sábado. 20.04.2024

Los otros griegos de Europa

Vassilis llegó a España hace un par de años, arrastrado por las urgencias que desató el amor durante unas vacaciones...

Vassilis llegó a España hace un par de años, arrastrado por las urgencias que desató el amor durante unas vacaciones y, de paso, en busca de un futuro que su Grecia natal comenzaba a negarle. Con el inglés como lengua franca, apenas era capaz de introducir en la conversación un "hola" o un "gracias". Sin embargo, unas semanas después, se hacía entender en un castellano corto en vocabulario pero correcto, con una cadencia, ritmo y acento más propios (creíamos) de Valladolid que de Atenas.

No hay magia en ello. La música interna y el fraseo de ambos idiomas son muy familiares. En los fragmentos de los discursos de los candidatos griegos que se cuelan de fondo en las noticias de radio o televisión nos reconocemos en sus pausas, tiempos, cadencia al hablar. E identificamos claramente palabras que tenemos por propias: crisis, democracia, ética, política…

Con esas palabras, Syriza ha construido un relato armónico a oídos de los europeos del sur en un lenguaje que nos suena más cercano e inteligible que el discurso dominante. Propone una batería de medidas basadas en la moratoria de la deuda, un “New Deal” para el continente financiado por el Banco Europeo de Inversiones y cuatro pilares de acción: atender la crisis humanitaria del país, relanzar la economía, crear empleo y transformar el sistema político.

El programa marco abarca desde el subsidio de luz, calefacción, transporte, medicinas, vivienda y alimentos para los más castigados por la crisis a la limitación de cargas tributarias y reestructuración de deuda a las familias y pequeñas empresas, pasando por reformas fiscales en busca de mayor progresividad en la recaudación y la creación de un Banco de Desarrollo.

Apuesta por devolver la iniciativa inversora al Estado, destinando 3.000 millones de euros durante el primer año de mandato a la creación de 300.000 empleos, en un mercado laboral que que volvería a estar sujeto a convenio colectivo y bajo el paraguas de un salario mínimo de 751 euros. Y completa sus compromisos con otras actuaciones, como la reforma de la administración y la organización territorial, el aumento de los cauces de participación democrática, la desaparición de la inmunidad de los cargos públicos o el restablecimiento de los medios de comunicación de titularidad estatal.

Estas promesas están recogidas en la llamada “Declaración de Salónica”, documento base para la acción del ejecutivo, que estima en 11.382 millones de euros su coste y que espera financiarse mediante fondos europeos, el aumento de la recaudación por cuotas atrasadas y la reducción del fraude fiscal.

Resta saber si la victoria de Tsipras tendrá reflejo entre los otros griegos de Europa, las naciones más castigadas por la crisis, donde se comparten ampliamente muchas de sus tesis. De momento ha despertado interés, curiosidad, esperanza y, en buena parte de la izquierda europea, el deseo de reconstruir en un lenguaje propio un relato común, de aprender, como tuvo que hacer Vassilis, a nombrar el futuro de nuevo.

Los otros griegos de Europa