Se nos van los mejores. Nos dejan. Las huellas borradas por el oleaje. Queda, quizá, la palabra escrita, la mirada clara y sabia. Catalunya ha perdido a una persona sabia cuando más la necesitaba. España ha perdido un hombre sabio cuando más lo necesitaba. Tendemos a creer nuestras verdades, nuestras certezas. A hacerlas buenas y necesarias. El estudio de la Historia ha dado gente de pensamiento claro que ha señalado los comportamientos colectivos e individuales que nos llevan al desastre, y a la gente que arenga en esa dirección. Todos terminaremos uniéndonos al todo o a la nada. A eso juegan ciertos políticos actuales. Por eso, hoy más que nunca, es necesario tender puentes, desmentir tradiciones inventadas, descubrir la poesía en el sueño social que aún pervive en los corazones de gente sencilla, callada, grandiosa en su aparente insignificancia. Se nos van los mejores, a vivir otros mundos distintos. Se nos fue Josep Fontana, Historiador con mayúscula, catalanista social (de esa especie que ahora debería gobernar Catalunya y España), cuando era más necesario. Es nuestro sino. Josep Fontana era de esa gente. Que la tierra le sea leve y que el camino que transite en el Universo sea plácido y enriquecedor.