viernes. 29.03.2024

Cretinismo demoscópico: ensueños y desazones (II)

En vísperas del 27S la política parece estar penetrando a través de la cortina de humo tejida por los medios en torno a las disquisiciones sobre mayoría de votos o de escaños.

Como continuación del anterior artículo (“Cretinismo Demoscópico : Secretos y Embustes”) en el que se analizaban críticamente las estimaciones de voto realizadas por el CIS a partir de la Encuesta realizada en Cataluña poco antes de comenzar la campaña electoral, este segundo intenta centrar la atención en otras cuestiones más de fondo, que hasta ahora los medios formadores de opinión por lo general han eludido o han colocado en segundo plano.


En estos últimos días, ya en vísperas de las elecciones catalanas, la política parece estar penetrando por fin a través de la cortina de humo tejida por los medios en torno a las disquisiciones sobre mayoría de votos frente a mayoría de escaños, para pasar a ocuparse de otros asuntos más de fondo.

Este desplazamiento del foco de atención parece coincidir con la más extendida impresión de que las opciones independentistas van a imponerse finalmente el 27 S. En alguna medida ello podría estar relacionado con la difusión de los resultados de otras encuestas posteriores a la realizada por el CIS que se distancian de su ‘estimación’ para aproximarse a la que señalaba el voto directo recogido en la misma. Pero es más posible aún que hayan sido los sondeos no publicados- de los que los partidos sí disponen -, lo que haya llevado a ir dejando en un segundo plano el argumento de los votos y los escaños.

Y es así como con la irrupción de la política se entra de verdad directamente en el día después, es decir en el 28 S.

De nuevo la política tendrá que seguir siendo, en este caso también, el método de afrontar y tratar de resolver conflictos de intereses y discrepancias entre creencias y aspiraciones distintas y muy alejadas.

Cuestiones como la que aquí está en juego no podrán ser resueltas ni mediante el simple juego de prevalencia de mayorías, ni por apelaciones a una legalidad concebida desde su origen para que nada de lo que está en juego pueda cambiar. Ni aún menos podrán serlo mediante la continuación de la política por otros medios, tanto en el sentido de Clausewitz como en el de cualquier otro sucedáneo de género similar fabulado por la “Brigada Aranzadi” (E. Juliana) .

Es a las anteriores apreciaciones a lo que responde el título común de este par de artículos, bien entendido que el despectivo adjetivo en modo alguno va dirigido a la demoscopia, sino a su frecuente utilización deformadora, principalmente por quienes pueblan, salvo contadas excepciones, los medios de comunicación  

Nos hallamos pues en unas circunstancias y ante una materia – la política- que han de ser examinadas en términos de relación de fuerzas (y debilidades) o de correlación como se decía antiguamente. En tal escenario, además de los antagonistas en liza comparecen, en compañía de cada uno de estos, otros que vienen a ser la representación de dos factores esenciales: la conciencia y las alianzas (aliados tanto internos como externos).

En cada uno de esos dos frentes –conciencia y aliados-, el proceso tanto el ya experimentado como el que está por desarrollar presenta desigualdades en ambos polos de la confrontación.

En el lado del independentismo además de ser notorio el progreso continuado y hasta la fecha ininterrumpido de extensión y profundización de la conciencia, se ha registrado, a través de  una mayor diversidad en la inspiración de las inclinaciones, algo que en opinión de no pocos constituye un importante fortalecimiento.

Así el fundamento de esa aspiración de independencia ha pasado de identificarse casi exclusivamente con el ideario de un muy menguado sector del catalanismo tradicional originario, a estarlo con posiciones más complejas. Éstas, más allá de lo estrictamente identitario, se han ido colocando en motivaciones de carácter más claramente instrumental, en una gama que llega hasta el independentismo no nacionalista (principalmente representado por la CUP y singularmente por quien en esta ocasión encabeza su lista).

Con todo, esa extensión, profundización y diversificación de la conciencia independentista parece muy insuficiente aún para traducirse en una voluntad inequívoca de separación.

La propia Encuesta del CIS contiene, en varias de sus respuestas (singularmente la de la pregunta 19 y en cierta medida la de 5 y la 20) algunos indicios de que el sentido deseo de independencia, con todas sus consecuencias, dista aún bastante de ser mayoritario, siéndolo en realidad mucho menos de lo que expresará el voto en estas elecciones.

Esto tendrá ocasión de manifestarse con mayor claridad si, tal y como parece, la unilateralidad de la declaración, llegado el caso, difícilmente consigue expresarse en una posición común y unánime en el frente independentista.

Por otra parte, en el otro de los factores decisivos –el campo de las alianzas (internas y externas al bloque independentista)- y en el de las posibilidades de robustecer los apoyos más allá de quienes van a votar a las dos candidaturas favorables a la independencia, el atraso y la debilidad son evidentes.

Hasta ahora el Procés a lo más que ha llegado– que -no es poco- es a la trabajosa constitución de una lista (Junts pel Sí) que además de integrar a dos partidos cuenta con la presencia de destacados integrantes de organizaciones con fuerte implantación en la sociedad civil, partidarias de la opción independentista y con otros apoyos institucionales ciertamente importantes (Associació de Municipis per la Independència).

Algo es desde los días siguientes al 9 N del pasado año, pero claramente insuficiente respecto al apoyo expresamente solicitado en llamada a la seducción de los entonces partidarios del SI-NO (es decir los soberanistas defensores de la autodeterminación pero no necesariamente de la independencia), convertidos en aquel entonces en objeto de deseo del President.

No solo ha faltado la respuesta al requiebro, sino que ha habido algo más que desaire; y ni siquiera se consiguió que la otra formación independentista (la CUP) se integrase en esa lista conjunta.

Pero con todo, donde la ausencia de avance de los partidarios de la independencia resulta clamorosa es en el “frente exterior”, ya sea en el campo internacional, ya sea en el del resto de España (tanto respecto a la población, como respecto a las fuerzas políticas).

Y sin cambios significativos de tales apoyos, la independencia parece que difícilmente podrá salir del mundo de la ensoñación para entrar en el del avance real.

Cretinismo demoscópico: ensueños y desazones (II)