jueves. 28.03.2024

Mundos paralelos

ayuso despacho

“El Universo no es una única entidad, es como un árbol de infinitas ramas, continuamente desdoblándose”.
Sean Carroll. Físico del Instituto Tecnológico de California


No podemos saber cuándo el ser humano comenzó a interrogarse acerca de sí mismo, pero sí podemos suponer cómo intentó responder: se comparó con los demás seres del Universo y buscó las diferencias. La pregunta que a lo largo de la historia se ha ido -nos hemos ido- haciendo sobre qué es el ser humano, pretendía no sólo encontrar una definición acerca de sí mismo sino, principalmente, buscar su situación en el universo.

La concepción del universo ha cambiado: hemos pasado de una visión fixista y estática del cosmos a una visión evolucionista y no acabada del mismo. Como escribió Francisco José Ayala, catedrático de genética en la Universidad de California (no emparentado con el escritor granadino Francisco Ayala), exsacerdote dominico y exasesor científico del presidente Bill Clinton​: “La humanidad es un producto de la evolución biológica, si bien es un producto inacabado”. Contra los negacionistas y creacionistas, la evolución continúa, y tal vez más rápidamente que nunca, debido precisamente a la acción humana que manipula el mundo que nos rodea. En cualquier caso, algo parece evidente: si el ser humano ha sentido desde siempre la necesidad de interrogarse acerca de sí mismo es porque se sentía incapaz de comprenderse y situarse en el Universo.

Hemos llegado a un desarrollo de la humanidad en donde gran parte de la misma está dispuesta a aceptar nuevas ideologías, nuevas formas más avanzadas de civilización. La traducción y concreción finales serán la aceptación y puesta en práctica de paradigmas distintos a los actuales. La hipótesis de otros Universos nos resulta enigmática pero atractiva; no es improbable que, con el tiempo y la investigación científica, se encuentren evidencias de su existencia.

La idea de los universos paralelos no es una simple metáfora imaginativa fruto de la fantasía, se trata de una de las muchas consecuencias que se siguen de las observaciones cosmológicas De hecho, en un artículo de la revista New Scientist del pasado marzo, resultado de la investigación de un grupo de profesores de la Universidad de Hawái, se afirmaba que “científicos de la NASA hallan evidencias de que puede existir un universo paralelo donde el tiempo va hacia atrás”; una posible hipótesis de esta extraña observación era suponer que en el momento del Big Bang se había creado otro universo, “paralelo” al nuestro, en el que el tiempo tendría sentido inverso. La presencia de tales universos explicaría varios aspectos del nuestro y podría resolver cuestiones fundamentales acerca de la naturaleza del tiempo y la inteligibilidad del mundo físico. En su obra “Mundos paralelos”, Michio Kaku, prestigioso físico, experto en tecnologías de futuro y uno de los científicos de la actualidad más reconocidos a nivel mundial, en un maravilloso recorrido, nos conduce por un cosmos cuya comprensión nos fuerza a alcanzar los últimos límites de la imaginación.

Aunque vivió en la penumbra de su ceguera, Jorge Luis Borges, el escritor y poeta argentino, fue un hombre cuerdo que inventó un desorden de mundos en el orden del universo. En su obra El jardín de los senderos que se bifurcan, el jardín es la imagen incompleta del universo, una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên; en su obra anticipa la incertidumbre del entorno combinando la literatura con la forma más inteligente de conocimiento: la ciencia. Lo consigue recorriendo un laberinto temporal, una composición imaginaria en la que se hace necesario enfrentarse a varias encrucijadas a la vez; alternativas que dejan de ser alternativas cuando se opta simultáneamente por todas a un mismo tiempo, creando así diversos tiempos que se multiplican y bifurcan pues, tal y como dice, todos los desenlaces ocurren y cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones.

Como he señalado, ya desde la ciencia, ya desde la ficción imaginativa de la literatura, la hipótesis de otros Universos, paralelos o no, nos resulta enigmática pero atractiva; y desde el sensato sentido común no es una locura imaginarlos; más perplejidad nos producen otros mundos paralelos, esos mundos paralelos en los que viven los políticos con la sociedad, pues no podemos renegar de la visión que nos da el sentido común; el sentido común es una fuente privilegiada de conocimiento; renunciar a pensar y opinar con el sentido común no puede llevar más que al absurdo y a la paradoja al ver que aquellos que ha sido elegidos por el pueblo, cuando llegan al poder, piensan, actúan y viven en otro mundo paralelo y distinto al mundo en el que piensa, actúa y vive el pueblo, la sociedad que les ha elegido.

La vida con sentido común consiste en incorporar experiencias. Y la dura experiencia de estos tiempos de pandemia, con la que está cayendo, nos dice que es deleznable hacer política partidista. Los políticos no son dioses, son parte, y no la más importante, de un engranaje en el que estamos todos. Ejercer una autoridad pública supone una enorme responsabilidad en cuya gestión hay que dejar la dimensión personal y partidista para gestionar los intereses de los ciudadanos. Una cosa es que los ciudadanos les den algún poder y cedan algo de control a los políticos para gestionar sus vidas en sociedad y otra muy distinta es cederles todo cuando les votan. Los políticos no son los dueños de nuestras vidas. Es importante tener claro en cuál de los mundos paralelos se encuentran, en qué lado de la barra del “bar” están, si para servir o para ser servidos. El olfato de la experiencia y del sentido común nos está alertando, como siempre, que en uno de esos mundos paralelos están los que detentan y controlan el poder y, en el otro, los sufridos ciudadanos. Es temible y terrible el miedo que levanta la infección de “Covid-19”, pero no menos temible y terrible el racismo y el odio que está levantando; de nuevo su fea cara infecta a mucha más gente. La clase, el poder económico, como la raza, es una excelente manera de mantener a la gente separada, en mundos paralelos. Basta ver la realidad paralela de Madrid; quien ha nacido en Carabanchel, Vallecas, Canillejas u Orcasitas… no vive en el mismo universo de servicios sociales, recursos y medios que aquellos que habitan en el barrio de Salamanca, en La Finca o La Moraleja; ni actúan con el mismo universo de valores quienes han sido, o son en la actualidad, herederos políticos del franquismo o cercanos a su ideología de derechas o extrema derecha que quienes actúan en el universo de los valores solidarios de un activismo progresista, ecológico, globalizado y universal.

No se puede estar en ese mundo miserable de la política sin escrúpulos que establece sus estrategias de acoso y derribo de unos contra otros, como consigna general, donde la pandemia ocupa el último lugar en las ansias de alcanzar el poder a cualquier precio, sin importarles hundir una región entera en la miseria sanitaria gracias al extremismo de mantenerse en el poder a toda costa. Porque la situación es grave en todo el país, pero especialmente en Madrid; basta mirar las cifras y escuchar a sus sanitarios que son los que están al frente del contagio y el dolor. ¿En qué mundo paralelo se encuentra la señora Ayuso y su gobierno y el partido que la mantiene y aplaude? Como señalaba el diario El País el pasado sábado, apenas cuatro días después de la reunión que mantuvieron el presidente del Gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid, el compromiso de coordinación en la lucha contra la pandemia ha saltado por los aires y los deseos de cooperación anunciados por parte de la presidenta con solemnidad y tras “el pacto de las banderas”, como se ha calificado el acto con mucha ironía y no poco ridículo, han quedado como muchos temían en papel mojado.

La ciudadanía madrileña está asistiendo a un espectáculo inconcebible, que tiene como rehenes a los propios ciudadanos, pues ellos son las principales víctimas de una incomprensible y estúpida batalla política, gestionada por una presidenta y un gobierno autonómico ineptos

La ciudadanía madrileña está asistiendo a un espectáculo inconcebible, que tiene como rehenes a los propios ciudadanos, pues ellos son las principales víctimas de una incomprensible y estúpida batalla política, gestionada por una presidenta y un gobierno autonómico ineptos. Y de ello han dado y están dando permanentes muestras. Tienen las competencias, pero son incapaces de asumir su incompetencia; deprecian las críticas que se les hacen convirtiéndolas en persecuciones. No es cuestión de llorar sino de reconocer el error y saber perder. Por su demostrable incompetencia la señora Ayuso, en este laberinto contra el Minotauro de la pandemia, al contrario de lo que hizo Ariadna para ayudar a Teseo a salir del laberinto, ha cortado el hilo. A los necios, aunque disfracen su egolatría y sus argumentos de buena voluntad, les encanta quejarse, victimizarse; prefieren emplear el tiempo en culpar a los otros que en resolver los problemas. “Stultorum infinitus est numerus” (“el número de los necios es infinito”); aunque se ha atribuido este popular adagio durante siglos en el occidente cristiano a un versículo de la biblia (1,15 del Eclesiastés), la frase apareció en el siglo V, en la Vulgata de san Jerónimo. En la actualidad, aunque se la sigue mencionando como frase bíblica, lo cierto es que no está incluida en ninguna traducción contemporánea. Y ciertamente, contemplando el mundo en el que habitan muchos de los que gobiernan, y, en particular en Madrid, como tantos profesionales reconocen, es infinito el número de necios. Así lo manifestó Einstein al afirmar que “dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana; y no estoy seguro sobre el universo”. El necio es como aquel que no pudiendo caminar porque se pisa la barba, se corta los pies. Lo malo de la necedad es que sus consecuencias no son necesariamente cómicas, sino que pueden ser trágicas. Así como los muertos no saben que están muertos, lo mismo les pasa a los necios.

La tarea de la filosofía no consiste tanto en demostrar la verdad que proporciona el sentido común sino en explicar cómo la conocemos. La visión que da la lógica del sentido común proporciona conocimientos de certeza; nos libera de ese escepticismo pesimista en el que nos envuelve la actual realidad y nos confirma que algunas de nuestras creencias sobre los hechos y el mundo en el que actúan, piensan y viven los políticos, son absolutamente ciertas. Tal vez no podamos probar lo que oímos y vemos, pero es un asidero seguro atenerse a que los juicios y las opiniones que nos proporciona la lógica del sentido común poseen un significado claro de verdad y nos explica la fantástica e imaginativa realidad de los universos paralelos en este país. Basta ser espectador de la realidad, como decía Ortega, para entender que existen y coexisten, pero también, lo difícil, incluso imposible, de que lleguen a convivir. Si la primera oleada de brotes del coronavirus atacó por igual a toda la sociedad por el desconocimiento del mismo, la nueva etapa en la que estamos inmersos está poniendo al desnudo una desigualdad social y económica que, de seguir con la incompetencia de algunos de nuestros gobernantes, incapaces de acertar en las medidas a tomar, acentuará aún más, como dice el informe de Intermón Oxfán, estas manifiestas desigualdades.

Se atribuye a Confucio ese dicho de que “cuando el sabio señala la luna, el necio mira al dedo”; después de mucho tiempo y mucha historia, el sabio Confucio no ha perdido actualidad. Como recogen algunos medios de comunicación, ver la imagen de dos miembros del Gobierno de la Comunidad de Madrid inaugurando un dispensador de gel en una estación de metro marca la distancia de esos dos mundos paralelos: el de los trabajadores que entran en vagones atestados y el mundo de esos altos cargos que se felicitan al poner unos miserables dispensadores para, a continuación, coger sus coches oficiales y evitar los riesgos de contagio que los trabajadores, amontonados, no pueden evitar. Esa fractura de imagen es un ejemplo más de la fractura, también moral, de los mundos paralelos. Mientras los ciudadanos están preocupados por cómo salir de esta crisis pandémica que asfixia la vida, la salud, la alegría, la convivencia en familia y amistad y la economía, los políticos en el Parlamento viven en su mundo de reproches, insultos y sus “y tú más”. Viendo cómo se comportan y expresan algunos diputados en el Congreso, da la impresión de que “representan un papel”, actúan como robots programados, sin pensamiento propio, de acuerdo a un guion asignado y previamente aprendido. Una vez más hay que reconocer que quien no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra y que todo aquel que tiene poder es responsable de lo que ocurre en la sociedad.

No podemos esperar mucho de algunos políticos inevitablemente irracionales, entregados a sesgos y a cegueras mentales que les impiden reconocer la realidad; se extrañan de que les critiquemos y de que estemos desencantados, no solo por sus fallos, por las promesas que hacen y no llevan a cabo, por las expectativas que crean y defraudan, sino, esencialmente, por las contradicciones con las que actúan; su proyecto de país, sus principios ideológicos, su formación y capacidades, descubrimos que no existen; sus valores son sus propios intereses.

Leo en el diario El País de hoy domingo, 27, un artículo de la escritora y Premio Princesa de Asturias de las Letras 2019, miembro fundador de la plataforma Escritores contra Trump, Siri Hustvedt, titulado “Las Pandoras de la pandemia”, en el que nos alerta de que “los déspotas buscan un enemigo mitológico a quien culpar del virus. Sin embargo, si algo hemos aprendido de la pandemia es que la acción colectiva es lo único que puede cambiar las cosas. Los científicos -escribe- han utilizaron el viejo mito de Pandora para ilustrar los peligros provocados por un planeta en rápida transformación. Y concluye: “¡Ojalá podamos volver a meter a los demonios en la caja!”. Pues esa misión de encerrar “los demonios, las calamidades, de nuevo en la caja”, nos compete a todos. Si esperamos que lo hagan los políticos, además de incierto, nos volverán a defraudar. Su mundo no es nuestro mundo: vivimos en mundos paralelos.

En su obra “Calle de sentido único” el filósofo y crítico literario alemán, Walter Benjamin, cuya vida fue fiel reflejo de la época brutal que le tocó vivir fue capaz de alumbrar una obra luminosa cuya influencia ha ido creciendo tras su trágica muerte, nos dice que hay momentos en los que la construcción de la vida se halla mucho más bajo el dominio de los hechos que de las convicciones.  Y ante los hechos, todos tenemos etapas en la vida en las que no sabemos muy bien qué hacer y qué calle tomar. Son momentos de desesperación y rabia, que hacen que nos sintamos perdidos. Nuestra brújula queda dañada y nos convertimos en otras personas; nuestra vida se convierte una calle de sentido único en la que la marcha atrás solamente supone pérdida de tiempo y no vivir el presente. Ignoramos si se vive mejor en ese mundo paralelo que no es el nuestro. Es el momento de afincarnos en nuestro mundo, en el real, en el que se construye la vida de la ciudadanía con el esfuerzo y la solidaridad con los débiles, dejando las preocupaciones del pasado, viviendo intensamente el presente y siguiendo, sin sueños torpes, el único sentido de la calle de la vida que es hacia adelante.

Y en este final de sano optimismo, finalizo mi artículo con ese bello poema de Walt Whitman, que, aunque largo, es una vacuna contra el pesimismo, titulado “Carpe diem”:

Aprovecha el día.
No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz,
sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario...
No dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al mundo;
porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa.
Y tú puedes aportar una estrofa...
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes, huye...
"Yo emito mi alarido por los tejados de este mundo", dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples,
se puede hacer poesía sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias, todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar en contra de nosotros mismos,
eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro, y asume la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte.
Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros "Poetas Muertos",
te ayudarán a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los "Poetas Vivos".
No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas..

Mundos paralelos