viernes. 29.03.2024

Flujos y reflujos de nuevo

FLUJO

No sin cierta sorna y mediante expresión un tanto malvada, José Borrell- keynesiano por convicción, según él- se refería hace bien poco al deseo del ‘liberal’ Errejón de superar mediante una ‘competencia virtuosa’ el juego de suma cero al que se ven abocados PSOE Y PODEMOS al tener que confrontarse electoralmente en su respectiva conquista de un electorado común.

El que fuera un día candidato a presidente de gobierno, ahora alineado abiertamente con el secretario reestrenado de su partido, colocaba ese comentario –más bien escéptico- en el contexto de las imprescindibles alianzas que las distintas izquierdas habrán de establecer – en primer lugar entre sí - si es que de verdad aspiran a llegar alguna vez a gobernar para llevar a cabo al menos la parte más sustancial de los objetivos que proclaman (y no para otra cosa mediante alianzas con quienes tienen o declaran otros fines bien distintos).

Junto a tales alianzas- y sobre el camino para establecerlas en ese difícil contexto de ‘concurrencia’-, Borrell colocaba otras dos cuestiones esenciales sobre las que seguramente existen, en principio, diferencias entre PSOE y PODEMOS (PD’s) de envergadura suficiente como para que la búsqueda del punto de encuentro no sea precisamente tarea fácil, ni de logro inmediato: Qué Estado (y qué organización territorial) y qué modelo económico (o qué modelo productivo y de desarrollo y qué estructura social).

Es posible que tras el bienintencionado y seguramente ‘voluntarista’ propósito de Errejón lo que palpite no sea otra cosa que el viejo designio de ‘hacer de la necesidad virtud’, pero lo cierto es que de no superarse la lógica del juego de suma cero cualquier proyecto de alianza estable acabará resultando más ilusorio todavía.

Examinadas las cosas con algo más de detenimiento, sí cabe vislumbrar algún margen de ruptura del círculo vicioso, pese al maleficio de una competencia que en ‘la hora de la verdad’ (en los comicios) estará siempre presente de modo nada apacible ni menos aún beatífico.

Y la condición para que tal margen tenga lugar no es otra que el ensanchamiento del electorado común, de modo que la ganancia de una opción no sea necesariamente a costa de la pérdida de la otra sino de atracción de otros electores nuevos, procedentes sobre todo de la abstención, más que del trasvase desde otras opciones situadas en el lado derecho del eje político. Esos potenciales electores, anteriormente instalados en la abstención bien sea por indiferencia, bien sea por desencanto o por incredulidad, quizás pudieran ser movilizados en caso de contemplar, con visos de realidad, una perspectiva de acción común de la izquierda y de desalojo del poder del partido de la corrupción que hoy lo detenta. De ese modo una estrategia unitaria que, basada en la confianza y en el respeto mutuo, sea además verificable día a día en la acción, podría tener como efecto sinérgico la ampliación de la base electoral sobre la que ambas opciones seguirían compitiendo.

Para encaminarse por una senda así resulta conveniente examinar con la mayor atención en qué consisten las oportunidades y dónde residen los peligros o los riesgos. Para ello quizás sea  útil examinar los movimientos y motivaciones de las franjas del electorado que acusan mayor volatilidad.

Adoptando como referencia los sondeos periódicos que realiza MyWord para el Observatorio de la SER pueden extraerse al respecto algunas conclusiones bien significativas.

Tomado como ejemplo el último de esos sondeos (mayo 2017)- con Pedro Sánchez ya repuesto en su anterior cargo de secretario general del PSOE, pese a tantos y poderosos adversarios de  dentro y de fuera  de su propio partido-, en él se registran  los siguientes resultados: Sólo el 4,5% de quienes hace un año votaron al PSOE en las elecciones generales votaría actualmente por PD’s mientras que ese porcentaje casi se dobla (8,5%) en sentido inverso , es decir  los que fueron votantes de PD’s que ahora lo harían por el PSOE. Porcentajes que resultan ser mucho más expresivos si se traducen a números absolutos. Más de 400 mil votantes ‘rescataría’ el  PSOE en ese hipotético trasvase que la encuesta recoge, mientras que simultáneamente casi 250 mil lo abandonaría en beneficio de PD’s. En total una saldo de 180 mil, negativo para este último y positivo en cambio para el primero. Remontándonos tan solo unos meses atrás ( febrero de 2017), es decir en pleno reinado de la gestora que permitió con su abstención formar gobierno a Rajoy, los resultados eran aparatosamente inversos: más de 400 mil de los que hace un año fueron votantes del PSOE mostraba su intención de cambiar su voto a favor de PD’s , mientras que eran menos de la mitad los que parecían dispuestos a viajar en sentido inverso (desde PD’s hacia el PSOE): el saldo en aquella ocasión además de ser aún más consistente que en la actualidad, lo era en sentido inverso, es decir los casi 250 mil votos que perdía el PSOE de la gestora, los ganaba el PD’s previo a Vistalegre II, es decir en uno de sus momentos más delicados.

No menos expresivo resulta ser lo ocurrido en el otro lado del espectro político. Para quienes dudan, por ejemplo, de la erosión que para el PP ha supuesto su cada vez más evidente condición de ‘partido de la corrupción’ -por la que la incesante revelación de nuevos “casos” lleva a identificarlo como tal a un creciente número de ciudadanos-, ha de resultar llamativo que más de un millón trescientos mil de sus votantes de hace un año revelen en esa última encuesta de MyWord su intención de abandonarlo para votar a CIUDADANOS ( C’s); en tanto son menos de 90 mil antiguos votantes de esta última opción los que se ven atraídos ahora por el PP: un saldo de un millón doscientos mil votos de sangría para el PP en beneficio del recambio naranja, difícilmente compensable con trasvases de otras procedencias (abstención o nuevos electores). Ese saldo hace menos de un año (septiembre de 2016) era poco más de  la décima parte (140 mil votos a favor de C’s). Todo ello muy congruente con la mayoritaria percepción del electorado (excluido incluso el que vota a ese partido), al resultar el mejor valorado para “combatir la corrupción”  (encuesta My Word abril 2015), es decir por delante en ‘regeneracionismo’ del partido que con más insistencia y contundencia predica esa misma doctrina (PD’s)

Prácticamente inexistentes son los trasvases entre PD’s y C’s como tampoco los hay entre el PP y el PSOE y aún menos entre el PP y PD’s.

En cambio la permeabilidad entre PSOE y C’s resulta más comprometida para el primero. Y no solo por la entidad y el signo del saldo, sino sobre todo por la tendencia que revela su evolución a lo largo del tiempo. Así los cien mil votos que en septiembre del pasado año (antes de la defenestración de Pedro Sánchez) obtendría C’s como ventaja en el saldo de los trasvases de votos entre ambas opciones y que dos meses después se traducían incluso en 20 mil de ventaja para el PSOE de la gestora recién estrenada, se han convertido en un saldo negativo de casi 300 mil votos para ese ‘nuevo PSOE’  que  tras el triunfo de Pedro Sánchez, con su proclamado deslizamiento hacia la izquierda, consigue no obstante  compensar al mismo tiempo dicha pérdida, al  afianzarse en ese flanco a costa de PD’s.

En apretada síntesis podría concluirse que C’s representa un serio competidor sobre todo para el PP y PSOE. El PSOE, a su vez,  lo es sobre todo para PD’s y también lo es, aunque quizás en menor medida, el segundo para el primero.   

En cualquier caso, todos esos flujos que no son sino indicadores cuantificados de las actitudes del electorado, no se corresponden por entero en su aritmética con los pronósticos de resultados que las mismas encuestas incluyen, aunque no por ello esas discrepancias o desviaciones resten valor a aquellos en cuanto indicadores y a estos en cuanto estimaciones.

Deteniéndonos por ahora en éstas últimas cabe extraer también algunas conclusiones sobre tendencias al examinar la evolución de los resultados construidos sobre la base de la intención explícita del voto lo largo del tiempo:

La primera y más resaltable es la erosión paulatina del voto que registra el PP desde el pasado otoño cuando a duras penas consigue mayoría suficiente en segunda vuelta para formar gobierno; pérdida  que en mayo pasado habría superado ya el millón de votos. Cifra todavía mayor que la del aumento que registra el C’s en ese mismo periodo, aunque en este último caso en términos porcentuales el avance resulte todavía más contundente (el 27% de incremento  respecto al punto más bajo de la estimación en noviembre del año pasado).

En simetría con la trayectoria del voto de los seguidores del PP, PD’s registra también una preocupante erosión con una pérdida de casi medio millón de votos desde su desafortunado encuentro  (más bien desencuentro) en Vistalegre II.

También en  el lado opuesto, es igualmente destacable el beneficio que obtiene el PSOE con el regreso triunfal de su secretario general. El hundimiento registrado en el voto a este partido tras la defenestración de aquél mediante el golpe de mano de octubre y que le sitúa un mes después -con la gestora invistiendo a Rajoy- en  su punto más bajo (menos de 4 millones y medio de potenciales votos, es decir por detrás de PD’s), habría conseguido superarse al rozar casi los 6 millones de apoyos  en mayo pasado.

Pero sin duda lo más relevante es la evolución en los resultados que según las estimaciones de los sondeos de MyWord experimentan los dos bloques principales del eje político. Así, desde las elecciones de junio de 2016 hasta ahora, el bloque PP+C’s, con idéntico porcentaje de participación, perdería más de 300 mil votos mientras que la suma PSOE+PD’s ganaría casi 100 mil. Diferencia aún mayor si se toma como referencia noviembre de 2017 , punto álgido en los resultados para el dúo PP+C’s sobre el que se apoya el nuevo gobierno y punto más bajo de PSOE+PD’s, ya que el retroceso que los primeros registran en el último sondeo de mayo se elevaría a 450 mil, mientras que la ganancia del conjunto de las dos opciones de izquierda crece hasta superar el medio millón (630 mil). Resultados estos que pese a su inestable provisionalidad denotan que existe ese margen para la ampliación de la base electoral sobre la que ese conjunto se asienta.

A partir de  todo ello y con respecto a la necesidad de ir trenzando alianzas duraderas entre las izquierdas no es de  extrañar que algunos atribuyan al ‘nuevo’ PSOE  encabezado por Pedro Sánchez la obsesiva pretensión de “recuperar” el voto que en su día habría emigrado hacia PD’s, en una supuesta táctica – al parecer convertida en certeza en su ejecutiva- consistente en ‘afianzar’ primero el espacio ganado hacia su izquierda, para a continuación iniciar desde ahí la ‘conquista’  del centro por donde el C’s viene  avanzando en este último año. Englobada en similar táctica se situaría el tardío redescubrimiento de una plurinacionalidad por ahora meramente nominalista. En ambos casos, pretensión ilusoria de restaurar el ‘turnismo bipartidista’ ya liquidado. 

Mal presagio si tales suposiciones fuesen ciertas: la primera porque significaría la negación de ese intento por romper el maleficio de ese  círculo vicioso de la suma cero  que en mi opinión -coincidente en esto con la del joven Errejón- constituye el único resquicio de salida real para opciones de izquierda o simplemente de progreso; y la segunda porque, como acertadamente advierte Enric Juliana, si el  ‘plurinacionalismo’ que ahora exhibe el PSOE acaba quedándose en  un simple nominalismo cosmético, con esa iniciativa de juego acrobático estaría entrando en un terreno aún más minado que el de su viejo jacobinismo  ‘españolista’ que todavía exhibe ,en sordina, la vieja guardia de ese partido.

De ahí que sea perentorio ir abordando cuánto antes y en serio los dos grandes interrogantes del planteamiento de Borrell: qué Estado y qué modelo económico hay detrás de las semejanzas y diferencias entre esos dos distintos modos de caminar por la izquierda. De nuevo otro asunto para retomar en breve.      

Flujos y reflujos de nuevo