jueves. 28.03.2024

¿Quién teme a la unidad de la izquierda?

Soñar es, todavía, gratis, y no cuesta nada soñar con un gobierno formado por una izquierda transformadora y anticapitalista donde confluyan representantes de las distintas fuerzas.

Soñar es, todavía, gratis, y no cuesta nada soñar con un gobierno formado por una izquierda transformadora y anticapitalista donde confluyan representantes de las distintas fuerzas. Pero la cruda realidad sí tiene precio, que es, por un lado, esa antropología de la fragmentación y el revanchismo que padece la izquierda, y en consecuencia, el afán de protagonismo de quien ahora pretende ocupar el centro político, cuya estrategia electoralista ha impedido una candidatura unitaria con Ahora en Común.

De manera que vamos a encontrarnos tras el 20D con un escenario donde la izquierda volverá a estar dividida en partículas más o menos elementales y un nuevo centro bipartidista, cuyas formaciones se dejarán querer una y mil veces por las viejas. Un escenario que, mucho nos tememos, sólo podrá remediar algún dios despistado del Olimpo.

En ese nuevo bipartidismo, hallaremos una mala copia del viejo: la pirata de un PP abrillantado y seudomodernizado en C's, y el facsímil de un PSOE cuya mayor seña de identidad es una suerte de grouchomarxismo a mayor contento de tirios y troyanos, por el cual tanto vale estar dentro como fuera de la Otan, según convenga, o prometer renta básica y la contraria, o mantener a Cataluña dentro y fuera de España al mismo tiempo, en una suerte de paranoia agustiniana.

Mientras, la izquierda, cuyo discurso no cambia por un puñado de votos, se mantendrá en su solitaria soledad recordando tantas veces, al modo aristotélico, todo cuanto por evidente y obvio no es menos urgente, todo aquello que jamás ha formado parte del ADN ni del viejo ni del nuevo centro bipartidista, a saber, la no pertenencia a ningún bloque militar, la prohibición absoluta del comercio de armas y la destrucción masiva de armamento y su industria, la lucha por una Europa social y solidaria de los pueblos, la apuesta por promover la investigación científica, una administración desburocratizada al servicio de la ciudadanía, universidades de gestión democrática y calidad docente y científica, la garantía total de las necesidades imprescindibles cubiertas de vivienda, alimentación, sanidad y educación, la puesta en marcha de políticas ecológicas rigurosas, y un interminable etcétera que la táctica y la estrategia electoral primero y pactista después, olvidó el viejo centro y, con toda seguridad, volverá a olvidar el nuevo.

Soñar es gratis pero las pesadillas no dejan de acechar los sueños de los “nadies”. Porque la historia tal vez no se repita, pero rima, como nos recordó Mark Twain.

¿Quién teme a la unidad de la izquierda?