viernes. 29.03.2024

Dos investiduras fallidas, Sánchez y Simancas

La votación de la investidura de Pedro Sánchez me ha traído a la memoria otra investidura fallida celebrada el 10 de Junio de 2003.

La votación de la investidura de Pedro Sánchez me ha traído a la memoria otra investidura fallida celebrada el 10 de Junio de 2003, que tuvo como consecuencia la celebración de nuevas elecciones en la Comunidad de Madrid.

Salvando las distancias, la presencia y representación de las fuerzas políticas, el hecho en sí es que Rafael Simancas no salió elegido cuando había una mayoría de diputados del PSOE más Izquierda Unida que le apoyaban. Dos diputados del PSOE se ausentaron y al poco tiempo se repitieron las elecciones.Desde entonces sigue gobernando el Partido Popular en la Comunidad de Madrid.

Tamayo está en Guinea Ecuatorial desde hace unos años dedicado a sus negocios y Sáez sigue trabajando en su Hospital. Las denuncias de compra de su voto por parte del Partido Popular, nunca han pasado de ahí y no se ha juzgado aquel auténtico golpe de estado que se vivió  en aquellas fechas. La bibliografía al respecto es abundante.

La conclusión que llegué entonces personalmente de por qué había ocurrido aquello fue muy sencilla.  En la negociación entre el Partido Socialista e Izquierda Unida se pusieron antes las carretas que los bueyes.

Evidentemente cada persona puede tener su explicación, más o menos conspiranoica, de lo que ocurrió. Yo me limito a dar mi opinión casi trece años después.

Conocía y conozco (dado que no se han muerto) a las personas que protagonizaron las conversaciones y negociaciones para llegar a un acuerdo. La voluntad por ambas partes era decidida y no había enfrentamientos, ni agresiones verbales ni malos entendidos.

En medio de las negociaciones un gran titular en El País decía lo siguiente:

“Izquierda Unida pide el 50% de las consejerías para apoyar la investidura de Rafael Simancas”.

Alguna expresión similar se ha escuchado hace unas pocas semanas referida a Pedro Sánchez.

Probablemente la información, digámoslo así, no era cierta del todo. Formaba parte de un proceso de negociación y en la política como en el amor hay quien dice que todo vale. Entre esas Consejerías reclamadas estaba la de Educación. Probablemente Tamayo albergara alguna ilusión de ser responsable de esa Consejería, pero lo que si estaba claro es que se veía como miembro del Consejo de Gobierno y en esa situación vio peligrar su presencia en el mismo.

A partir de ahí el conflicto se agudizó en el interior del PSOE y las consecuencias y hechos posteriores son conocidos por todos.

Sin duda pudieron existir otros factores que intervinieran en el proceso, pero desde mi punto de vista, ese hecho fue decisivo para la traición de Tamayo y Sáez.

Lo primero es la investidura, cazar el Oso.  La piel se reparte luego.  Ese principio tan simple se suele olvidar.  Reclamamos el 50% de la piel, o el 40 o el 60, da lo mismo, pero el problema es que no hemos cazado el Oso.

Podemos pensar que si esperamos a que el Oso esté más cerca, tengamos mejor disparo, o mi contribución a la caza es más decisiva,  mi recompensa será mayor.

¿Cuáles son los riesgos?. Muchos evidentemente.  El principal es que tu circunstancial socio de cacería se harte de ti y se dé media vuelta. O que el Oso que es muy listo te pille por la espalda.

Si se deroga o no una ley dañina, si se reforma o no la constitución y hasta donde, si hay o no referéndums…, si te nombran ministro de Interior o de Empleo…, todo eso viene después, en la negociación posterior.  

Todo apunta, escuchadas las intervenciones de unos y otros en la reciente sesión fallida de investidura de Pedro Sánchez,  a que el Oso se nos va a ir vivo otra vez.

A continuación recupero un escrito del 7 de Julio (San Fermín) de 2003 que escribí tratando de apelar a la sensatez de los partidos y diputados madrileños, para intentar evitar que se produjeran nuevas elecciones, por supuesto sin ningún éxito por mi parte.

!!Que gloriosos tiempos llegaron para los madrileños !!. Esperanza Aguirre, Francisco Granados, Ignacio González,  Cristina Cifuentes, etc. etc.

10 de Junio 2003.

El 10 de Junio a las 12 de la mañana se celebraba en la Plaza de Antón Martín un acto de reconciliación y consenso entre todos los madrileños. El alcalde saliente Don José María Álvarez del Manzano en un gesto que le honra, procedía a la inauguración de la escultura de Juan Genovés, en recuerdo de los Abogados y Sindicalistas asesinados en la Calle Atocha el 20 de Enero de 1976.

Dicho reconocimiento aprobado por unanimidad en el Ayuntamiento de Madrid y puesto en práctica por el Gobierno Municipal del Partido Popular, refleja bien lo que ha sido el esfuerzo permanente de todas las fuerzas políticas y sindicales de Madrid durante los últimos 25 años.

La búsqueda del acuerdo por encima de las diferencias que en algunos momentos parecían insalvables, la práctica del consenso y el pacto en casi todos los temas importantes que han ido surgiendo en el quehacer político.

La mayor parte de las leyes aprobadas por la Asamblea de Madrid lo han sido por acuerdo de todos los grupos parlamentarios en los que ha primado siempre, tanto en la época de Joaquín Leguina como en la de Alberto Ruiz Gallardón, la búsqueda de los puntos en común por encima de las lógicas discrepancias. La buena sintonía existente en estos años entre los dos presidentes de la Comunidad es un ejemplo civilizado de práctica democrática que nos enorgullece a todos los madrileños.

Sólo en los momentos en los que se ha intentado romper la normalidad democrática con mociones de censura o alimentado la ruptura de los otros grupos políticos para beneficiarse así de la debilidad del oponente político se ha alcanzado un alto grado de crispación política.

Los numerosos acuerdos sociales que se han firmado en Madrid, han sido valorados por todos como hechos importantes para conseguir el crecimiento económico y la creación de empleo y riqueza dado en nuestra Comunidad y que nos ha situado a la cabeza en nuevos puestos de trabajo, en captación de inversiones extranjeras y en acogida de inmigrantes.

Sin embargo desde ese maldito 10 de Junio toda esa cultura de diálogo entre las fuerzas políticas parece haberse venido abajo. Los hechos producidos en la Asamblea de Madrid con la no participación en la votación para la elección de su Presidente, de dos diputados electos en la candidatura del PSOE, ha desencadenado toda una serie de querellas, denuncias cruzadas de tramas inmobiliarias, insultos y palabras subidas de tono, desprecio del contrincante político y enfrentamiento brutal, que desde mi punto de vista, no conduce a ninguna parte.

Por primera vez desde que conseguimos traer la democracia a España, con el esfuerzo y la vida entre otros de los Abogados y Sindicalistas homenajeados en Antón Martín, los principales partidos políticos de nuestro país, parece que no van a ser capaces de ponerse de acuerdo en gestionar una crisis, dan por cerradas las salidas que posibilidad el Estatuto de Autonomía y el Reglamento de la Asamblea de Madrid y están dispuestos a dar por anuladas unas elecciones recientemente celebradas y convocar un nuevo proceso electoral.

Desde un punto de vista democrático esto es una barbaridad. En España no se han repetido nunca unas elecciones a los cuatro meses de celebrarse las anteriores para la misma institución en los años que llevamos de democracia. Los partidos elegidos para representarnos a los ciudadanos tienen la obligación de buscar soluciones al problema creado.

Quizás la tensión, el nerviosismo y los malos modos de las primeras semanas den la sensación de que eso es imposible. Sin embargo es totalmente posible y además necesario.

Cualquier solución institucional es factible si existe una premisa previa. La voluntad política de llegar a un acuerdo y acabar con la crispación actual que no favorece a nadie y menos a los ciudadanos de Madrid.

Soluciones institucionales existen y son varias las posibilidades que sin alterar la voluntad democrática expresada en las urnas pueden llevarse a cabo.

Para ello, en primer lugar, hay que pensar que por ganar las elecciones por un diputado o dos de diferencia una fuerza política no debe gobernar sin tener muy en cuenta a aquellos que han perdido por tan escasa diferencia. Asimismo se puede aceptar sin gran quebranto, que la Presidencia del órgano legislativo esté en manos de un grupo diferente a los que componen el gobierno. Esta ha sido una práctica habitual en otros países de nuestro entorno y es un mecanismo de equilibrio de poderes que ayuda al acuerdo por encima de la confrontación.

Se puede igualmente pensar en la existencia de un gobierno en minoría parlamentaria, que obligatoriamente tendrá que pactar con el otro o los otros grupos de la oposición, obviamente con el compromiso de los tres partidos políticos, que representan a los madrileños, de no pactar absolutamente nada con los dos diputados del grupo mixto.

Esto lleva obviamente a que nadie va a poder aplicar su programa máximo, sino que deberá realizar un esfuerzo suplementario para tener en cuenta las propuestas del oponente, que no serán tan malas cuando han tenido el apoyo de casi la mitad de los votantes.

Un primer punto de dicho acuerdo debe ser sin duda el compromiso de legislar adecuadamente en un breve plazo de tiempo para acabar con la especulación del suelo y la vivienda en Madrid y evitar cualquier punto de contacto entre actividad política y actividad urbanística. Es muy difícil pero los partidos políticos madrileños tienen esa obligación por delante.

Parece que hay unanimidad de que estamos en un momento excepcional. Tratemos de buscar salidas razonables que no lleven a tener que volver a votar con el riesgo importante de una alta abstención que no es buena para nadie.

Madrid, día de San Fermín 2003

Juan José Azcona Olóndriz

Ex coordinador general Izquierda Unida de Madrid.

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