viernes. 29.03.2024

A Pedro Sánchez no le han dejado gobernar

pedro  sanchez
Foto: Borja Puig | La Moncloa

El legado de los meses de gobierno de Pedro Sánchez sin duda es positivo aunque limitado. En unos casos porque no ha dado tiempo a desarrollar adecuadamente iniciativas legislativas, en otros por el bloqueo y torpedeo realizado en el Senado y en la mesa del Congreso por parte de la derecha

A Pedro Sánchez no le han dejado gobernar. Ni el PP y Ciudadanos, ni los independentistas del PDeCat y de ERC, ni siquiera los viejos dirigentes del PSOE y algunos de sus actuales barones. A ello han contribuido también la mayoría de los medios de comunicación y un sector del poder judicial.

Demasiados y demasiado fuertes. 

Desde el momento en que el nuevo gobierno socialista empezó a anunciar sus propósitos y a tomar a algunas medidas, se movilizaron todos aquellos que no están interesados en que la cohesión territorial, la solidaridad social, la igualdad de oportunidades, pudieran tener una nueva oportunidad en clave progresista, posibilitando, en consecuencia, una futura etapa de gobiernos de la izquierda, favorecido esto último por los acuerdos logrados entre el nuevo gobierno y Unidos Podemos.

Desgraciadamente la izquierda política y social, que estamos acostumbrados a salir a la calle desde una óptica de crítica o reivindicación, no hemos sido capaces de movilizarnos desde el primer día en apoyo de las políticas de este gobierno y muy en especial en defensa del proyecto de presupuestos para el 2019. Solamente a raíz de la constitución del gobierno de las derechas en Andalucía, sectores del feminismo realizaron algunas movilizaciones y nada más. 

La izquierda hemos dejado solo al gobierno y ya desde la irrupción de Pablo Casado y la radicalización del PP y el giro a la derecha por parte de Ciudadanos, era muy evidente que no le iban a dar tregua. Nos hemos limitado a lamentarnos, asustados, de la radicalización de los dirigentes de la derecha y de las perspectivas de que ganen las próximas elecciones. 

Por su parte la dinámica enloquecida de los dirigentes independentistas ha sido la coartada perfecta para la radicalización del PP y de Ciudadanos y el ascenso de VOX

El repliegue de la izquierda tiene bastante que ver con las crisis y divisiones no resueltas en el PSOE y en Podemos, en la falta de vitalidad política en sus estructuras partidarias de base y también de un cierto ensimismamiento de los sindicatos de clase y los movimientos sociales. 

El legado de los meses de gobierno de Pedro Sánchez sin duda es positivo aunque limitado. En unos casos porque no ha dado tiempo a desarrollar adecuadamente iniciativas legislativas, en otros por el bloqueo y torpedeo realizado en el Senado y en la mesa del Congreso por parte de la derecha.

Pero también hay que admitir que Pedro Sánchez, seguramente abrumado por los feroces, múltiples y diversos ataques que estaba recibiendo, no ha sido capaz de tirar para adelante con más energía y decisión en temas importantes, como se ha evidenciado en no afrontar rapidamente el cambio en la reforma laboral o su actitud muy timorata ante el Consejo del poder judicial o su negativa a marcar pautas desde la Fiscalía General del Estado

Ha habido gestos de contenido progresista, paralizados o descafeinados posteriormente, como por ejemplo la actitud ante los salvamentos de los inmigrantes abandonados en el Mediterráneo, o la falta de empuje en materia de vivienda o energía. Lo que algunos llamarían “amagar y no dar”. 

Sin duda hay que valorar que en esta dificilísima coyuntura no todos se han dejado llevar por la cacería al gobierno de Sánchez.

Unidos Podemos logró un buen pacto con el gobierno y salvo en algún tema puntual (aunque significativo), ha sido muy leal al pacto, se comportado con una evidente madurez política y hasta el último minuto ha respaldado y a la vez estimulado la acción del gobierno. Todo ello abre enormes perspectivas de colaboración futura en la izquierda. 

Compromís han sido también una ayuda fiable, mostrando una vez más que son pocos, pero muy valiosos, lo que explica también que su portavoz Joan Baldoví sea el parlamentario más valorado.

También hay que resaltar las posiciones del PNV y muy en especial del lendakari Urkullu. Han sido exigentes, pero sensatos y honestos, se han desmarcado claramente de la aventura de los independentistas catalanes y desde luego de esta derecha radical que nos asola. 

La declaración institucional de Pedro Sánchez al convocar las elecciones ha sido modélica, aun cuando ni se comparta todo lo que ha dicho ni se pueda atribuir todo lo realizado o proyectado (hubiera sido de agradecer ese reconocimiento al apoyo de Unidos Podemos, Compromís y PNV). 

Ahora es el tiempo de lograr que los debates electorales sean rigurosos en el fondo y civilizados en la forma. A la vez habrá que convencer a todo el mundo que vaya a votar. Y sin dejar de pensar en el día después de las elecciones, donde la izquierda tendremos que hilar muy muy fino, con el propósito de que Pablo Casado no llegue a la Moncloa.

A Pedro Sánchez no le han dejado gobernar