martes. 16.04.2024

Me cisco en la libertad de expresión

Comprendo que haya haselistas, aunque lamento que haya haselismo.
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Aclaro desde el primer momento que el título es un test a la tolerancia de los editores de Nuevatribuna. Aunque, antes de rechazarlo, en su caso, tendrían que pensar que este título debería gustar a todo el mundo. A los que no les gusta la libertad de expresión (bueno, y ninguna), por motivos obvios. Pero, también, y paradójicamente, a los defensores de las libertades: si se aboga por la libertad de expresión, se debe consentir también atacar la libertad de expresión. Algo que no pasa con la intolerancia porque, cuando se es intolerante, puede no admitirse nada ni, por supuesto, la tolerancia.

Digo todo esto porque no sé si los recientes manifestantes en defensa de la libertad de expresión eran conscientes de que, también, estaban defendiendo la apología del franquismo. Por ejemplo. Y de que, además del derecho de Hasél a decir lo que dice, estaban también justificando el de esa falangista que, con su camisa nueva, culpaba hace poco a los judíos de los males del mundo.

A mí, me parece bien todo eso, pero siempre que pudiesen celebrarse unos Juegos Florales de la Tolerancia donde participasen desde Hasél hasta un versolari de la Fundación Francisco Franco, pasando por algún imán para dar un toque multicultural al asunto.

Aunque, claro, lo que me parece a mí no tiene porqué parecerle igual a otras personas. Y, eso, que no me tengo por un dechado de tolerancia. Pero es que, creo, que ni siquiera todos los manifestantes de un mismo acto constituyen un grupo compacto en creencias.

Esta es una reflexión que me he hecho siempre respecto de los mitos: con los pocos datos que se suelen dar de una idea, sobre todo en tiempos de tuit, ¿es capaz la gente de enterarse de que se trata? Cuando se habla, sin más, de "la ley Zerolo", por ejemplo, ¿conoce el personal de que va, exactamente?, o de la “ley mordaza”, o de la reforma constitucional, o del Procés, o de tantas otras cosas cuyo solo enunciado levanta apasionados debates sociales. A mí, esta situación, me recuerda el chiste del club de chistes, donde los participantes ya no contaban el chiste si no, simplemente, el número de catálogo del mismo. Y se reían.

Y, es que, las razones para participar en una manifestación pueden ser múltiples, desde la simple solidaridad, o amistad, con los realmente convencidos, hasta los dispuestos a dar rienda suelta a sus más oscuros instintos aprovechando la ocasión. Pasando, naturalmente, por los realmente convencidos. Pero, recordemos que se han llegado a celebrar manifestaciones por la simple razón de que "esta vez, porque si" (para más detalles, razón Plaza de Oriente). Quizás esta situación es lo que, a veces, minusvalora alguna manifestación pública y algo tan sustancial para significar una determinada opinión social se vuelve en contra de ese propósito.

Me ha quedado el prólogo un poco largo, porque, efectivamente, me refiero a las recientes manifestaciones por las actuaciones judiciales al ciudadano Pablo Rivadulla Duró, alias Pablo Hasél. Condenado por algunos delitos tipificados en el Código Penal actualmente vigente, Hasél ha sido utilizado para defender una revisión de esa ley que restringe la libertad de expresión, un derecho fundamental consagrado, entre otros muchos códigos, en nuestra propia Constitución.

Pero, de verdad, ¿no había otro mártir de la causa mejor que Pablo Rivadulla Duró, alias Pablo Hasel?, ¿no son capaces los profesionales de los medios de comunicación de sugerir una lista de anteriores afectados por esas restricciones a la libertad de expresión en nuestra democracia?, ¿ha sido Hasél el primer afectado?

Y aún me hago otra pregunta: ¿Es merecedor Hasél, y para quien, de las manifestaciones, con vandalismo incluido, que ha suscitado? Claro que, esta pregunta la hago desde la enorme distancia que me separa de las cosas que dicen que dice. Y, eso que yo mismo me he solidarizado con algunos amigos que, por diversas circunstancias, han acabado en prisión. Y, en algún caso, he acudido a las puertas de una cárcel a manifestarme para mostrar esa solidaridad. Aunque confieso no haber roto nada.

Pero, tolerancia obliga, comprendo que haya haselistas, aunque lamento que haya haselismo. Lo único que pido es que tanto haselista como parece haber, comprendan también que haya gente que no piense como ellos. Aunque me extraña que lo hagan. La tolerancia no era propia del fascismo y no sé si lo será del haselismo.

Por ejemplo, no creo que a todos les guste el título de estas líneas. O por carecer de intelecto suficiente para entender la ironía, o por entender la libertad de expresión para su uso exclusivo. Aunque me decepcionaría si lo único que les desagradara fuera la escatología.

Me cisco en la libertad de expresión