jueves. 18.04.2024

Lejos del mundanal ruido político

En medio de todo el ruido político (que es como decir mediático) de estos días, que es el ruido de la actualidad...

En medio de todo el ruido político (que es como decir mediático) de estos días, que es el ruido de la actualidad y de la vida irreal de este país en el que todo es política, los gritos, las amenazas, las descalificaciones a bulto, el “¡y tú más!”, los titulares de las portadas de los periódicos, la parcialidad informativa, la basura de la televisión, los espectáculos culturales, los best sellers y hasta el fútbol… todo política. En medio de este carnaval, decía, yo me he pasado tres días inmerso en las páginas de Días de Nevada, de Bernardo Atxaga, tres días en Reno, “Siempre hay silencio en Reno, incluso de día”, días de absorto agradecimiento por esa escritura, tan reconocible, entretejida precisamente de silencios, como una suite, como un haiku. De la prosa de Atxaga emana una calma de bosque profundo, de montaña solitaria, una voz pausada y limpia, imaginativa y de una altísima calidad literaria. Su lectura ha sido como encontrar un oasis de tranquilidad e inteligencia que ahora duele abandonar.

La voz de Atxaga es para mí como la de un viejo amigo, alguien a quien conozco desde siempre, que cada cierto tiempo me escribe al oído historias inolvidables como Obabakoak, El hombre solo o El hijo del acordeonista, y que en esta ocasión ha querido ir más allá de la ficción y urdir un maravilloso juego de resonancias literarias y personales a través del relato de los diez meses que, entre los años 2007 y 2008, pasó en Reno con su familia como escritor visitante de la Universidad de Nevada. No obstante, enseguida comprendemos que Atxaga disecciona lo real con cirugía literaria y que, casi sin darnos cuenta, lo que parecía una crónica se ha convertido en una novela; él, su familia y amigos, en personajes; sus sueños, que detalla minuciosamente, en cuentos breves y extraordinarios; los desiertos de Nevada, en las montañas legendarias del País Vasco; la urgencia del presente, en la memoria lenta de su infancia y su juventud…

Dentro de las páginas de Días de Nevada, la realidad se vuelve sutil, inteligente, bella a pesar de todo (porque también están presentes la violencia y la muerte). Afuera, sin embargo, la irrealidad vulgar de la política, que todo lo salpica y corrompe estos días, me parece cada vez más ensordecedora, más ruin, más falsa y vacía, un desierto que rodea y constriñe el silencioso oasis de nuestras vidas cotidianas. 

Lejos del mundanal ruido político