martes. 16.04.2024

La derecha siempre pretende dividir la clase trabajadora

Aznar-y-Rajoy-una-herencia-que-está-pasando-de-las-risas-a-lás-lágrimas...-Foto-Flickr-PP

Las derechas políticas siempre intentan enfrentar entre ellos a los diversos sectores de las clases trabajadoras para que se olviden de todo lo que les une y también de la explotación que todos juntos sufren.

Uno de los principales objetivos ideológicos de todas las derechas ha sido el de liquidar el concepto de clases sociales y el conflicto de clases. La economía "fordista" con sus grandes conglomerados industriales creaba un marco favorable para la existencia de un instinto colectivo de la clase trabajadora que a la vez favorecía su conversión en conciencia de clase. En estos momentos, una vez superada esta etapa, la clase dominante trata de evitar que se mantenga viva la conciencia colectiva de la clase trabajadora.

Desde su dominio de los aparatos ideológicos y de los medios de comunicación la hegemonía de la derecha dominante se traslada también al debate político. Las derechas políticas siempre intentan enfrentar entre ellos a los diversos sectores de las clases trabajadoras para que se olviden de todo lo que les une y también de la explotación que todos juntos sufren.

En nuestro país tenemos muchos ejemplos de estas políticas que pretenden presentar como privilegiados sectores de la clase trabajadora que tienen unas condiciones mejores que otros, y así desviar la mirada de la clase realmente privilegiada.

Recordamos como desde los gobiernos de derechas se ha satanizado al funcionariado por el hecho de tener garantizado su puesto de trabajo. En situaciones de crisis se justificaba su congelación salarial bajo el pretexto de que “ellos no sufrían por su puesto de trabajo como otros”.

También hemos oído tratar de privilegiados los trabajadores fijos, como si ellos fueran responsables de la precariedad de los no fijos. Todos hemos visto que cuando se han querido recortar las condiciones de despido de los fijos siempre se ha hecho referencia a la dualidad del mercado de trabajo como si la precariedad fuera culpa de las condiciones de trabajo de los fijos. Siempre se rehúye el hecho de que al capital le interesa el trabajo precario porque entre otros cosas, especialmente en momentos de crisis, lo beneficia para presionar a la baja las condiciones de trabajo de los trabajadores fijos. Y hemos visto como desde sectores de la derecha política como C,s se defiende un tipo único de contrato que significaría en la práctica la rebaja de las condiciones de todos los trabajadores unificándolos en la precariedad.

También en el tema de las pensiones vuelven a defender su voluntad de enfrentar los diversos colectivos de la clase trabajadora. Así hemos visto como primero se ha acusado a los pensionistas de ser los que menos han sufrido la crisis en sus pensiones. Sin valorar que las pensiones son en muchos casos reducidas en cuanto a su cuantía, y en el hecho de que en muchos casos los pensionistas han sido los que han mantenido un mínimo bienestar de muchas familias afectadas por la crisis.

Y a la vez amenazan a los futuros pensionistas planteando que sus pensiones serán peores que las de los actuales pensionistas, con lo cual crean incertidumbres sobre las pensiones futuras y parecen culpabilizar a los actuales perceptores de pensiones.

Finalmente, se ha visto con la actuación del PP en los presupuestos, tratan de separar los pensionistas en razón de la pensión que disfrutan, sin explicar que en todo caso esta es resultado de sus cotizaciones y se quiere dividirlos entre aquellos que cobran menos y los que cobran más, como si la situación de unos fuera consecuencia de la de los otros.

La derecha trata de enredar. Quieren limitar el análisis de la situación de las pensiones a ellas mismas sin entrar en la responsabilidad que se tiene desde la política de garantizar unas pensiones adecuadas y dignas, y en el hecho de que nuestro país sea de los que menos dedica en el presupuesto de pensiones en relación al PIB.

La derecha utiliza todos sus medios para tratar de crear divisiones y envidias primarias dentro de la propia clase, de hacer aparecer unos sectores como privilegiados frente a otros que están en peor situación. Parece que se quiera reducir el problema a que es entre la clase trabajadora donde se tiene que repartir la situación de las desigualdades existentes. Quieren obviar la evidencia del hecho que mientras el conjunto de las clases trabajadoras y populares han salido perjudicadas de la crisis económica los sectores más poderosos han salido beneficiados en gran medida. Y que es en esta contradicción entre la gran cantidad que ha ganado una minoría privilegiada y la gran cantidad que ha perdido la gran mayoría donde se tiene que situar la gran contradicción y la razón de la desigualdad.

Es en las políticas laborales diseñadas por la derecha donde hay la clave del problema. Empezando por la Reforma Laboral que ha recortado derechos fundamentales como el de la negociación colectiva, con la voluntad de debilitar el sindicalismo, los recortes en las condiciones laborales, la potenciación de la ocupación precaria, temporal y a tiempo parcial. Y acabando por la reforma del sistema de pensiones hecha de forma unilateral por el gobierno del PP, dando la espalda al sistema de concertación social y política creado alrededor del Pacto de Toledo, reforma unilateral que ha comportado un fuerte recorte presente y de futuro a un sistema público de pensiones que había funcionado con suficiente eficiencia hasta aquel momento.

Frente a esta voluntad de las derechas políticas, económicas y sociales hay que reivindicar y relanzar la unidad de la clase en defensa de las reivindicaciones que unen a la gran mayoría. Es en este sentido que reivindicaciones como la de las mujeres por la igualdad, y la lucha por pensiones dignas para todo el mundo ahora y en el futuro son importantes, y habría que añadir la necesidad de eliminar la reforma laboral del PP y la necesidad de un sistema fiscal progresivo necesario para garantizar un estado de bienestar suficiente con unos servicios públicos dignos y asequibles para toda la ciudadanía.

Porque no es con bonificaciones fiscales que se puede dar salida a las desigualdades sino al contrario. Con un sistema fiscal potente y con capacidad de recaudar especialmente entre los sectores más ricos y privilegiados, sobre los beneficios desorbitados de las grandes empresas, luchando a fondo contra la elusión y la evasión fiscal y dando una fuerte batalla contra la economía sumergida.

No nos podemos resignar a ser una sociedad de baja calidad resultado de un sistema económico de baja calidad y de una política de baja calidad. Debe darse la batalla para conquistar una sociedad más justa y capaz de explotar todo su potencial y para ello hace falta una amplia reacción conjunta desde la sociedad y los agentes sociales y una regeneración de la política y de unos partidos de izquierda que sepan hacer frente con la fuerza de una ideología al servicio de las clases trabajadoras en su conjunto y contra la desigualdad resultado de la actual hegemonía de la derecha. Hace falta renovación cultural y política en las fuerzas de izquierda y una clara voluntad de unidad.

Hay ejemplos a estudiar, desde el acuerdo de las izquierdas en Portugal a la experiencia del “labour” renovado de Corbyn. Lo que hace falta es voluntad y claridad de los responsables políticos de izquierda, y su conexión con el movimiento sindical confederal que les puede aportar argumentos y propuestas, que ya están elaboradas desde el conocimiento de la realidad, para nuevas políticas sociales y laborales del conjunto de las izquierdas.

La derecha siempre pretende dividir la clase trabajadora