viernes. 29.03.2024

Pensiones: uno de los grandes engaños

El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda a España trabajar más años y no subir más de un 0,25 % las pensiones, además nos dice que es necesario incentivar los planes de pensiones privados. Me pregunto ¿Cómo podemos seguir creyendo las recetas del FMI cuando han traído tantas desgracias a todos los países en los que ha intervenido, entre ellos nuestro país? Pero también los emergentes de Asia, muchos del Sur y Centro de América e incluso africanos. ¿Qué razones inconfesables lleva a un organismo creado para ayudar a los países a poder aguantar crisis a hundirlos de forma inmisericorde? Pero sus descabelladas recetas son seguidas a pies juntillas no sólo por las élites interesadas, sino también por ciudadanos ciegos a la mínima lógica económica.

Recordando a Warren Mosler, economista referente de la Teoría Monetaria Moderna (TMM); si un robot o un grupo de personas pudieran realizar productos y servicios que abastecieran a la totalidad de la población realmente esto es lo que mantendría a las personas con las necesidades cubiertas, no si hay o no más dinero que es una convención social. No debemos cansarnos de recordar que el dinero, sea la forma social que tenga, no se come. Lo que nos hace ricos son los productos y servicios que podemos producir y servir. No nos dejemos engañar con cálculos interesados: que cada trabajador soporta varias pensiones, que el fondo de pensiones se acaba, que la generación del Baby Boom llega a la jubilación, etc. Debemos recordarnos que nunca en la Historia de la Humanidad hemos sido tan ricos y, sin embargo, hemos repartido la riqueza de manera más desigual.

El particular diseño del sistema de pensiones de nuestro país y el márquetin que se lleva a cabo por políticos neoliberales y aquellos poderosos que tienen interés en ello nos han hecho pensar que las pensiones se pagan con la hucha de las pensiones. Pero es solo una posibilidad más. De hecho el fondo de pensiones es un invento reciente, y, desde mi particular punto de vista, está sirviendo como singular “varita mágica” que hace fácil el engaño de los poderosos para que el sistema público de pensiones sea desactivado. Uno de los grandes avances de nuestra sociedad que ha funcionado perfectamente y contribuido al merecido descanso de generaciones se quiere hundir para beneficio de fondos privados e intereses particulares. De esta forma tenemos fondos de pensiones que tienen más poder que países enteros.

Pero es que ni siquiera nuestro gasto es particularmente alto: “gastamos 2,3 puntos porcentuales del PIB menos que la media de la eurozona en pensiones de jubilación (y 0,8 puntos porcentuales menos en total de pensiones). El 70 % de las pensiones pagadas no superan los 1.000 euros mensuales y abocamos a nuestros pensionistas a la pobreza. Así el 20 % de las pensiones contributivas y la totalidad de las no contributivas están por debajo del umbral de pobreza.” Y estos no son datos de organismos ideologizados, son datos recogidos de la base de datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Los economistas que no están influidos por los poderes económicos, que no han sido aducidos por la corriente fundamentalista del mercado; pensamiento único, nos lo dicen muy claro: “si ahora la Seguridad Social está en déficit no es porque la generación del baby boom se haya jubilado y haya demasiados pensionistas; está en déficit porque los ingresos por cotizaciones se desplomaron como consecuencia de un incremento desorbitado del desempleo. Actualmente hay millones de personas en nuestro país que quieren tener un empleo remunerado pero no lo consiguen. Si aumentamos la tasa de natalidad o la inmigración, ¡tendremos más parados![1]”

El paro juvenil es otra de las consecuencias perversas de la lucha privada por hacerse con el dinero de los ciudadanos, incrementando los fondos de pensiones privados y el  poder de unos pocos en perjuicio de la mayoría. Tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de nuestra Historia, a la que hemos dedicado muchos recursos y tiempo y, sin embargo, la escamoteamos la posibilidad de trabajar y fomentamos en ella la indolencia, perdiendo conocimientos valiosos y recursos importantes para el desarrollo social y el mantenimiento de un Bienestar Social para todos.

La ceguera de nuestra sociedad está llegando a extremos preocupantes. Miramos pero no vemos ni castigamos la corrupción, no vemos la dolorosa situación de nuestros jóvenes sin presente y sin futuro, esquilmamos las pensiones y queremos deshacernos de nuestros mayores. Son indicios de una sociedad sin futuro.

[1] Garzón, Eduardo (2017) Desmontando los mitos económicos de la derecha: Guía para que no te la den con queso. Atalaya.

Pensiones: uno de los grandes engaños