viernes. 19.04.2024

Aristóteles, matemáticas y reestructuración de la Universidad Complutense

Nadie duda de la necesidad de reorganizar nuestras grandes universidades públicas con nuevos modelos más racionales y eficaces. La Complutense, por su excesiva complejidad y dimensiones, es un claro ejemplo de esta necesidad. No obstante, su reciente reestructuración departamental aprobada por mayoría absoluta en Consejo de Gobierno del pasado 18 de julio sugiere unas cuantas dudas, entre otras, sobre cómo afrontar los problemas derivados del nuevo modelo y cuáles podrían ser sus posibles soluciones.

En primer lugar, la reducción departamental a casi el 50% genera departamentos de mucha mayor envergadura, con mayor número de profesores y disciplinas concentradas. Si a ello añadimos la amortización ya iniciada de buena parte de las plazas resultantes de las continuas jubilaciones, tanto de profesores como de administrativos -la media de edad no baja de los 55 años en ambos sectores-, nos encontramos en la práctica ante una suerte de ERE encubierto, tal y como ya denunciaron sindicatos y otros colectivos. En consecuencia, ¿cómo se va a afrontar la gestión de los nuevos macrodepartamentos?

En segundo lugar, tal como también anunció el equipo rector, la siguiente fase será la reorganización administrativa mediante la concentración de diferentes servicios. ¿Va a suponer ello una gestión más eficaz con menos personal de administración? Resulta difícil imaginarlo.

Por otro lado, el nuevo modelo va a traer aparejada una considerable merma de la actividad investigadora al incrementarse la docencia hasta los 24 créditos. A lo que hay que añadir las dudas en torno a la concentración bibliotecaria que se pretende con la nueva estructura en razón básicamente a la proximidad geográfica y no de áreas de conocimiento? ¿Qué concepto tiene el actual rector de la biblioteca científica más importante de España y una de las mejores de Europa cuando decide expulsarla del Consejo de Gobierno, miembro de pleno derecho desde el año 1933? ¿Cómo es posible, a estas alturas, que el actual equipo directivo considere la investigación como un gasto, no como inversión, repercutiendo los elevadísimos costes de los recursos de información científica -bases de datos, revistas electrónicas, etc.- en los presupuestos de las facultades y de la biblioteca? No parece que el nuevo modelo organizativo implique cambios en la política de investigación de nuestra universidad.

Éstas y otras incógnitas tienen sin duda origen en los métodos de índole cuantitativa que se han empleado en la formulación del modelo que se quiere implantar, sin tener en cuenta las características propias de cada departamento, materia, centro o titulación, que evidentemente, no son las mismas para todos.

Viene a colación de todo lo anterior la reflexión sobre Aristóteles del geólogo e historiador de la ciencia, José Luis Amorós, en su libro La gran aventura del cristal, recién editado por la editorial Complutense: "la idea del naturalista en Aristóteles es diferente intrínsecamente a la del matemático, porque no podían reducirse a números la materia, la forma, la naturaleza...; las matemáticas eran útiles para tratar cantidades, pero no eran un sustituto de la realidad" (pág. 37)

Mucho nos tememos que en la Universidad Complutense esté ocurriendo algo similar a lo anunciado por el filósofo griego. Todo parece indicar que los hacedores de su reestructuración han sido guiados más por cantidades numéricas que por ideas aristotélicas. En todo caso, es poco probable que hayan leído la obra del estagirita. 

Aristóteles, matemáticas y reestructuración de la Universidad Complutense