jueves. 28.03.2024

VOTO “ÚTIL”, ¿qué “utilidad”?

Una reflexión al calor del 14-F.

elecciones

Antes de las elecciones de hoy, 14 de febrero de 2021, Jordi Guillot y yo protagonizamos un educado debate sobre el “voto útil” (*). Otras personas lo han abordado de forma más sectaria y no me interesa demasiado considerar sus peroratas.

Después de participar esta mañana en las elecciones al Parlament de Catalunya con lo que considero mi “voto útil”, y a la espera de los resultados, quiero recuperar la fórmula para una reflexión al respecto.

Si la utilidad que pretendemos es que conste cuántas personas pensamos de una manera determinada, de acuerdo en este caso con el programa de un partido concreto, es evidente que lo más, lo único útil, es votar a este partido. Así de sencillo, sin discusión ni preocupación. Es secundario pues qué posibilidades tiene el voto de traducirse en la realidad de la vida colectiva de forma inmediata. Pensamos en este supuesto que lo más útil es que se sepa cuántos asumimos el programa o las esencias del referido partido. Cuántos más mejor, claro, pero, si somos pocos, ya vendrán tiempos mejores, cuando lo entiendan los que aún no lo entienden. En este caso pues, sin problemas. Está claro cuál es el voto “útil”: el que damos a “los míos”.

Distinto es si la “utilidad” pretendida lo constituye el avance efectivo para la aplicación de un programa, propio o más o menos compartido. Distinta y más complicada la decisión, ya que se trata de intentar contribuir con el voto a un resultado que posibilite tal avance, y ello como consecuencia del tipo de gobierno que se pueda constituir, o, alternativamente, por la fuerte oposición que resulte frente al gobierno probable, una oposición que sea capaz de incidir en la realidad para empujar de forma eficaz en el sentido deseado. En ambos supuestos desde las instituciones y desde la acción social.

Entiendo este segundo planteamiento como el más adecuado para los que piensan, como es mi caso, que la política es una de las artes “de lo posible”. Supone, por ejemplo, plantearse si para una posible coalición es indiferente, o no, la distribución de los diputados que obtenga una u otra de sus potenciales integrantes. O si es significativa cuál sea la primera fuerza en dicha coalición. O la importancia de resultar la primera de todas las formaciones políticas que se presentan…. Entendiendo además que la adecuada respuesta a cada una de estas preguntas no puede ser ajena a la coyuntura en que se plantea. Y todo ello considerando la ley electoral, sus posibles diferencias además en su aplicación en unas u otras circunscripciones según el número de diputados a elegir en cada una…

En este segundo caso el voto “útil” puede no coincidir con la opción que sea más parecida a la utopía personal del o de la votante, sino con la que mejor puede contribuir hoy al avance para alcanzarla. Para ello conviene también una cierta reflexión sobre la “utilidad” pretendida en anteriores ocasiones y su traducción, tanto en el resultado electoral como en la gestión política posterior desde el gobierno o desde la oposición… Por todo ello, el subtítulo del artículo explicando mi opción para el 14-F era “Coincidencia en los objetivos inmediatos, eficacia y utilidad del voto”.

Considero el tema del voto “útil” como un elemento del propio debate político, en todo caso una componente, más o menos consciente, de la propia decisión del voto. Quiero por ello terminar estas notas afirmando que todos y todas, cuando votamos, votamos por lo que consideramos el voto “más útil”. No entiendo a los que tienen miedo a reconocerlo, o que les asusta la palabra. Quizás es porque desconfían de su propia decisión de voto.


(*)
Artículo de Jordi Guillot: Por qué votaré a Jéssica Albiach, a En Comú Podem, el 14F
Artículo de Isidor Boix: Porqué votaré a Salvador Illa, al PSC, el 14F.

VOTO “ÚTIL”, ¿qué “utilidad”?