jueves. 28.03.2024

Tiempo de evaluar

Ha pasado un año ya desde que una marea ciudadana muy importante apostó por el cambio político en Navarra. Todo cambio tiene dos efectos: desplazar y emplazar. Navarra desplazó al gobierno que le había dirigido durante más de veinticinco años y emplazó a un nuevo gobierno

Los sociólogos no somos adivinos. Si lo fuéramos, nuestra herramienta de trabajo sería la bola de cristal. Analizamos los hechos y los factores que los condicionan. Pero sobre todo, intentamos describir las tendencias sociales. Dentro de “ese atrapar” por dónde va la sociedad, las encuestas son una herramienta diagnóstica importante. Un instrumento que debe realizarse con rigor y presupuesto suficiente; no a subasta. No quiero echar sal en la herida, pero todavía recuerdo la encuesta preelectoral del Parlamento de Navarra de hace dos años. Pronosticaba 18 escaños para Podemos (sacó 7); a UPN le concedía 8 escaños (obtuvo 15); proyectó 11 escaños a Bildu (sacó 8); para Geroa 4 (tuvo 9) y así... Por cierto, nadie pidió garantías sobre la calidad de esa encuesta pagada por el Parlamento.

Así pues, bienvenidas sean las encuestas; pero mi criterio es priorizar los análisis sobre resultados palpables más que las expectativas posibles. Y en ese análisis de los hechos, el 26 de junio nos deparará un importante barómetro político para Navarra, como hace seis meses. Cierto es que la ciudadanía no decide en estos comicios el Gobierno de Navarra sino el de España. Pero servirá para medir la aceptación ciudadana a los diferentes partidos navarros en su labor de gobierno o en su labor de oposición. Así lo han entendido los propios partidos. De tal manera, que algunos propusieron coaliciones electorales para visualizar el apoyo a lo que denominan el Gobierno del Cambio. No llegó a fructificar la propuesta, ni siquiera al Senado.

En diciembre, en las anteriores elecciones generales, las opciones que rechazaron la investidura de la actual Presidenta del Gobierno de Navarra, UPN-PP, seguían en minoría. Prácticamente, se reproducían los mismos parámetros cualitativos de deseo de cambio que se dieron en las elecciones forales. Cierto es que se visualizó una importante pérdida de apoyo hacia la opción que preside el gobierno. Este hecho les advirtió de la necesidad de abrir un tiempo de reflexión, tal como anunció su propio portavoz parlamentario. Desconozco el resultado de dicha reflexión.

Ahora, los partidos se enfrentan, de nuevo, a otras elecciones. Algunas cosas pueden analizarse antes del resultado. Quizás, lo más novedoso, también en Navarra, sea la coalición Podemos-IE. Supone un claro refuerzo de las posiciones de izquierda social entre los partidos que apoyan al gobierno que puede condicionar la actuación futura del Gobierno. Por otra parte, el nuevo abrazo de UPN-PP, que se argumenta desde la necesidad electoral, va uniendo a esos dos partidos de manera mecánica. Finalmente, una menor participación en estos comicios puede reforzar a partidos con electorado muy fiel, como Bildu o UPN. En definitiva, antes de empezar el partido ya tenemos algunas claves políticas de valor.

Tiempo de evaluar. Ha pasado un año ya desde que una marea ciudadana muy importante apostó por el cambio político en Navarra. Todo cambio tiene dos efectos: desplazar y emplazar. Navarra desplazó al gobierno que le había dirigido durante más de veinticinco años y emplazó a un nuevo gobierno. Lo primero ya está hecho y amortizado; ahora se trata de ver cómo le va al que gobierna en la actualidad. Veremos qué opinión tiene la ciudadanía navarra. De ello, daremos cuenta antes de meternos en el verano.

Tiempo de evaluar