miércoles. 17.04.2024

Apuesta por el mal menor: una propuesta de tregua

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Por el momento y hasta nueva orden, seguiremos suponiendo que los partidos de izquierda realmente existentes, lo son, o al menos conservan un mínimo de tal cosa que les permita afirmar que ostentan dicha condición, sin que, al hacerlo, se les tenga que caer la cara de vergüenza. 

Bajo ese supuesto:

En este preciso momento, a la izquierda -y por tanto a cada una de las izquierdas que la componen- no le interesa bajo ningún concepto la celebración de nuevas elecciones.

2º Desde luego para Unidas Podemos -y sus votantes- esa es la peor de todas las opciones posibles, porque con ella pierde (n) con toda seguridad. Así pues, para UP es, por tanto, a día de hoy, el ‘mal absoluto’ a evitar, aunque naturalmente no a cualquier precio (y desde luego no al del suicidio político, real o imaginario, presente o diferido).

3º También para el PSOE -bajo el mismo supuesto de que es o tiene todavía algo de izquierda-, la convocatoria de nuevas elecciones es -o debería ser- la peor opción, por la principal razón de que con ella la izquierda -y ni siquiera él  como parte de la misma- nada significativo puede ganar ni mejorar y, en cambio, implica un elevado riesgo de perder: o sea, de fortalecer o incluso de dar la victoria a la derecha (a las derechas en su conjunto).

3º UP quiere/preferiría un gobierno de coalición en el que tendría solo una modesta presencia al precio de hacer renuncias y de aceptar importantes condiciones, aunque solo sea por evitar con ello el mal mayor (repetición de elecciones). Pero el PSOE ha dicho que no quiere esta opción y que no la va a aceptar ya de ningún modo. Es un dato inalterable a estas alturas.

El PSOE quiere gobernar -es su principal aspiración dado los escaños con los que cuenta- y querría/preferiría hacerlo en solitario, con un gobierno monocolor. Quisiera, además, disponer establemente de una mayoría parlamentaria a base de que quienes le presten apoyo para constituirla lo formalicen públicamente y por escrito, y se comprometan a mantenerlo 4 años. El precio que está dispuesto a ‘pagar’ por ello son las medidas que ofrece en un programa que no es distinto al suyo propio, con lo que por tanto no está renunciando a nada (que se sepa). Ahora dispone tan solo de sus propios escaños más 1. 

5º Pero de los demás, nadie está dispuesto a adquirir semejantes compromisos tan solo para facilitarle ese gobierno, y desde luego no lo está, o no debería estarlo UP, cuyo apoyo es absolutamente imprescindible. Todo esto es también -o a estas alturas debería serlo- un dato igualmente inamovible.

6º A día de hoy, llegados a este punto, las respectivas preferencias de cada uno -PSOE y UP- han demostrado ser irreconciliables o incompatibles. Pero entre ambos existe -por lo menos-un área de intersección de intereses comunes, aparte de la constituida por coincidencias programáticas. La más importante y decisiva de tales coincidencias es la no celebración de nuevas elecciones el 10N, que sería por otra parte la opción de máxima inestabilidad (y de grave incertidumbre para la izquierda).

A la vista de lo que antecede, cabe EXIGIR -a modo de TREGUA-, que UP, a la que para ello secundarán de seguro fuerzas suficientes para conformar ya una mayoría parlamentaria, facilite exclusivamente con su voto- y sin ningún otro compromiso adicional- la investidura de Pedro Sánchez como presidente, haciendo pública de inmediato tal intención y comunicándosela asimismo al Rey en el momento que éste abra el turno de consultas a los partidos políticos con representación parlamentaria, tal y como está preceptivamente establecido.

Apuesta por el mal menor: una propuesta de tregua