jueves. 28.03.2024

El efecto mariposa

Si en algún sector se puede ver claramente como el aletear del vuelo de una mariposa traslada sus efectos inmediatamente a los confines de cualquier lugar de nuestro planeta, este sector es el de la economía.

Si en algún sector se puede ver claramente como el aletear del vuelo de una mariposa traslada sus efectos inmediatamente a los confines de cualquier lugar de nuestro planeta, este sector es el de la economía. Los avances tecnológicos, la preponderancia del sistema financiero y la globalización de la economía, son virus de fácil contagio y herramientas, en algún caso, de destrucción masiva (como diría Warren Buffet) que dejan dañada a mucha gente. Si Estados Unidos inventa nuevos productos financieros que en principio dan un impulso al gasto y al apalancamiento de actores financieros, empresas y personas, inmediatamente repercuten en cualquier punto que queramos señalar en el mapamundi. Si los productos vendidos son tóxicos empiezan igualmente a manifestarse sus efectos alérgicos en otros puntos geográficos y cualquier ciudadano del mundo puede quedarse sin vivienda, entrar en una espiral de pobreza, no encontrar trabajo, quedarse sin ahorros, etc., etc., etc.

Pero no todos los puntos geográficos tienen la misma potencialidad a la hora de extender sus efectos. Sin duda Estados Unidos se puede considerar el centro neurológico de este aleteo resonante,  y alberga zonas que contienen una energía expansiva importante. Sus ondas expansivas no pueden compararse con las pequeñas detonaciones que suponen, al menos económicamente hablando, las acciones realizadas por naciones perdidas en el continente asiático, africano o americano. La resonancia de actos ejecutados en Wall Street y la Federal Reserve System (FED) son ejemplos de amplia trascendencia. Wall Street propició sin lugar a dudas la actual crisis sistémica y con los continuos bamboleos de sus cotizaciones mueve automáticamente las bolsas de los demás países, arruinando y enriqueciendo a empresas y naciones sin que, sin embargo, existan razones económicas de peso que avalen las grandes oscilaciones. La FED, por otra parte, también es un punto crítico, ha contribuido con la inundación de dólares realizada desde los inicios de la crisis 2007-2008, a que el mundo actualmente esté más dolarizado que en ninguna otra época. Los efectos de esta laxitud y fumigación monetaria se sienten claramente en todos los rincones de nuestro planeta. Las consecuencias de esta dolarización la sufriremos todos y apuntan a un nuevo ciclo de burbuja en el sistema capitalista que Wall Street y otras plazas económicas de relieve se encargarán en transmitir y acrecentar.

Pero nuestros actos nos demuestran que no aprendemos del pasado y vamos alegremente de burbuja en burbuja, acostumbrándonos a sus efectos destructores sin pestañear. “La actual crisis sistémica debería haber forzado una reforma profunda del sistema financiero internacional, sin embargo no se hizo nada…se anegó de deuda en dólares a las distintas áreas geográficas del mundo. Las empresas, bancos, particulares de fuera de los Estados Unidos han pedido prestado más de 9 billones en moneda estadounidense, frente a los 2 billones que había en el año 2000. Se trata de dólares emitidos fuera de la jurisdicción estadounidense, sin la protección del recurso de última instancia de poder emitir in extremis dólares ilimitados[1]”. Así, como se señala en un estudio del Banco Internacional de Pagos (BIS), "los cambios en los tipos de interés oficiales estadounidenses se trasladan de inmediato al coste de 5 billones de préstamos en dólares[2]”. Cualquier cambio en la política de la FED afectará, por tanto, a un montón de empresas y corporaciones y una nueva burbuja estallará con consecuencias que, viendo el volumen que alcanza el sistema financiero, cada vez serán más dañinas.

Para no ser menos, también en Europa, aunque tarde, nos hemos subido a la fiesta del dinero, iniciada por el señor Draghi [el presidente del BCE], trata de expandir el virus dando pie a nuevos apalancamientos financieros. “Los bancos centrales de los países del euro comprarán 60.000 millones de deuda cada mes, frente a los 35.000 millones que esperaba el mercado[3]”. Las bolsas que sienten la entrada de dinero fresco subirán como la espuma sin que los títulos hayan mejorado en sus fundamentales. “Las bajísimas tasas de los tipos de interés, los agentes y ahorradores irán desplazándose a activos de más riesgo como la renta variable. El aumento de la demanda de activos bursátiles hará que crezcan los múltiplos que se llegan a pagar por cada título. Así, hasta con un estancamiento de las ventas y de los beneficios empresariales, las Bolsas podrían seguir subiendo[4]”.

La facilidad de la economía para mundializarse ha quedado patente y, si cabe, ha quedado potenciada con la propagación de un virus que ha infectado al mundo político y económico, dejándonos en un estado anémico del que todavía, a pesar de los cánticos de cigarra que algunos quieren imponer, nos estamos restableciendo y del que estamos, además, pagando las consecuencias. Este virus es el sistema económico que conocemos como neoliberalismo. El neoliberalismo tiende como un todo a favorecer la separación de la economía de las realidades sociales y por tanto a la construcción, en la realidad, de un sistema económico que se conforma a su descripción en teoría pura, que es una suerte de máquina lógica que se presenta como una cadena de restricciones que regulan a los agentes económicos. En este sistema “El individualismo, la libertad y los derechos se describían como términos opuestos a la asfixiante ineptitud burocrática del aparato estatal y al opresivo poder sindical”[5]. El virus del individualismo y del apáñate como puedas está inoculado en un montón de gente que se despreocupa de las consecuencias de sus acciones con tal de producir más, vender más, ganar más, tener más y...ser menos.

Por todo ello me pregunto si podremos encontrar un virus que consiga propalar los Derechos Humanos a todos los rincones de la Tierra y que haga a las personas ser sensibles con los daños devastadores que estamos infligiendo a la naturaleza. Hay asuntos cruciales en los que nos va nuestro modo de vida y la vida misma  y, no obstante, si estos  virus existen, son renuentes a infectar a algunas personas, a expandirse en todas las direcciones ya que son continuamente cercenados por intereses más personales y menos virales, menos sociales. Así, aunque se aprueben Leyes que el sentido común avale, realmente no influyen de la misma forma que lo hacen el poder, el dinero y el fundamentalismo. Estos virus mantienen a las Leyes  que no les interesa sin efectividad, marcadamente tenues, cuando no quedan llenas de polvo y sin uso. Al fin y al cabo algunas cosas demuestran que por mucho que la mariposa aletee nadie se inmuta en ninguna parte. ¿Qué efecto tiene la muerte de hambre de un niño en África? ¿Qué efecto tiene la muerte de un pobre en el metro de cualquier ciudad esplendorosa? En verdad el efecto mariposa ha sido confirmado por la experiencia, pero como todo en la vida hay muchos niveles, hay muchos grados que marcan la diferencia con sus consecuencias.


[1] Los bancos centrales son el problema: artículo de Angel Laborda de 14-3-2015.
[2] Ibídem.
[3] Entrevista a Alex Fusté Por Miguel Moreno Mendieta. Las fiesta del dinero en el BCE. Cinco días 28-2-2015.
[4] Ibídem.
[5] Harvey, David (2007) Breve Historia del neoliberalismo. Editorial Akal.

El efecto mariposa