viernes. 29.03.2024

El espejo de la madrastra de Blancanieves

Dejemos el espejo mágico de la ideología publicitaria y cultural para el fin que pretende;  que no es otro que consumir y consumirnos. 

La vanidosa y malvada madrastra de Blancanieves tenía un mágico espejo que siempre le reportaba que ella era la más guapa. Lógicamente se miraba en él todos los días. Algo así pasa cuando proyectamos la imagen de nuestra actual sociedad. Visualizamos una sociedad juvenil, fresca, cuando la realidad es otra.

Los atributos sociales, los memes,  que nos trasmiten los medios de comunicación, la publicidad, los instrumentos de difusión social, están, casi siempre, portados por personas  jóvenes que sobresalen al resto de población. La juventud y las personas que portan esa cualidad son mostradas como un valor social emergente.  Incluso, los partidos recurren a ellos para configurar sus candidaturas y mostrar imagen de renovación. Pero esto no deja de ser un espejismo. La realidad social hegemónica, en términos demográficos, es otra. También en términos de relevancia social. La juventud está minorizada socialmente. Poblacionalmente, pierden peso específico. Laboralmente, no encuentran un empleo normalizado que les proporcione una integración social. Políticamente, la gerontocracia no pierde espacio. Es decir, la juventud nunca ha estado tan marginada en términos objetivos y nunca ha estado tan imaginada.

Sin ir más lejos, en Navarra, el  número de jóvenes navarros menores de 25 años se reducirá un 6 por ciento en la próxima década, según  proyección de población del Instituto Nacional de Estadística (INE). El escaso número de nacimientos debido a la baja tasa de fecundidad y  el descenso de la población extranjera son causas de ello. Dentro de 7 años, en el 2022, una de cada tres personas será mayor de 64 años. Esa es la realidad social que tendremos, una Navarra muy talludita.

Podemos seguir engañándonos en términos culturales, incluso personales. Intentando detener el tiempo bajo el complejo de Peter Pan. La realidad será otra. Cada día,  veremos menos jóvenes y más adultos. Por mucho que la publicidad nos secuestre la realidad  con el discurso de lo joven como algo prometedor, atractivo y espléndido.

Deseo y realidad son dos ejes que se deben complementar; como el Yin y Yang. En las próximas décadas, uno de los mayores retos de innovación, junto con los servicios públicos, será canalizar  socialmente a  una población muy adulta que se siente joven, con ganas de vivir,  de aportar. El Capital Humano Senior será una de las mayores riquezas sociales que dispondremos para construir una Sociedad en Común. No solo en términos de voluntariado social, también de riqueza cultural. Y que mejor vía para ello que el diálogo intergeneracional. Un diálogo sobre valores, sobre formas de entender la vida. En la que se conciba un proyecto comunitario incluyente generacionalmente. Los jóvenes son emergentes porque son nuevos en la sociedad y se les debe dar paso en ella. Los mayores son expertos porque tienen un recorrido y su sabiduría no se puede despreciar.

Dejemos el espejo mágico de la ideología publicitaria y cultural para el fin que pretende;  que no es otro que consumir y consumirnos. Veamos la sociedad como una fuente de pluralidad, de mestizaje,  donde la edad no deja de ser sino una situación transitoria.

El espejo de la madrastra de Blancanieves