viernes. 29.03.2024

Renovación generacional, con ideas

Hay una amplia coincidencia en considerar que nos encontramos en un momento decisivo en la historia de nuestro país, en que tenemos que afrontar de manera ineludible grandes retos políticos, económicos...

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Todo hace pensar que la generación que protagonizó la modélica transición política de nuestro país y la inmediata posterior que consolidó el estado democrático, impulsó la políticas sociales y la plena integración en Europa, esta totalmente agotada y es incapaz de asumir esas tareas

Creo que hay una amplia coincidencia en considerar que nos encontramos en un momento decisivo en la historia de nuestro país, en que tenemos que afrontar de manera ineludible grandes retos políticos, económicos y sociales, que van  a condicionar para bien o para mal el desarrollo de nuestra sociedad en las próximas décadas.

La globalización, la salida de la crisis económica, la lucha contra el paro, la reducción de la desigualdad, el modelo de Estado (monarquía constitucional o república), las nuevas reglas de convivencia entre los pueblos de España, la consolidación de las políticas de bienestar social, la regeneración política…No son tareas fáciles y requieren ideas, voluntad, entusiasmo, capacidad de dialogo y pacto.

Todo hace pensar que la generación que protagonizó la modélica transición política de nuestro país y la inmediata posterior que consolidó el estado democrático, impulsó la políticas sociales y la plena integración en Europa, esta totalmente agotada y es incapaz de asumir esas tareas.

Hay por tanto que afrontar la renovación generacional, que en mi opinión debe ser profunda y generalizada, un cambio que es algo muy distinto a una mera liquidación por derribo o a una simple sustitución  de caras y edades, que sería un “quítate tu, que me pongo yo”.

Esta renovación generacional ha empezado ya de manera evidente. Ha cambiado el monarca, el Secretario General y la mayoría del equipo de dirección del PSOE, los máximos responsables de algunas de las mas grandes empresas del país, lo hubo en el PNV y han anunciado su marcha el coordinador de IU, el Secretario General de UGT y el líder de Anova, Xosé Manuel Beiras. Por no hablar del equipo de dirección de PODEMOS, aunque estos últimos para elaborar su programa económico ha echado mano de dos economistas no precisamente jovencitos. Y sin duda habrá más cambios, incluso en el propio PP.

Renovación generacional que debería situarse más bien por debajo de los 40 años, que por debajo de los 50 y que sin duda tenía que haberse empezado a preparar bastante antes y no esperar a que empiecen a crujir todas las costuras del sistema democrático.

Hay quien puede pensar que es un riesgo muy peligroso que problemas tan difíciles y complejos tengan que ser afrontados por gente joven con limitada experiencia y desconocida o insuficiente preparación. Pero no esta mal recordar que en 1977, con retos igualmente formidables, buena parte de la clase política, económica y sindical era joven o incluso muy joven, si bien hay que admitir que en 1977 hubo una excepcional combinación de jóvenes y maduros: Felipe, Suárez, Fraga, Carrillo y tantos otros y entre todos tejieron un consenso que permitió sacar nuestro país hacia delante.

Pero en mi opinión sería un grave error concluir que con bajar 20, 25 o 30 años la edad media de nuestros dirigentes políticos, económicos o sindicales ya tendríamos la solución. No es una cuestión de lifting o de imagen. Es imprescindible que lleve aparejada  la renovación de ideas, de propuestas, de programas.

Es cierto que hoy hay nuevas maneras de relacionarse y comunicarse, pero el debate de ideas no es asimilable a quien manda más o mejores tweets o wasaps. Y las ideas nos surgen de la nada ni de un momento  ocurrente que tenga alguien.

No necesitamos eruditos, ni coleccionistas de masters, sino personas preparadas, con formación sólida, con información rigurosa, con conocimiento de la historia de nuestro país y del mundo, con referencias ideológicas (algo muy distinto a ser meros recitadores de catecismos de izquierda o de derecha) y en la medida de lo posible con experiencia laboral y de gestión.

Gente que sepa que va a tener que gobernar uno de los estados más desarrollados y más complejos políticamente del mundo y que ello no se puede hacer con frases hechas, slogans o lugares comunes. No les va a ser nada fácil lidiar con los exportadores chinos, con la troika, con los poderes institucionales  de la Unión Europea, con las multinacionales, con los grandes fondos inversores internacionales, por no hablar de los altos cuerpos de la Administración del Estado, el poder judicial, los grandes medios de comunicación. Y no vale decir que movilizaran a la ciudadanía las veces que haga falta para vencer las resistencias y pensar que será así de sencillo.

No, no nos podemos permitir que un gobierno que encarne la renovación generacional sea apabullado, ninguneado o puenteado por poderes e intereses no democráticos. No podemos encaminarnos a pocos años vista a una frustración generalizada de expectativas de cambio, que seguramente capitalizarían los poderes más conservadores e insolidarios.

Por ello les tenemos que dar a los nuevos dirigentes jóvenes nuestro voto de confianza  sin reticencia alguna y a la vez exigirles que se preparen ellos y sus equipos desde ya para afrontar esas responsabilidades políticas, económicas, sindicales, sociales, etc. en las mejores condiciones posibles. Y ello exige, igualmente, que desde ya se les empiece a dar espacios de poder cada vez mas amplios y efectivos.

La renovación es buena, natural  e inevitable, pero mucho mejor que sea con ideas renovadas, sólidas, rigurosas, fundamentadas. Y en ese camino los viejos podremos y debemos echar una mano, siempre que sea necesario.

Renovación generacional, con ideas