viernes. 29.03.2024

El “adviento” de Fernández-Lasquetty

lasquetty

“Quien cabalga a lomos del tigre ya no puede descender de él”.

Antiguo refrán chino


Los que abogamos, entonces y ahora, por una sanidad publica y de calidad, bien sabemos lo desafortunada que fue su gestión de la sanidad al frente de la Consejería y las merecidas críticas y manifestaciones que tuvo que asumir por parte de “la marea blanca”

Este 10 de diciembre, en su emisora de radio, el incombustible Jiménez Losantos hizo una entrevista al, hasta ahora Vicerrector de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, Javier Fernández-Lasquetty, hoy jefe del Gabinete del Presidente del Partido Popular, Pablo Casado. Jiménez Losantos, ¿quién si no?, al iniciar la entrevista, afirmaba como premisa inicial que “Fernández-Lasquetty es el mejor fichaje que ha hecho Pablo Casado”. Pues ya está dicho todo. “Lo ha dicho ‘blas’, no hay más que hablar”. Ignora el señor “Losantos” que, así presentado, para gran parte de la ciudadanía, quien no conozca al señor Lasquetty, ha sido el peor favor que le ha podido hacer. Aunque, para quienes sí le conocemos, podemos decir: Casado y Lasquetty, “tal para cual”.

El señor Fernández-Lasquetty ciertamente no es un desconocido; cuando en el Partido Popular perdió “comba”, se le eclipsó el poder, se marchó a Guatemala, como profesor a la Universidad Francisco Marroquín, de la mano de su compañero y amigo, el actual Rector de dicha Universidad, Gabriel Calzada, un ultraliberal, alineado ideológicamente con la Escuela de Viena, doctor en economía por la Universidad Rey Juan Carlos. Lasquetty había sido uno de los “pupilos” de la “condesa” Esperanza Aguirre. Aguirre no sólo perdió “comba” ante Rajoy, sino que se encontró de “patitas en la calle” de Génova 13. Ahora, con la llegada de Casado a la presidencia del PP, en ese trío de liberales a ultranza que forman ella, Aznar y Casado, alguna “mamandurria” le caerá a la “cazatalentos”.

Fernandez-Lasquetty nació en 1966; con 16 años, en 1982, se afilió al PP del que fue secretario de Nuevas Generaciones del distrito de Salamanca de Madrid. Como hemos dicho, su carrera política ha estado estrechamente vinculada a Esperanza Aguirre. La señora Condesa tenía como costumbre reservarse y rodearse, para afianzar su egolatría compulsiva, de una pequeña cuota de jóvenes genoveses a los que exigía ser liberales, que pensasen como ella, que además pertenecieran a buenas familias -a ser posible con título nobiliario- y que acreditasen buen conocimiento del idioma inglés. Y Lasquetty, políticamente sumiso, en su trayectoria ha seguido fiel a Aguirre; eso sí, premiado con las correspondientes “mamandurrias”, hasta arribar en marzo de 2010 a la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.

Los que abogamos, entonces y ahora, por una sanidad publica y de calidad, bien sabemos lo desafortunada que fue su gestión de la sanidad al frente de la Consejería y las merecidas críticas y manifestaciones que tuvo que asumir por parte de “la marea blanca”. La escandalosa privatización de la sanidad pública (él, cínicamente, la llamaba “externalización”) le hizo dimitir como Consejero en enero de 2014, siendo ya Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.  Días antes de su dimisión, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, ordenó la paralización cautelar del proceso de privatización (o externalización). En ese mismo año de 2014, descolocado, “compuesto y sin novia” -(Aguirre había dimitido como Presidenta de la Comunidad, en descenso en el partido, sin apenas posibilidades digitales para premiar a sus sumisos pupilos)-, Fernández-Lasquetty anuncia que abandona la política, dejando su escaño de diputado en la Asamblea de Madrid, para instalarse, como señalamos más arriba, en Guatemala y realizar labores docentes en la Universidad Francisco Marroquín.

Como anteriormente decía, Lasquetty para muchos no es un desconocido, más bien lo contrario, conocido y bien conocido. Cuando en marzo de 2010 la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre -había sido su jefe de Gabinete cuando fue Ministra de Educación y Cultura, ella, la ministra de “Sara Mago”-, le eligió como consejero de Sanidad, gestionando más de 8.000 millones de euros, sabía que fichaba a un neoliberal “pata negra” como ella; había sido secretario general de FAES; había estado en el gabinete de la Presidencia de José María Aznar; había sido diputado nacional, dirigió el “think tank” popular, horno ideológico donde se cuecen las políticas neoliberales del partido popular. ¿Los méritos de Lasquetty?: su ideario coincidía con el de la lideresa, cuyo eslogan era y es: “la eficiencia la aporta siempre la gestión privada”. Con este pensamiento y la aprobación primero de Aguirre y después de Ignacio González, como presidentes de la Comunidad de Madrid, decidió adjudicar, con su criticable plan de sostenibilidad, mediante concursos, la gestión de seis hospitales, decenas de centros de salud y cualquier actividad que no fuera estrictamente sanitaria en el sistema de salud madrileño a empresas privadas: él hablaba de plan de “externalización”, a través del que trasvasaba cada vez más fondos públicos a las arcas de unas cuantas firmas privadas, en aras de la llamada “eficiencia liberal”.

Bien supo el señor Lasquetty que ni los hospitales ni la calle aceptaron su plan; en la sociedad madrileña, con el nombre de “la marea blanca”, creció una oposición cada vez más generalizada, ante la que no tuvo más remedio que dimitir.

Siendo Consejero de sanidad, en enero de 2013, le escribí una carta (1), en la que criticaba su perniciosa gestión y su incapacidad para la autocrítica, concluyendo que, con políticos tan cínicos y mentirosos como él, no se podía ni se debía mantener las formas, eran necesarias la contestación en la calle y la crítica en los medios. A mi carta, recibí del Consejero en una extensa respuesta en la que, entre otras explicaciones, decía: “En la Comunidad de Madrid hemos analizado con rigor las posibilidades de futuro de nuestro sistema sanitario y hemos comprobado que el modelo capitativo es la opción más eficiente”; y para justificar este aserto, añadía una serie de razones, algunas inexactas y otras, falsas, entre otras, decía que: “para nosotros, nuestro modelo sanitario capitativo, representa una experiencia constructiva que avala positivamente nuestras decisiones”; para finalizar me recordaba una frase del Dr. Ramón y Cajal: “existe un patriotismo infecundo y vano: el orientado hacia el pasado; y otro fuerte y activo: el orientado hacia el porvenir”. El primero, decía, era el de la izquierda; el segundo, el suyo, el del partido popular.

Por razones que en su momento no controlé, dicha carta apareció publicada en Nuevatribuna; al ir dirigida personalmente a él, pedí a la dirección del periódico digital que la retirase; como así sucedió. Supe que su texto se había difundido después por distintos medios. Hoy, con mi consentimiento, pido a la dirección de Nuevatribuna que, si lo considera oportuno, la pueda publicar de nuevo. Desde mi visión personal, en ella reflejé el desastre que la gestión del señor Fernández-Lasquetty significó en la sanidad madrileña.

Después de cuatro años fuera de España, en un retiro cómodo y voluntario como profesor en la Universidad guatemalteca “Francisco Marroquín”, hoy retorna a la vida política española, llamado como “otro mesías salvador” por el presidente del PP Pablo Casado, para acompañarle como su jefe de gabinete, con el beneplácito del “dios en su Olimpo, Aznar” y la aquiescencia de la lideresa “cazatalentos” Aguirre, formando los cuatro un círculo neoliberal perfecto, pero con la incomodidad “soterrada por el miedo a las iras del líder”, de una parte de los dirigentes populares. Si ya desconfiábamos de la capacidad de un cambio positivo en el PP, hoy, con estos cuatro neoliberales, confirmamos la cercanía “secante” a las políticas de VOX. Ellos sabrán.

Reflexionaba Ortega y Gasset en “El Espectador” de lo que suponía la degradación de la política si, a quien ha actuado mal en una primera oportunidad, se le ofrece una segunda, sin haber cambiado ni de ideas ni de actitud. A tenor de las respuestas del señor Lasquetty en la entrevista a Jiménez Losantos, si ya decepcionó a muchísimos ciudadanos en su momento, es muy probable que, en el presente futuro, decepcione aún más. Como iniciaba este artículo, “quien cabalga a lomos del tigre ya no puede descender de él”.


Carta enviada a Fernández-Lasquetty

El “adviento” de Fernández-Lasquetty