sábado. 20.04.2024

Por fortuna, no decido

Joselito en Talavera de la Reina

No es la primera vez que reconozco mi absoluto cinismo al abordar el complejo debate que se propone sobre algún asunto delicado que el estado / gobierno debe afrontar. El ejemplo más claro de este cinismo y de mis ganas de ni siquiera saber qué pasaba o se estaba gestando, lo tuvimos en los últimos días de ETA, cuando se especulaba sobre la posibilidad de que el Estado acabara pagando un retiro a unos cuantos miembros de la cúpula a cambio del silencio de las armas. Era una posibilidad y yo tenía claro que daba gracias al cielo por no tener que enfrentarme a la toma de cualquier decisión, bien a favor o bien, en contra.

En este país se exige una respuesta firme, inmediata, inamovible y, a ser posible, violenta ante cualquier situación o problema. Es complicado encontrar a alguien que admita que le resulta imposible pronunciarse, que no tiene la información o la formación adecuadas: no, eso que tan racional, honesto y lógico resulta, nunca debe ser una opción, ni mucho menos.

Como decía Díaz Plaja, Juan Español tiene una receta para todo, una decisión fundamentada y, lo que es más importante, de obligado cumplimiento para todo el mundo salvo para él mismo, que su criterio ya le permitirá acertar con lo mejor y más correcto...para él. Los demás, pobres infelices, deben aceptar sus designios y dar gracias por su buen tino y gobierno, nada más.

Estos días se ha organizado la marimorena con la posibilidad de que el gobierno indulte a los presos del famoso -y muy aburrido - procés. Pues bien, declaro públicamente mi absoluta falta de criterio al respecto. Me parece muy bien que se respete la aplicación de la sentencia y también me resulta adecuado que el gobierno tenga margen para matizar y adaptar las sentencias al contexto social y político. ¿Equidistante? Creo que no, que lo que me pasa es que ante el problema que se ha generado en Cataluña no  se muy bien qué hacer para que todo vuelva a la senda de sensatez.

Mirar, como hacía Rajoy, hacia otro lado ha supuesto un crecimiento enorme de las posturas independentistas y tampoco creo que se pueda acceder a la celebración de un referéndum que piden los que quieren romper la baraja. Los partidos catalanes, con Convergencia  a la cabeza y abanderando el desastre total, corrupción incluida, engañaron al asegurar que la Constitución del 78 y el posterior Estatut eran suficientes. Andan tirando de la goma con la idea clara de traicionar cualquier acuerdo y seguir aleccionando, adoctrinando y mostrando una historia nacional falsa, inventada y construida a medida de aquella idea romántica que inspiraba el famoso renacimiento catalán.

Por el otro lado, el gobierno de turno tiene la difícil papeleta de recoger velas, aplacar ánimos y tratar de demostrar a la mayoría de los catalanes que España es un estado en el que puede vivir muy bien e integrarse en ese proyecto europeo, territorio todavía más confortable pero que requiere ir de la mano de ese hermano mayor.

Total que esto es un lío que hay que gestionar con cabeza, frialdad, amplitud de miras y adoptando decisiones que yo, personalmente, estoy encantado de no tener que tomar. A los forofos, les recuerdo que una cosa es predicar y otra dar trigo y que desde la barrera todos somos Joselito.

 

Por fortuna, no decido