jueves. 28.03.2024

¿Qué vínculos existen entre el Partido Popular y las tramas fascistas?

Un pelotón de bravucones, desde la tribuna del Parlament, gritaron desaforadamente y alzaron el brazo según la manera fascista...

Un pelotón de bravucones -la mirada torva y sucia y el hocico levantado- durante la sesión de ayer, desde la tribuna del Parlament de Catalunya, gritaron desaforadamente y alzaron el brazo según la manera fascista. A la par gritaron con voz de cazalla de garrafón el mítico «¡Viva España!», aunque no quedó constancia si se referían a la de las bayonetas o a la de las violetas imperiales.

Algún grupo debió extender la certificación de la asistencia del mencionado pelotón. Fuentes solventes del mayor crédito informan que fue el Partido Popular quien convidó a estos tipos

Sepa el lector distraído que, para asistir a una sesión parlamentaria, es preciso ser invitado expresamente por un grupo parlamentario. De manera que algún grupo debió extender la certificación de la asistencia del mencionado pelotón. Fuentes solventes del mayor crédito informan que fue el Partido Popular quien convidó a estos tipos. La cosa es gravísima por la naturaleza de los hechos y por el lugar donde se dieron.

De entrada, no hace falta que diga que sobre estos energúmenos debe caer todo el peso de la Ley. Simultáneamente debe publicitarse quiénes son y a qué banda pertenecen. No puede haber contemplaciones ante un acto tan incalificable como éste. Pero, lógicamente, hay algo más

Si se demuestra que fue el Partido Popular quién dio las credenciales -al parecer lo tiene crudo para negar la evidencia-  es rigurosamente necesario que se clarifiquen los siguientes hechos: ¿qué representante de dicho partido cursó las invitaciones? ¿con qué objetivos y cuáles fueron las condiciones? Sea quien fuere el responsable directo de todo ello, la cosa no exculparía a la presidenta del partido, la redicha Alicia Sánchez Camacho, máxima dirigente de tal organización, presidenta de su grupo parlamentario y senadora. Tal es el latifundio de su quehacer, al que salvo mejor descripción  llamaremos laticargo, adobado -¡faltaría más-- con su consiguiente latisueldo. Naturalmente, la doña debería dimitir inmediatamente. Y su partido tendría que ser más comedido a la hora de hablar impúdicamente de «regeneración democrática».

No quiero dejarme en el tintero algo relevante: ¿qué relación existe entre determinados dirigentes del Partido Popular y las tramas fascistas?

¿Qué vínculos existen entre el Partido Popular y las tramas fascistas?