jueves. 25.04.2024

El general no tiene quien le siga

Se quedará con las ganas de fusilar a veintiséis millones de españoles. Se llama Francisco Beca, fue general, pero por lo que se ve nunca dejó de ser un bárbaro ideológicamente desquiciado. Sirve a unos intereses que ni se imagina, y no tiene quien le siga. Porque él y otros setenta como él (y quizá muchos más, agazapados) sólo representan un imposible pasado. Al margen de que a algunos les venga muy bien la bulla que tratan de organizar. Que él y otros como él son franquistas jamás lo hemos dudado. Y en eso radica el enorme e imprudente error del PP de Casado y Aznar, cuando acompasa las directrices de su “argumentario” -y las soflamas sobreactuadas y mendaces- a los tópicos que le marca la extrema derecha a través de estos esperpénticos trasnochados. Un error que hábilmente supo evitar Fraga Iribarne, y que le supuso el mérito de neutralizar a la ultraderecha social gracias a la participación institucional de Alianza Popular.

Un pasado imposible en el corazón de Europa, que es donde España se encuentra, e impensable en el contexto de la alianza occidental que -aunque constituya un bloque necesariamente revisable en pro del multilateralismo que el mundo actual necesita- supone, sin embargo, una barrera contra cualquier nostalgia golpista. Esa certeza hemos de tenerla todos los demócratas (y trabajar por garantizarla), y la tiene el conjunto de nuestros militares, y hasta aquellos miembros de nuestras Fuerzas Armadas, seguro que minoritarios, que pudieran rumiar cierta afinidad con los devaneos y tentaciones en las que trabaja ese puñado de desoficiados oficiales, que viven a costa de las pensiones que les pagamos entre todos.

Por desgracia Casado y la cúpula del PP siguen derrapando en la siempre pretendida y nunca lograda marcha al centro. Porque cae precisamente en una argumentación ideológica y en unas actuaciones erráticas que, aunque responden al reclamo de un público fácil, lo que logran es reforzar las posiciones de la ultraderecha, y acercar al PP cada vez más a ese terreno. Y sacándolo de su modelo habitual, que consiste en aprovechar las expectativas creadas y consolidadas por el Estado del Bienestar para privatizar los servicios públicos, de forma que generen beneficios para determinados intereses: su modelo de la Sanidad y su modelo de la vivienda pública, de las residencias de mayores y de otros servicios… Su tatcherismo a la española que -como a la defensa de intereses le sumaron “ganancias” partidarias y personales- tantos quebraderos de cabeza judiciales les está ocasionando.

A ver si, a partir de ver las consecuencias más que lamentables de estos flirteos en el borde del abismo antisistema, el PP reacciona y se pone de veras a recuperar la senda firmemente democrática, y a ser un partido de Estado y no un aparato de agitación y propaganda. Que un puñado de votos mal ganados no valen la pena, y sólo sirven para desconcertar a la ciudadanía y para desestabilizar nuestro sistema y nuestra imagen democrática. Casado tendrá que elegir entre la frivolidad y la política, sabiendo que su frivolidad actual sólo beneficia a la ultraderecha, que siempre rondará terrenos -como se ha demostrado- inquietantes e insidiosos para nuestra Democracia.

En cuanto al rey, bastante desgracia tiene con sufrir el acoso de tan indignos corresponsales, que lo único que logran es salpicar de lodo del pasado a la Institución monárquica. No estoy de acuerdo con quienes de buena fe le instan a que responda desmarcándose de tales impresentables. No es su papel constitucional. Soy más partidario del principio de que “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Eso sí: va a tener ocasiones públicas, este mismo mes, para mostrar su respeto profundo y su sintonía con nuestro Sistema Democrático de Partidos, y con sus legítimas Instituciones. Ahí lo quiero ver, y ahí estoy seguro de que -no tiene más remedio- lo encontraremos.

El general no tiene quien le siga