jueves. 28.03.2024

Podemos es necesario

Unos malos resultados de Podemos en las próximas elecciones (todas), puede arruinar para muchos años la posibilidad de consolidar una izquierda alternativa

Poca gente discute que la creación de PODEMOS, ahora hace cinco años, vino a cubrir un importante vacío en la política española. El desgaste del PSOE, tras muchos años de gobierno, y el anquilosamiento y las divisiones internas en IU, habían ido dejando a millones de personas sin una referencia política movilizadora e ilusionante, justo en un tiempo en que la crisis, los recortes neoliberales y la corrupción hacía más imprescindible esa izquierda alternativa. El 15-M fue un claro reflejo de todo ello.

PODEMOS en unos pocos meses logró algo inaudito, sacar de sus casas a millones de personas, que con su voto les entregaron una importante capacidad de gobierno, directa o indirectamente, en el ámbito local y autonómico y llevaron al Congreso de los Diputados decenas de representantes, que jamás la izquierda alternativa había conseguido en la historia de la democracia.

La nueva fuerza política no siempre fue capaz de aprovechar bien sus posibilidades, como quedó demostrado en la negativa a apoyar a Pedro Sánchez frente a Rajoy, un grave error que aun estamos pagando. Pero en general sus representantes permitieron gobiernos progresistas en numerosos ayuntamientos y en varias Comunidades Autónomas. No era un mal bagaje para un partido recién nacido.

Cuando se hizo visible el poder político de PODEMOS y las consecuencias que ello podría tener, empezaron a acumularse las críticas, la mayoría de la derecha y de sus numerosos y poderosos medios de comunicación, pero también en sectores de la izquierda, descolocados ante la irrupción de una fuerza con la que nadie contaba y que proclamaba con entusiasmo que iban a barrer la casta política vigente.

Es muy cierto que las posiciones políticas de PODEMOS eran en buena medida de brocha gorda: la descalificación de la transición política, el ataque sin matices a toda la clase política, el rechazo al euro, las propuestas económicas poco o nada fundamentadas, la aversión al sindicalismo de clase, el rechazo global a la Constitución de 1978…Por supuesto no eran cuestiones de detalle, pero no estaría mal recordar lo que en sus orígenes defendieron el PSOE, el PCE y desde luego el PP.

Un partido que nace necesita llegar marcando diferencias, incluso siendo estridente y radical, desmarcándose de todo lo demás. Y en eso la dirección de PODEMOS lo hizo bien, aunque a mucha gente en la izquierda nos parecieran despropósitos.

Por otra parte, PODEMOS, a diferencia de otros partidos, surgió sin una referencia ideológica compartida. Cuando empecé a asistir a las primeras reuniones del Circulo de PODEMOS al que me incorporé, descubrí sorprendido que allí había anarquistas, trotskistas, excomunistas, socialdemócratas, ecologistas, sindicalistas desengañados, radicales de diversa índole, viejos combatientes que conocí en la universidad y que volvían a la lucha…. Hay que imaginarse lo difícil que eran las discusiones, lo complicado que resultaba conciliar posiciones, pero también la viveza del debate y lo enriquecedor de la diversidad de opciones y experiencias.

Esa diversidad y heterogeneidad están, en mi opinión, en el origen de las sucesivas crisis que ha padecido PODEMOS. Hacer un crisol mínimamente estable y homogéneo es una tarea titánica y desde luego imposible a corto plazo.

Además, ese proceso de solidificación ha estado sometido a los terribles embates que han sacudido la política española en los últimos años, que ha alterado profundamente la situación de todos los partidos políticos, por no hablar de las tensiones centrifugas que existen en nuestro país y las tentaciones centrípetas que seducen a las direcciones políticas.

A pesar de esa tormenta perfecta que ha asolado a PODEMOS desde el mismo día de su nacimiento, y más allá de los errores que se han sucedido, la organización ha ido madurando a pasos agigantados. Ha resituado y matizado posiciones tan decisivas como el euro, la política económica, la visión de la transición y la Constitución, las relaciones con los sindicatos de clase…Ha aprendido de su error del 2016, ha apoyado la moción de censura y al nuevo gobierno de Pedro Sánchez, ha ido reajustando algo su posición ante la crisis de Cataluña, ha sostenido gobiernos socialistas tan poco amigables como el de Castilla La Mancha o Extremadura, significativas mejoras en la política social o económica se han logrado gracias a su apoyo-presión al gobierno y hasta se ha ido desmarcado poco a poco de sus antiguas posiciones respecto a  Venezuela.

Sí, PODEMOS, al menos en su práctica política externa, ha ido madurando. Y sin embargo el proceso de sedimentación interna no ha ido a la par. La Asamblea de Vistalegre II se saldó con la depuración de buena parte de quienes se identificaban con el errejonismo, a pesar de haber logrado casi el 40% de los votos. Los errejonistas, o asimilados, pasaron a desempeñar responsabilidades secundarias, cuando no fueron cesados sin más. Empezó el lento pero continuo goteo de dirigentes y cuadros medios del partido que empezaron a marcharse a casa y buena parte de los circulos entraron en una caída de la participación.

Lo más curioso de todo es que esa depuración ha ido de la mano de una aceptación, en mayor o menor medida, de las tesis que Errejón y los errejonistas defendimos en Vistalegre II.

A pesar de ello parecía que la situación interna se había ido relajando, sobre todo con el apoyo incuestionable a la candidatura de Errejón para la Comunidad de Madrid, mas allá de episodios puntuales como la sanción a los concejales del Ayuntamiento de Madrid, que dicho sea de paso tampoco hilaron muy fino en su decantamiento por la alcaldesa.

Sobre la decisión de Errejón, ya he escrito lo que pensaba, y no insisto, mientras que la marcha de Ramon Espinar sigue siendo para mí un misterio. La situación es lo suficientemente fluida como para asegurar nada. Comparto los esfuerzos de los 10 dirigentes que han firmado una declaración pidiendo diálogo y entendimiento.

En los últimos diez días he leído y escuchado la desesperación que esta crisis esta provocando en quienes hace 15 días no tenían la menor duda sobre cual iba a ser su voto municipal, autonómico o estatal y que ahora dudan entre quedarse en su casa o en todo caso votar al PSOE.

Ya no es solo una cuestión de que la izquierda pierda el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, es que el desastre puede ir en cascada. Millones de personas se pueden quedar en casa, incluso a pesar de los graves riesgos que su abstención puede provocar.

Unos malos resultados de PODEMOS en las próximas elecciones (todas), puede arruinar para muchos años la posibilidad de consolidar una izquierda alternativa, puede hacer inviables gobiernos progresistas y en definitiva favorecer que la derecha, nada menos que esta derecha, gobierne largo tiempo.

No soy ingenuo y comprendo que la recomposición de la situación interna en PODEMOS no es nada fácil y que tras el órdago de Íñigo Errejón y Manuela Carmena, la actual dirección de PODEMOS tiene limitado margen de maniobra. Aun y así se debe intentar, aunque unos y otros tengan que tragar algunos carros y algunas carretas, porque además entre el pensamiento político de Iglesias y el de Errejón hoy en día hay más puntos de acuerdo que de desacuerdo.

Pablo Iglesias y su equipo, Errejón y su equipo, tienen que ser conscientes de que esta en juego la supervivencia de PODEMOS, de la izquierda alternativa en España y de gobiernos progresistas en España. 

Podemos es necesario