viernes. 29.03.2024

Aún estamos a tiempo de lograr mayorías progresistas

El que se quede en casa o vote más de lo mismo el 24 de mayo, no tendrá mucha legitimidad moral para quejarse.

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Como ya he escrito en otras ocasiones, en la izquierda ha habido quienes han pensado en repartirse la piel del oso, antes de haberlo cazado. Y al menos en Madrid, el oso esta vivito y coleando y como nos descuidemos nos va a dar un buen susto.

Hay quienes han relegado al baúl de los recuerdos algunas de las ideas básicas de Marx y se han estado guiando por un desmesurado subjetivismo e idealismo (en el sentido filosófico del término). Han creído que con llenar las calles casi todos los sábados y domingos de esta legislatura con diversas movilizaciones de protesta, con denunciar las incontables tramas y casos de corrupción, con poner de manifiesto los terribles recortes sociales, con denunciar los sistemáticos incumplimientos del programa electoral del PP…etc. ya teníamos ganada lo que ahora se llama la mayoría social.

Y no. Nuestro país tiene una composición política que a lo largo de las décadas se ha mantenido bastante estable y que refleja un evidente equilibrio entre la derecha y centro derecha por un lado y la izquierda y centro izquierda por otro. En las elecciones constituyentes de 1931, en las de 1933, 1936, 1977, 1979, 1986, 1989, 1993, 1996, 2000, 2004, 2008 y 2011, no ha habido grandes alteraciones de los dos bloques políticos, salvo en dos momentos muy especiales, como fue en 1982 resultado de la desintegración de la UCD y en 1933 tras la desilusión con la primera legislatura de la II Republica, por la división de la izquierda en contraste con la unidad de la derecha y por la abstención anarquista. No ha habido, por tanto, vuelcos electorales espectaculares en nuestra historia democrática y no es fácil que los haya. Por mucho que algunos teóricos de PODEMOS quieran sustituir la identificación izquierda-derecha por la nueva de “los de arriba” y “los de abajo”, las referencias tradicionales se mantienen.

Cuestión diferente es la recomposición interna en cada bloque político. Como sucedió con la derecha y centro derecha en 1982 y seguramente va a suceder ahora en los dos lados.

Que Ciudadanos se reparta el electorado de derecha y centro-derecha con el PP y PODEMOS haga lo mismo con el PSOE e IU en relación a la izquierda y el centro izquierda, no va cambiar sustancialmente los bloques. Al final se producirá o una ajustada mayoría progresista o una ajustada mayoría conservadora. Pero el electorado conservador no va a desaparecer ni el progresista va a arrasar. En definitiva no se vislumbran grandes trasvases de la derecha a la izquierda, aunque desde luego es claramente preferible que del voto del PP se desgaje una buena parte hacia una opción más centrista como es Ciudadanos.

La clave de la cierta mayoría de centro izquierda o de centro derecha, va a estar en la capacidad que cada fuerza política tenga de tirar de la abstención de izquierdas y de la abstención de derechas respectivamente y ahí entra en juego la capacidad de ilusionar y movilizar de los partidos y de sus candidatos.

A este respecto tengo que decir que el pasado lunes asistí, cada vez más apesadumbrado, al debate en Telemadrid de los candidatos a la Presidencia de la Comunidad Autónoma; por cierto un detalle,  cinco hombres y una mujer, del PP. Gano sin duda Cristina Cifuentes, no porque me gustara a mí, que a mí ni me tiene que gustar ni me tiene que convencer, ella se dirigió, como debe ser, a su electorado ya convencido para reafirmarlo y al potencial para ganarlo. Un discurso simple, muy ideológico y a la vez  muy de andar por casa, sin andarse por las ramas, con un aplomo encomiable para ocultar o dar la vuelta a los destrozos que más de 20 años de gobierno del PP han acumulado en Madrid.

Gabilondo estuvo penoso hasta en los temas que en teoría debía conocer como es la educación, sin fuerza, sin ilusión…¡vaya negocio que han hecho los amigos socialistas con sus dos principales candidatos en Madrid! El representante de UPyD me recordó al repelente niño Vicente. El de Ciudadanos se vendió muy bien, insisto para su electorado potencial. El de PODEMOS no estuvo nada mal en contenidos pero sus intervenciones tenían poca garra. Y Luis García Montero, hizo lo que en términos taurinos se suele llamar una faena de aliño, pero no creo que ganara muchos votos esa noche.

Y así están las cosas.  Aunque aun tenemos una semana para intentar mejorar la situación.

Por eso me parece de una gran ceguera los que desde la izquierda se alegran de la continua reducción de las expectativas de voto de PODEMOS. Los votos que pierde PODEMOS es posible que una pequeña parte vayan a IU y otra al PSOE pero la mayoría se van a ir a la abstención. En otras palabras, el frenazo de PODEMOS no fortalece al bloque de la izquierda y el papel tan positivo que esa organización debería jugar de atraer jóvenes a la participación política se puede debilitar y ello es una mala noticia. 

¿Cómo sacar de la abstención a los dos millones de votantes que necesitamos en toda España para adelantar a la derecha y al centro derecha? Creo que la campaña que esta haciendo Manuela Carmena y Ahora Madrid van por la buena dirección a pesar de las insidias de Esperanza Aguirre. Porque la ciudadanía lo que pide, más que promesas deshilachadas y compromisos disparatados, es  una manera bien distinta de hacer política y de tener en cuenta la opinión de la gente.

La próxima legislatura local, autonómica y estatal, van a ser decisivas en la configuración de la España postcrisis, de ahí la importancia de conseguir gobiernos progresistas, con decisión, con honradez, con transparencia y con voluntad de participación social. Ahora es el momento de capitalizar tantas movilizaciones, tanta frustración, tanta rabia. El que se quede en casa o vote más de lo mismo, no tendrá mucha legitimidad moral para quejarse.

Aún estamos a tiempo de lograr mayorías progresistas