viernes. 29.03.2024

Si tenemos suerte

Hoy el perímetro de la democracia es más grande en España, hay más gente dentro, aunque algunos sienten vértigo.

El pasado sábado se constituyeron los gobiernos locales en España. Hoy unos andan felices, otros están tristes, y algunos están escandalizados. El escándalo se ha convertido en una forma de goce para una parte de nuestra sociedad. Hasta ahora muchos estaban enganchados a la arcada emocional que les produce encontrar un nuevo, o viejo, caso de corrupción en la prensa de cada día. Ahora toca escandalizarse, además, por los pactos, por la política, cuando la política se salta los rígidos marcos de las ideologías y se vuelve tan contradictoria, tan paradójica, como la vida. Y otra vez sentir la náusea moral en la garganta, notarla subir, soltarla con alivio, sentir el desprecio, la decepción y, finalmente, el vacío. Excitados, más que indignados, son muchos en nuestra sociedad los que encuentran en la náusea la forma de llenar ese vacío.

Estos días en el Congreso hablo con mis compañeros más cercanos que forman parte, como representantes de mi partido, de las comisiones que se han creado en todos los ámbitos institucionales para llegar a acuerdos y pactos con otras fuerzas políticas. No se escandalizan, describen las realidades de la política de pactos con la serenidad con la que un médico afronta una fea herida o un parto, sin desmayarse, sin aspavientos, sin sorprenderse demasiado. Hablan del concejal del nuevo partido, que exige como condición inexcusable para el pacto «cuatro millones para rescate ciudadano», pero que no sabe precisar si esos cuatro millones son todo el dinero que habrá para políticas sociales o si son cuatro millones más de los que ya hay, y por supuesto no se ha planteado ni por asomo de dónde sacarlos del presupuesto municipal. Todo eso lo descubrirán a partir de mañana, hasta ahora han trabajado sólo con emociones, mañana tendrán que hacerlo con partidas presupuestarias. Hoy el perímetro de la democracia es más grande en España, hay más gente dentro, aunque algunos sienten vértigo y se quedan fuera enganchados a la náusea.

La prensa, tan prolija y minuciosa para unas cosas, ha informado poco sobre otras. Mis compañeros me cuentan que quienes llegan en las listas de los nuevos partidos a las instituciones no son todos catedráticos de la London School of Economics, sino que se parecen a los que ya estaban, y que muchos de ellos vienen directamente del paro de larga duración, tan abundante. Y que cuando les ofrecen, como elemento del pacto, disminuir el tamaño de las administraciones, lo primero que dicen los nuevos representantes de los nuevos partidos es que no corre prisa, que hay que evaluar las necesidades, que van a necesitar equipos, que hay compañeros que no han entrado de concejales y los necesitan como asesores. Y, sin embargo, a pesar de escuchar y ver todo eso, mis compañeros apenas ironizan. Mis compañeros saben que el verdadero escándalo no está ni en la naturaleza humana ni en la naturaleza de la política, sino en otra parte, y que sólo se combate con mejores presupuestos y mejores políticas públicas. Tarde o temprano, y después de dar muchas vueltas en vano, llegaremos ahí, si tenemos suerte.

Si tenemos suerte