miércoles. 24.04.2024

Un nuevo paradigma económico: Teoría Monetaria Moderna

En las organizaciones introducir novedades suele ocasionar gran resistencia, lo que se llama resistencia al cambio. En las sociedades el cambio tiene que lidiar con la resistencia de aquellos grupos que tienen interés en que nada cambie, en que todo permanezca igual porque la vida les sonríe. En las sociedades desarrolladas de hoy en día, hay quién pone palos en las ruedas; aquellos que se resisten, son las élites poderosas que utilizan los medios de comunicación y los centros de poder, políticos o empresariales, para hacer imposible transitar por otros derroteros económicos que no sean aquellos de los que sacan partido a pesar de que puedan perjudicar a otros.

El paradigma neoliberal que nos viene azotando desde los años setenta del anterior siglo se corresponde con el “apáñate como puedas”, cada uno tiene que lidiar con sus problemas en un mundo competitivo en el que hay ganadores y perdedores. Los bienes esenciales, incluso, sólo están al alcance de quién se los merece. El Estado no tiene que intervenir en los asuntos del mercado, el mercado por sí mismo encuentra las mejores soluciones a los problemas económicos; decide como optimizar la producción y como distribuir los bienes a la población de la mejor forma. La empresa privada es, por tanto, la solución y nada está fuera del alcance de su mano acaparadora. Se privatiza hasta la vida privada.

La realidad constatada es que este sistema ni es justo: no tienen más aquellos que más se esfuerzan y más se lo merecen; ni da las mismas oportunidades: en la línea de partida unos están en perfectas condiciones, otros son cojos, otros ciegos, etc., y durante la carrera algunos son ventajistas y no respetan las reglas de juego fijadas; ni es ético: destroza la vida de muchas personas, incrementa la desigualdad y la pobreza, agudiza la discriminación de todo tipo y la existencia de clases; ni mantiene un equilibrio generacional: “Los extraordinariamente altos índices de paro juvenil harán que el daño perdure durante generaciones y que la prosperidad futura se vea debilitada mediante un séquito de jóvenes desempleados que entrarán en la vida adulta sin experiencia laboral y con una creciente  sensación de distanciamiento con respecto a las normas sociales predominantes.” El listado podía hacerse interminable, pero paremos aquí.

Frente a este paradigma, tenemos varias alternativas a pesar de que se nos machaque con lo contrario y afiliados a un pensamiento gregario no sepamos discernir mejores posibilidades. Una alternativa económica que nos trae una nueva racionalidad esperanzadora es la Teoría Monetaria Moderna considerada una corriente postkeynesiana que ofrece las herramientas y argumentos para subvertir la austeridad y el desempleo característico del capitalismo en el que nos movemos. Veamos algunas de sus consideraciones:

El dinero es un crédito o una relación de deuda. Actualmente y esencialmente las monedas son “fiat” es decir basadas en la confianza y no respaldadas por ningún activo real. Representan una promesa de pago que puede ser creada por todo el mundo. La clave para convertir estas promesas en dinero es que cada vez más personas o instituciones las acepten.

La economía personal o familiar funciona de forma diferente a la macroeconomía. Un principio fundamental de la contabilidad establece que por cada activo financiero existe un pasivo financiero que lo compensa. Si el sector público, por tanto, mantiene superávits presupuestarios permanentes (si gasta menos de lo que recauda en impuestos), el patrimonio financiero neto del sector privado será necesariamente negativo. Se establece así la ecuación: balance privado + balance público + balance exterior = 0.

El déficit público es una forma importante de crear dinero y riqueza, otra es la que crean los bancos privados con la concesión de préstamos. El déficit público no se considera ni bueno ni malo, tan solo es una herramienta para alcanzar los objetivos que nos proponemos como sociedad (entre ellos mayor producción y menor desempleo).  El Estado debería aumentar los impuestos sólo si los ingresos del público son tan altos que amenazan con provocar inflación. Además sólo debe emitir bonos solo si hay presión a la baja sobre las tasas de interés, drenando las reservas excedentes de los bancos para mantener la tasa objetivo del Banco Central.

El gobierno, cuando es emisor de su propia moneda, siempre puede permitirse gastar más (ya que siempre puede emitir más moneda), pero si no puede imponer y recaudar impuestos, no encontrará la suficiente predisposición a aceptar la moneda nacional a la hora de realizar sus  compras en moneda nacional.

El objetivo, en consecuencia,  de toda regulación de la actividad económica ha de conseguir que la cuantía del gasto no sea ni demasiado pequeña (lo que produciría desempleo), ni demasiado grande (lo que daría lugar a la inflación).

El endeudamiento continuo del sector privado es insostenible como se ha podido comprobar con las dos crisis sistémicas más conocidas: La gran depresión de 1929 y la gran recesión de 2007. El endeudamiento público, sin embargo, suministra liquidez creando dinero cuando el sector privado lo necesita.

Los bancos prefieren dar créditos antes que poseer activos, ya que reciben los intereses de los deudores. Los bancos siempre están dispuestos a dar créditos a aquellos que pueden devolverlos, cuando no es así se entra en un bucle peligroso. En el mundo real de hoy en día, además los bancos extienden el crédito creando al mismo tiempo los depósitos, las reservas las buscan más tarde. Esto se ha demostrado claramente con los resultados habidos tras el incremento de reservas bancarias habidas al inyectarse dinero a los bancos. Todos fuimos conscientes de que el crédito seguía sin fluir ya que el crédito se aumenta cuando es solicitado por aquellos que tienen posibilidad de devolverlo  y para esto las posibilidades económicas de los deudores deben ser suficientes y, sin embargo, la austeridad ha contribuido a empeorarlas sensiblemente.

En resumen, tenemos una alternativa racional que debemos analizar debidamente para no estrellarnos tozudamente contra el mismo muro. Recordando a Einstein si hacemos siempre lo mismo obtendremos los mismos resultados y no me parece que podamos echar campanas al vuelo con la situación económica actual de España y Europa (aunque algunos lo hagan), situación que hemos alcanzado gracias a las políticas de austeridad y la hipocondría del déficit. En el análisis, sin embargo, no debemos olvidar a Keynes que nos avisaba de que éste no puede hacerse sin referencias a la política y a la ética.


El filósofo y científico Thomas Kuhn dio a paradigma su significado contemporáneo cuando lo adoptó para referirse al conjunto de prácticas que definen una disciplina científica durante un período específico.

Mitchell, William (2016). La distopía del Euro. Lola Books.

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