jueves. 28.03.2024

Sindicalistas y empresarios: una distinta vara de medir

No seré yo quien cuestione la labor de Botín y Álvarez, pero echo de menos alguna referencia a aspectos negativos de su gestión...

Insisto, nada de bulas ni discriminación positiva para los sindicatos, pero midamos a todos con la misma vara

El fallecimiento de dos de los más importantes empresarios de nuestro país, Emilio Botín e Isidoro Álvarez, ha dado lugar a innumerables artículos laudatorios de su contribución al desarrollo de sus grandes empresas y en general a la economía española. No seré yo el que cuestione la labor de ambos, pero sí echo muy de menos alguna referencia a los aspectos negativos de su gestión, que no han sido ni pocos ni leves.

En el primer caso por sus indudables responsabilidades en la crisis del sector financiero español, aunque el Banco Santander haya sido uno de los mejores librados y en segundo lugar por el mantenimiento de unas leoninas condiciones laborales de su personal y un antisindicalismo rotundo (suelen ir juntas). Por no hablar del pequeño detalle del fraude fiscal desde los años de la guerra civil que la familia Botín ha practicado con sus depósitos opacos en Suiza.

No me hubiera molestado en mencionar estas cuestiones, sino hubiera leído con estupor un artículo de Soledad Gallego-Díaz en El País Semanal de este domingo, con unas durísimas críticas a los dos sindicatos de clase y una petición de dimisión de sus dos Secretarios Generales.

Considero a Soledad como una de las mejores periodistas de España, seria, rigurosa, siempre en posiciones progresistas, con la que suelo coincidir al 100%, aunque últimamente a veces se sitúe en posiciones, para entendernos, próximas a los análisis de PODEMOS; por ello me ha sorprendido y dolido su artículo.

Por supuesto que considero que CCOO y UGT no tienen bula y deben ser objeto de crítica como todo el mundo. En algunos de mis post he hecho más de una referencia crítica a la acción sindical de mi sindicato.

Pero de ahí a endosarles un papel fundamental en el deterioro de la vida pública de nuestro país y a señalar la permanencia de Toxo y Méndez como un obstáculo a la regeneración democrática hay un enorme abismo.

Nos movemos todavía en un maremagnum confuso en el que una jueza ha montado un macroproceso, que algunas editoriales de El País ha llegado a calificar de “Causa General”, (en alusión a los procesos entablados por el franquismo después de la guerra civil) y en el que todavía no se sabe si por parte de algunos sindicalistas ha habido errores de gestión, irregularidades administrativas o delitos penales.

Lamentablemente Soledad se suma a quienes ya han condenado a los sindicatos por corrupción.

Creo que no somos conscientes del daño que se está causando a una institución, los sindicatos, que no solo han sido decisivos para la consolidación de la democracia y el avance del bienestar social de España, mucho, muchísimo mas que el Banco Santander y El Corte Ingles. Es que sin ellos, sin fuertes, prestigiados y reconocidos sindicatos,  el futuro que nos espera será trabajar como en Malasia o Singapur. Y así no saldremos de la crisis o al menos no saldremos la mayoría de la población española.

Insisto, nada de bulas ni discriminación positiva para los sindicatos, pero midamos a todos con la misma vara.

A ver si ahora Toxo, que por cierto lleva trabajando desde los 14 años y que es muy posible que todavía no se haya tomado nunca un mes de vacaciones, va a ser el responsable de la crisis institucional de nuestro país.

Sindicalistas y empresarios: una distinta vara de medir