viernes. 19.04.2024

Dios, Rey, Estirpe y Twitter

Mientras Cristina de Borbón y su marido venden su doméstico palacete de Pedralbes por unos discretos siete millones de euros...

Mientras Cristina de Borbón y su marido venden su doméstico palacete de Pedralbes por unos discretos siete millones de euros y el rey arenga a la nobleza (duques y otros “grandes” de las revistas del corazón), recordando la exigencia que supone eso de “llevar un gran nombre”. Textualmente: “En la España constitucional sabéis bien que vuestros nombres no comportan más que un gran honor; honor que implica responsabilidad y conlleva unas obligaciones para con vuestros antepasados, con vosotros mismos y con España”. Mientras el arzobispo de Santiago clama contra “la indiferencia religiosa” y “el olvido de Dios” a propósito de la sensata decisión de los nuevos alcaldes de Santiago y A Coruña de no participar en ofrendas, misas y procesiones católicas en nombre de la ciudadanía, y, por si esto fuera poco, se acerca una nueva edición de la muy internacional tomatina de Buñol… Mientras seguimos anclados a esta España medieval, el país entero se lleva las manos a la cabeza por los cuatro chistes que el que iba a ser concejal de cultura de Madrid vertió en Twitter hace ya algunos años, mucho antes de iniciar su aventura política. Los chistes de Guillermo Zapata ya los habíamos oído antes, siempre han circulado por ahí. Los hay peores, tanto o más desagradables. Hay chistes sobre negros y gitanos, sobre homosexuales (en realidad, sobre “maricones”, por si alguien no cae ahora mismo)… en fin, la lista es larga. Zapata ha sido elegante en sus disculpas y en su retirada. No ha buscado excusas para justificarse. Del contexto (que lo hay) en el que decidió incluir esos chistes se ha hablado poco. Ahora ya no importa, tras semejante ataque mediático todo sonará a excusa vaga e insuficiente. Prescindamos, pues, del contexto y, al grito de sálvese quien pueda, que cada uno se haga responsable de los chistes que haya contado en el pasado y se guarde mucho de los que vaya a contar a partir de ahora, aunque sean de Joaquín Reyes, de Chiquito o del mismísimo Gila.

Y es que si tiramos de hemeroteca… Allá por los años ochenta, por poner un ejemplo, el diputado Rajoy escribió algunos artículos en el Faro de Vigo donde decía cosas como “La estirpe determina al hombre y es un hecho objetivo que los hijos de buena estirpe superan a los demás… La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético…”, y ¿saben qué es lo peor? Que no se trataba de ningún chiste.

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