viernes. 19.04.2024

La bomba demográfica. ¿Hacia dónde va la población mundial y qué se está haciendo para evitar una catástrofe?

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Aunque desde hace años se vienen multiplicando las advertencias sobre los riesgos que entraña el crecimiento constante de la población de este Planeta, lo cierto es que los partidos apenas están considerando en sus análisis estratégicos y en sus propuestas políticas de futuro los graves problemas que plantea el escenario de un Planeta superpoblado.

Este olvido de las cuestiones demográficas contrasta con la atención que tiende a prestarse en las agendas políticas a las grandes cuestiones globales. Entre ellas, principalmente, el cambio climático, las asimetrías económicas y sociales internacionales y también el peligro armamentístico, sobre todo en unos momentos marcados por la arrogancia imprevisible e incontrolable de Donald Trump, la exaltación inmadura de la élite seudomonárquica de Corea del Norte y las estrategias expansivas e intrusivas de potencias todavía fuertes, como Rusia.

Tendencias críticas de la evolución demográfica

En el año 2100 los europeos seremos 653 millones -el 5,8% de la población mundialcon un alto grado de envejecimiento, mientras que nuestros vecinos africanos serán 4.468 millones -el 39,9% del total mundial- y con una población sumamente joven

Desde hace años los demógrafos están advirtiendo sobre graves tendencias en la evolución de la población mundial y los riesgos a los que va a tener que enfrentarse la humanidad de manera inminente.

La dinámica de la población en el mundo nos ilustra sobre hechos y tendencias que son espectaculares e inquietantes, sobre todo a medida que ha ido disminuyendo la mortalidad infantil y que se ha ido prolongando la edad media de vida. Incluso en países menos desarrollados.

Hay que tener en cuenta que la cifra de mil millones de habitantes se alcanzó en este Planeta en torno al año 1820. Es decir, después de un largo período de cientos de miles de años de vida sobre la Tierra. Mientras que el segundo millar se alcanzó en 1930. Es decir, en solo 110 años. Pero, lo importante -e impresionante- es que al tercer millar de habitantes se llegó solo 35 años después, en 1965, acortándose nuevamente el período en el que se alcanzó el cuarto millar en solo diez años (1975), y otros tantos para el quinto millar. Así hasta los siete mil seiscientos millones de habitantes actuales.

Es decir, los hechos concretos -pese a las previsiones y advertencias- muestran una extraordinaria aceleración en el crecimiento de la población, que todavía no se ha frenado suficientemente y que está dando lugar -y va a dar- a graves asimetrías y tensiones de ajuste social en el panorama mundial; con hechos tan significativos como que en estos momentos tenemos dos meganaciones continentales, como la China y la India, con poblaciones en torno a mil trescientos millones de habitantes. Es decir, más que la población que tenía todo el Planeta hace ahora solo dos siglos. O que mientras en algunos Continentes la población se estanca y sufre un envejecimiento notable (y prácticamente solo crece debido a la llegada de emigrantes, dando lugar a que se alcancen edades medias de población bastante altas), en cambio en otros lugares, como en África, la población continúa creciendo exponencialmente, con edades medias por debajo de los veinticinco años (19 años en 2015).

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Perspectivas de la población mundial

Como se subraya en el último Informe sobre perspectivas de la población mundial de Naciones Unidas, la reducción de la fertilidad junto a las tendencias de desaceleración del crecimiento y el aumento de las expectativas de vida (73 años para las mujeres y 69 para los hombres en 2015) están reforzando las tendencias de envejecimiento. Lo cual va a tener impactos importantes en los servicios de salud, así como en los sistemas de pensiones y de protección social.

Pero, más allá de tales tendencias, lo verdaderamente impactante -y preocupante- son las asimetrías que se constatan en las tendencias. Así, mientras Europa verá reducida progresivamente su población, desde los 742 millones de habitantes de 2017 hasta 653 millones en 2100, en cambio África crecerá desde los 1.256 millones actuales hasta 4.468 millones en 2100. Es decir, tendrá tres veces y media más población que ahora. 

La encrucijada de Europa 

La situación de Europa resulta especialmente delicada, en la medida en que, más allá de cuál sea el grado de unidad política y cohesión social que se alcance en el horizonte previo al 2100 –un período en realidad no tan lejano−, Europa se va a ver emplazada ante circunstancias sumamente delicadas. Sobre todo, si en ese horizonte el continente africano, con una población superior a los cuatro mil millones de personas, con edades sumamente jóvenes, no logra alcanzar unas cuotas de desarrollo y de bienestar social que logren convencer a la población africana de que su continente es, también, un lugar óptimo para vivir y para que puedan prosperar con dignidad sus descendientes. Algo que no parece que sea fácil alcanzar a partir de las actuales tendencias y coordenadas de la economía actual. Lo que van a requerir, sobre todo por parte de los europeos, un compromiso muy firme para lograr propiciar las condiciones adecuadas del desarrollo económico de los países africanos, con una buena funcionalidad y dinamismo del mercado interno africano. 

El camino hacia la desoccidentalización 

Las tendencias demográficas previstas implican que la población europea y norteamericana -que actualmente representamos un 14,6% de los habitantes del Planeta, en comparación con un 59,6% de los asiáticos (es decir, mayoría absoluta) y un 16,6% de africanos- en el año 2100 habremos quedado reducidos a solo un 10,3% de la población mundial -un 5,8% los europeos-. Mientras que los africanos representarán el 39,9%, casi a la par de los asiáticos (42,7%). A su vez, los latinoamericanos habrán bajado del 8,6% actual de la población a solo el 6,3%. Y, aún sin precisar cuáles podrán ser los desequilibrios -o desajustes- en la distribución entre población y riqueza en el horizonte de 2100 -es decir, en el mundo en el que vivirán las generaciones que ya han nacido en nuestros días-, la gran interrogante es hasta qué punto será razonablemente habitable un Planeta como el nuestro, en el que se prevé que se concentrarán más de once mil millones de personas. Con muchas regiones -continentes claramente envejecidas y con una huella ecológica de los impactos del consumo que bordearán peligrosamente los lí- mites de nuestras capacidades. Y todo ello sin considerar los efectos críticos de las desigualdades.

Los efectos de las desigualdades y la persistencia de duras consecuencias sociales apuntan a un riesgo de destrucción del pacto intergeneracional que resulta básico para el futuro de los equilibrios y la paz social

Desajustes entre población, riqueza y empleo

Las circunstancias y efectos de las desigualdades y la persistencia de duras consecuencias sociales en amplias partes del Planeta es una de las principales dificultades a las que se enfrenta el futuro de nuestro Planeta. Con un problema muy grave que tiende a enquistarse, como es la persistencia de ochocientos veinte millones de hambrientos en el mundo, muy lejos del propósito fijado para 2015 en los Objetivos del Milenio a principios de siglo, que consistía en intentar reducir la población de hambrientos al 50% de lo que era en el año 2000-2001. Lo terrible, en este sentido, es que ahora nos encontramos muy lejos de los cuatrocientos diez millones (50%) que “teóricamente” se pretendía alcanzar, con unas cifras que la FAO estimaba en su Informe sobre el Estado Mundial de Alimentación de 2017 en 820 millones de hambrientos.

A lo cual hay que añadir los problemas de la crisis del empleo y los fallos sistémicos de inserción social de una parte importante de la población joven en muchos países desarrollados. Problemas que suscitan serias dificultades de ajuste societario y de equilibrio entre población, riqueza y empleo.

Todo lo cual apunta a un riesgo de destrucción del pacto intergeneracional que resulta básico para el futuro de los equilibrios y de la paz social. Pacto que ya está siendo objeto de un cuestionamiento abierto.

En definitiva, estamos ante problemas de enorme alcance, y que conciernen a cuestiones tan básicas como la ordenación de las prioridades sociales, la demanda -y suficiencia o no- de los recursos naturales, la organización de los tiempos de trabajo y ocio, la situación de los jóvenes, el papel de la mujer, la manera en la que se manifiestan las tensiones sociales y los dilemas de integración social, y las mismas facilidades o dificultades de organizar -y garantizar- la habitabilidad, la calidad de vida -sin exclusiones- y la dignidad de las personas que vivimos en este Planeta. 

La bomba demográfica. ¿Hacia dónde va la población mundial y qué se está haciendo para...