jueves. 28.03.2024

Marte, las catalanas y el elefante

Artur Mas se felicita por la victoria aunque, casualidades de la vida, cierta justicia poética le deje a falta del 3%.

El agua en Marte está ahí. Un poco borrosa la foto, si quieren, pero está ahí. Lo relevante es el agua. Y sólo después de convenir en ello nos ponemos estupendos detallando si aparece en forma de hielo o en corrientes estacionales, en superficie o subterránea, si es dulce o salobre. Y si en lugar de agua la NASA hubiera visto, qué se yo, un elefante, pues hablaríamos del elefante.

En Cataluña, por el contrario, se ignora la cuestión de fondo, el derecho a decidir, una demanda tan evidente como un paquidermo en el salón. Y nos entretenemos con el parloteo de si las elecciones han sido autonómicas o plebiscitarias, si priman los escaños sobre los votos o viceversa o cuál es el porcentaje exacto que distingue el éxito del fracaso. Disquisiciones que no llevan a ninguna parte, como diría Rajoy.

En lo del agua, la cuestión es simple y se dirime con el análisis imparcial de los datos. Aquí en la Tierra, la realidad se desdobla, como en el imaginario experimento del gato de Schrödinger, en función de la mirada del observador.

Artur Mas se felicita por la victoria aunque, casualidades de la vida, cierta justicia poética le deje a falta del 3%. Rivera canta por generales el “Yo soy español, español, españoooool”. Iceta baila sobre la tumba de un PP con la vista puesta en diciembre y la CUP se felicita por los resultados pese a que le aguarda negociar un gobierno con la derecha “austericida y europeísta”. Es cierto que Podemos atisbó a ver lo que de lejos parecía una trompa, pero ya piensa también en clave nacional y con dudas sobre la centralidad equidistante, ese espacio que en las catalanas quedó más desangelado que un mitin de Duran Lleida.

En lugar del mero recuento de vasos y platos, hay quien esperaba como agua de Marte el debate sobre el derecho a decidir y cómo engarzarlo en un proyecto común, si es que eso aún resulta posible. Pero todo indica que preferimos dejar al elefante vagando entre la vajilla. Verás como al final algo se rompe.

Marte, las catalanas y el elefante