viernes. 29.03.2024

Más Manuela

manuela carmena 1
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Carmena tiene a su favor que no solo habla de promesas y programas, puede sacar a relucir los números y logros de su reciente gestión y ha hecho de la rendición de cuentas a la ciudadanía una bandera y un compromiso personal e institucional

Faltan pocos días para que acabe la maratón electoral que determinará el reparto final de poder institucional entre los diferentes partidos y bloques políticos, esta vez en los niveles más próximos a la ciudadanía, Ayuntamientos y buena parte de las Comunidades Autónomas, y en el más alejado, pero no por ello menos decisivo, el Parlamento Europeo. No me referiré al conjunto de la contienda, me detendré a examinar exclusivamente lo que ocurre en mi ciudad, Madrid, una parte limitada de la confrontación electoral, pero con un enorme valor simbólico y político.

El resultado electoral en Madrid va a proporcionar información y enseñanzas relevantes en dos asuntos que serán claves en la evolución de la inacabada crisis de representación política en la que seguimos inmersos: primero, en las tareas de recomposición y reorientación política que tendrán que iniciar en pocas semanas las formaciones progresistas y de izquierdas que no puede representar el PSOE; y segundo, en la delimitación del espacio político de la derecha respecto a la extrema derecha neofranquista, en el caso de que Manuela Carmena y el bloque de izquierdas obtengan más concejales, o en la reafirmación de la proximidad y alianza política entre las tres derechas, si unidas suman más que la izquierda. Todo eso, además de permitir reevaluar con mayor precisión la relación de fuerzas entre izquierdas y derechas que evidenciaron las urnas en las pasadas elecciones generales, se juega el 26 de mayo o depende en parte de lo que se vote ese día.

Lo reflejan todas las encuestas y, a poco que se ponga el oído, se puede escuchar en todas las conversaciones que tratan de las próximas elecciones municipales madrileñas: las posibilidades de revalidar un gobierno municipal progresista y de izquierdas pasan, ineludiblemente, por la actual alcaldesa de Madrid, y su candidatura de Más Madrid.

Carmena pide el voto para consolidar lo hecho en estos últimos cuatro años y dar continuidad al proyecto de seguir construyendo una ciudad abierta y una sociedad integradora y amable; para tener un Madrid más limpio, de basura, malos humos y políticos y empresarios corruptos, más verde, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático, y más feminista, poniendo la igualdad de derechos entre hombres y mujeres como una de sus grandes prioridades; para avanzar en cohesión económica, social y territorial; y para ofrecer más oportunidades al conjunto de la ciudadanía y no dejar a nadie en los márgenes de la exclusión o sin la protección del Ayuntamiento.

La continuidad de Carmena como alcaldesa de Madrid va a depender de muy pocos votos y de muy pocos concejales. Como en 2015, cuando por la mínima (29 concejales frente a 28), Carmena salió elegida y Madrid pudo romper con ese funesto último cuarto de siglo (1991-2015) en el que, nadie debería olvidarlo, manzanos, gallardones y botellas pusieron al Ayuntamiento de Madrid al servicio de la corrupción organizada y el latrocinio que protagonizó el PP en colusión con una poderosa minoría económica y con una no menos influyente jerarquía católica encantada de mantener sus privilegios económicos, sus negocios educativos y su capacidad de adoctrinamiento religioso con el objetivo de intentar imponer a la sociedad civil sus creencias y dogmas morales.

Carmena tiene a su favor que no solo habla de promesas y programas, puede sacar a relucir los números y logros de su reciente gestión y ha hecho de la rendición de cuentas a la ciudadanía una bandera y un compromiso personal e institucional. Tiene, además, unas maneras de ser y estar al frente del Ayuntamiento y de relacionarse con la ciudadanía que le permiten ir en Metro a su puesto de trabajo en Cibeles y que la distinguen de sus infaustos predecesores y de la mayoría de los fatuos políticos al uso.

El 26M, en Madrid, hay demasiados riesgos de que ganen las tres derechas (en las recientes elecciones generales del 28 de abril sumaron en el municipio de Madrid un 53,58% frente al 43,55% que sumaban PSOE y UP) como para jugar a marcar diferencias o promover enfrentamientos con otras opciones progresistas. No se pueden despreciar los logros de la gestión del Ayuntamiento de Carmena o minusvalorar su imprescindible contribución a la regeneración democrática de la vida política madrileña, ni olvidar quiénes son y qué intereses defienden las tres derechas, que son la única alternativa real y los verdaderos contrincantes. Recuerden sus siglas, porque sus nombres y políticas son intercambiables, PP, Cs y Vox unirán votos y concejales para gobernar el Ayuntamiento de Madrid si el resultado electoral se lo permite.

Carmena necesitará el apoyo de todos los votos y concejales progresistas y de izquierdas, no sólo los de Más Madrid, también, de los ediles del PSOE y, en caso de que los consiga, de los de Madrid en Pie Municipalista. Y ahí está uno de los problemas cruciales, si la plataforma formada por IU, Bancada Municipalista y Anticapitalistas podrá superar el listón del 5% de los votos válidos (más de 81.500, en el caso de que la tasa de participación sea similar a la de las últimas elecciones municipales de 2015) y transformarlos en concejales. Objetivo muy difícil, sino imposible. Se tome la referencia que se tome, los números no salen: los resultados obtenidos por IU en 2015, las últimas elecciones municipales, con 27.869 votos o un 1,71%; la macroencuesta del CIS, 1,5%; la reciente encuesta de Sigma Dos, 1,5%. Si llegan a ese umbral mínimo del 5%, sus ediles tendrán que entenderse con los del PSOE y Más Madrid; si no lo alcanzan, esos votos irán a la papelera y no contribuirán a impedir que la derecha vuelva a gobernar el Ayuntamiento de Madrid.

¿Es tan difícil reconocer lo mucho que ha hecho bien este Ayuntamiento progresista y lo mucho que ha cambiado Madrid en los últimos cuatro años?

Naturalmente, Carmena y el Ayuntamiento que ha presidido no han hecho todo lo que querían y algunos de los resultados de su gestión han sido cuestionados y son cuestionables y, por ellos, ha recibido y sigue recibiendo su dosis de fuego amigo y enemigo, con las correspondientes merecidas o inmerecidas críticas. Lo normal en la gestión institucional y en el juego político democrático. Y más normal aún en una campaña electoral. Pero no parece muy juicioso que ninguna de las opciones de izquierdas sustente su campaña electoral en críticas a la gestión de Carmena en lugar de centrarse en cómo continuar la labor realizada, cómo consolidar la apuesta por un Ayuntamiento progresista al servicio del conjunto de la ciudadanía y la mayoría social y en qué cambiar y mejorar lo que consideren reformable o mejorable. ¿Es tan difícil reconocer lo mucho que ha hecho bien este Ayuntamiento progresista y lo mucho que ha cambiado Madrid en los últimos cuatro años? No se trata de ocultar las diferencias o las críticas, se trata de ponerlas en contexto y de encauzarlas en una campaña electoral que no arrastre a la división y explique qué se quiere hacer y con quién, en lugar de resaltar los posibles y discutibles errores o insuficiencias de un Ayuntamiento que, para colmo, ha estado la mayor parte de su gestión cercado por normas presupuestarias impuestas e interpretadas por el Gobierno de Rajoy.

No se puede perder de vista el principal objetivo en estas elecciones municipales: mantener el Ayuntamiento en manos de personas y fuerzas políticas que han demostrado que se pueden gestionar los asuntos públicos manteniendo las manos limpias, sin robar ni lucrarse y sin financiar campañas electorales o gastos partidistas. 

Un aspecto muy sobresaliente del tipo de liderazgo que encarna Carmena se va a poder observar de nuevo el 26M, cuando las urnas demuestren que, pese a los errores cometidos por todas las partes en la configuración de las opciones electorales surgidas de Ahora Madrid, Carmena mantendrá buena parte de los votos conseguidos en 2015 y seguirá siendo la política más votada, además de la mejor valorada por la ciudadanía madrileña. Se volverá a mostrar, para quien quiera verlo y sacar las correspondientes enseñanzas, en qué consisten las políticas favorables a un cambio posible y cómo son las líderes y las opciones electorales transversales que se dirigen al conjunto de la ciudadanía para mejorar la ciudad y la convivencia y para realizar políticas de protección de las personas y sectores sociales que más necesitan de las instituciones. Actúen y voten en consecuencia. 

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