viernes. 29.03.2024

Globalización e internacionalización de la economía

¿Qué ocurriría si consideráramos a la tierra como un sólo Estado federal en el que todos fuéramos ciudadanos con derechos, obligaciones y unas necesidades básicas y dignas cubiertas?

La globalización mal llevada, cómo se está organizando en la actualidad, requiere un esfuerzo a los países para producir más y más barato y requiere ampliar sus mercados para que sus exportaciones sean superiores a las importaciones y obtener así un superávit en la balanza comercial. Esta obsesión, propia de este mundo neoliberal, lleva consigo un montón de problemas para la vida del hombre y es una de las contradicciones del sistema económico  vigente que ha sido bien analizada por los teóricos.

En esta globalización los países se aprovechan unos de otros intentando sobresalir pero necesitándose para mantener el equilibrio necesario. Así nos dice Mason: “El superávit comercial de Asia con el resto del mundo, el superávit de Alemania con Europa, la incesante acumulación de deudas de otros países en las carteras de valores de los exportadores de petróleo...Ninguno de esos fenómenos era una anomalía; al contrario, fue lo que permitió que Estados Unidos, Gran Bretaña y el sur de Europa tomaran prestado por encima de sus posibilidades (1)”. Parece claro que en este juego de vasos comunicantes actual, la riqueza de unos tiene que estar soportada por la pobreza de otros, la preponderancia económica de unos se sustenta en la debilidad de los otros. Es un sistema simbiótico que no puede prescindir de una de las partes pero en los que no todos sacan ventaja.

Una de las cosas que no se entienden debidamente es la diferencia entre la economía familiar o doméstica y la economía de un país. En la primera los gastos tienen un significado claro: son salidas de la cuenta y requieren cubrirse con nuevas entradas. En el caso de la economía nacional sin embargo aunque a nivel microeconómico la situación puede ser equivalente ya que, por ejemplo, las empresas requieren balances equilibrados para su permanencia (cosa que desgraciadamente muchas veces se incumple), a nivel macroeconómico las salidas de unas unidades se convierten en entradas de otras. Así en una economía nacional, a nivel macroeconómico, cuanto mayor es el movimiento de transacciones entre las unidades mayor es el nivel de su producto interior.

¿Qué pasa cuando el nivel macroeconómico lo referimos a la economía mundial? Lo que se viene haciendo es lo mismo que se hace en las economías domésticas, por lo que la competencia por los bienes y recursos es la norma  y la regla de juego asumida. Sin embargo, el golpe mágico, el cambio de paradigma,  sería convertir  la internacionalización de la economía, no en una lucha por exportar a costa de la importación, del superávit de divisas de unos a costa del déficit de divisas de otros; sino en una economía integrada en un nivel cerrado en el que las entradas de unos sean las salidas de otros pero que todo contribuya a mejorar el nivel económico del conjunto.

En un mundo competitivo debemos ver claramente que habrá ganadores y perdedores, que las importaciones de uno son las exportaciones de otros. La lucha va dirigida a ganar una carrera en la que se tenga que ser más competitivo que otros países para poder venderles nuestra producción y ensanchar nuestra demanda. Los países necesitan buscar los objetivos que pueden llevarlos al éxito y reasignar sus recursos para conseguir una mayor productividad y especialización. “El éxito de esta reasignación, sin embargo, no está garantizado en ausencia de medidas específicas y debemos acelerarla [sin desmayo], ya que hay países emergentes que la están realizando a una velocidad mayor que la nuestra. Además, no es una opción sino una necesidad, ya que el dilema que nos plantea una economía mundial más global y la competencia de los países emergentes no es otro que exportar bienes para no tener que importar paro (2).” Es la triste realidad en un mundo en el que las máquinas y la información aceleran la productividad y el factor humano, muy abundante, cotiza a la baja. Al final como decía Eduardo Galeano en su libro venas abiertas “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder”.

¿Qué ocurriría si consideráramos a la tierra como un sólo Estado, si fuera un Estado federal en el que todos fuéramos ciudadanos con derechos, obligaciones y unas necesidades básicas y dignas cubiertas? ¿Podríamos superar la rivalidad que nos lleva a empobrecer al vecino para salir ganando nosotros? ¿Podríamos desarrollarnos de una forma sostenible y en beneficio de todos? ¿Podríamos superar las desigualdades crecientes? ¿Qué pasaría con la deuda externa? ¿Qué pasaría con los Derechos Humanos?


(1) Mason, Paul (2016:51) Postcapitalismo: Hacia un nuevo futuro. Editorial Paidós.

(2) Javier Andrés y Rafael Doménech (2015:181). En busca de la prosperidad. Deusto, noviembre 2015.

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