viernes. 29.03.2024

Un golpe maestro

Ignoro de dónde ha salido la idea, quienes la han promovido, cuáles son las palancas que se han tocado y de dónde proceden los apoyos recibidos, quizá un día nos lo cuente un hispanista inglés, pero de lo que no hay duda es que lograr la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE, tres días antes de reunirse, es un golpe maestro. Una maniobra que huele a caverna, a capital, a especulación, a paraíso fiscal y a sacristía; a viejos poderes fácticos, en los que hay que incluir a la prensa.

Con ello, y para cargarse de razones, se abre en el PSOE una discusión llena de tensiones sobre la legitimidad “de los insurrectos”, de la Ejecutiva dimitida o de la vigente y mermada, sobre si hay vacío de poder o no lo hay, sobre la función de la Comisión de Garantías y la formación o no de una gestora; en definitiva sobre la interpretación de los Estatutos, pero todo ello ha de conducir a un congreso, que es lo que proponía Sánchez, aunque después de unas elecciones primarias, o a un congreso “con garantías”, como proponen sus críticos. Pero eso no es lo fundamental. Es posible que el partido se divida en dos partes o que, tras el congreso, ordinario o extraordinario, se vuelva a conjuntar, en todo caso el daño hecho al PSOE en esta coyuntura ya es irreparable, pero eso lo sabían quienes han promovido la operación, porque su objetivo no era sólo obtener la cabeza del secretario general.

Todos los indicios, así como el momento elegido, apuntan a una reacción desesperada para lograr la investidura de Rajoy, cuyo gobierno sigue siendo necesario para concluir una remodelación social que permita asegurar por largo tiempo el crecimiento del beneficio empresarial y culminar la reorganización de Europa decidida desde Berlín y Bruselas. ¡Es la lucha de clases, amigo Pedro! Lo cual indica que la crisis no ha terminado, que la precariedad laboral y la depreciación salarial no son todavía suficientes, que el Estado del bienestar se debe reducir todavía más, que las privatizaciones aún no han alcanzado su techo y que se asumen los nuevos recortes que exige la Unión Europea, porque el tope del déficit público no se ha alcanzado y la deuda externa no ha dejado de aumentar. Eso es lo que tiene por delante el nuevo gobierno, y quienes han inducido el golpe contra Pedro Sánchez esperan que lo cumpla fielmente Rajoy, con la colaboración de un PSOE debilitado, o lo que quede de él, por responsabilidad y sentido de Estado.

Quienes han urdido la operación desean evitar a toda costa un posible gobierno de tendencia levemente progresista con Podemos, y creen que el momento propicio es este, pues saben que la formación de Iglesias está en reconstrucción, por lo cual no puede convertirse en el reemplazo del PSOE, y además puede haber tocado techo electoral, a tenor de los resultados de junio.

Ante unas posibles elecciones en diciembre, el PSOE, tras la maniobra queda muy tocado, si no llega ya dividido, con lo cual Podemos, en caso de que obtuviera un buen resultado, que estaría por ver, carecería del principal socio  para formar un gobierno alternativo al del PP, lo mismo que Ciudadanos, que seguramente se inclinaría hacia la investidura de Rajoy, también por razón de Estado.

Con esta maniobra se deteriora aún más el régimen bipartidista al debilitar una de sus dos patas, pero a los inductores eso no parece preocuparles o quizá pretendan sustituir el sistema de dos partidos por el de un partido hegemónico, o en realidad, por un único partido con capacidad de gobernar, con lo cual tendríamos derecha para rato.

Un golpe maestro