difícil y el sindicalismo de clase y confederal se encuentra en una situación de fuerte soledad. Porque sin duda la situación del conjunto de las fuerzas políticas de centro-izquierda y de izquierda alternativa es complicada y la relación con el sindicalismo difícil sea por el giro a la derecha que parece confirmarse en el PSOE, con quien ya en otras ocasiones el movimiento sindical ha tenido confrontaciones y enfrentamiento, como con el conjunto de las nuevas fuerzas de la izquierda alternativa, donde sí existen aliados tradicionales del movimiento sindical, especialmente en algunas autonomías, pero también existe en gran parte de la nueva política un sentimiento asindical o antisindical entre sus componentes que cabe esperar que con su maduración política se pueda subsanar.

Es evidente que una parte importante de los nuevos componentes políticos surgen como una reacción frente a la crisis, donde importantes sectores de clases medias, que no provienen de la clase trabajadora,  ven frustradas sus expectativas de vida y de futuro lo que les lleva a una cierta radicalidad de posiciones frente al proceso de “proletarización” a que han sido sometidas. Es evidente que una gran parte ellas no tenían vinculación ni con la clase trabajadora ni con sus organizaciones a las que muchos de ellos ven también como responsables de su actual situación.

El sindicalismo deberá sin duda recorrer en el presente un camino duro y previsiblemente en solitario, pero como hemos visto en CCOO, se han hecho esfuerzos importantes para renovarse y adaptarse a la nueva situación para reafirmar la lucha de forma renovada, tanto por mejorar las condiciones y derechos de sus representados, como para tender la mano a cuantos deseen no solo regenerar el país sino conducirlo por senderos de mayor progreso y participación laboral y ciudadana. Y junto a ello reforzar y hacer más útil al instrumento de la clase trabajadora que es el sindicato y que ha sido sometido durante toda la crisis a fuertes ataques y recortes de sus derechos de representación y a una fuerte campaña de deslegitimación por parte de los poderes político y mediáticos representativos del capital especulativo dominante.

Cabe esperar que en esta lucha por un cambio social junto con otros agentes sociales, como ha ocurrido ya con las “mareas ciudadanas”, sea posible vincular cada día más a agentes políticos que busquen un mayor progreso y transformación real de la sociedad que ponga en el centro de la política la lucha por un trabajo digno y con derechos. En este sentido esperemos que la propuesta sindical por la mejora del poder adquisitivo de las pensiones que ha sido subscrita por la mayoría de las fuerzas parlamentarias a excepción del PP y C’s, sea el inicio de un camino que se pueda recorrer en común por parte del sindicalismo representativo de la clase trabajadora y las fuerzas políticas del cambio.

La soledad del sindicalismo