jueves. 28.03.2024

Lo que la resolución 1441 se llevó

ONU

La resolución 1441 de las Naciones Unidas fue emitida por el consejo de seguridad el 8 de noviembre del año 2002.En dicha declaración se instaba a Irak a cumplir resoluciones anteriores sobre el desarme en armamento químico y la renuncia a adquirir ningún tipo de arsenal de riesgo para las poblaciones. El Baradei, director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica en ese momento, organismo encargado del cumplimiento de la resolución se multiplicó en toda clase de foros y documentos oficiales para sostener que Irak estaba cumpliendo lo resuelto y que no había base para denunciar incumplimientos que justificaran la invasión del país petrolero por parte de los USA teatralizados por el trío de la Azores, con Aznar en el papel del caballero torpe sureño.

En contra de las evidencias, y saltando por encima de cualquier sistema de garantía legal, Bush ordenó la invasión de Irak y con tal acto quedó despedazado un país que todavía arrastra aquella bárbara intromisión y, peor aún, quedó hecho añicos el armazón del derecho internacional que había necesitado más de 100 años en constituirse y comenzaba a dar signos de viabilidad como mecanismo civilizatorio a nivel planetario. Descalificar la opinión y las recomendaciones del comité de seguridad amparándose en notas y fotografías falsas tomadas al vuelo en internet supuso un puyazo al orden basado en la ley y la razón que todavía hoy nos acompaña. Probablemente se necesiten tres o más generaciones para recuperar la solvencia que el derecho internacional dispuso con la aprobación de la legislación de carácter internacional y la constitución de la Corte Penal Internacional, tribunal dedicado a perseguir los delitos de guerra como expresión máxima de desprecio por el derecho, particularmente de los derechos humanos.

Probablemente se necesiten tres o más generaciones para recuperar la solvencia que el derecho internacional dispuso con la aprobación de la legislación de carácter internacional y la constitución de la Corte Penal Internacional

No quería decirlo, pero de aquellos polvos estos lodos. El desprecio, particularizado en una resolución del consejo de seguridad, se trasmitió a todo acto legal como el fuego sobre la pólvora. Si uno de los pilares legales más sofisticado creado por la humanidad podía obviarse con impunidad, entonces cualquier otro elemento de la arquitectura legal podría saltarse con idéntico nivel de impunidad. Y no solo a nivel del derecho internacional, sino en cualquier situación en la que el  derecho haya ocupado el papel del arbitrio y la racionalidad. Trump desmantela tratados elaborados por su país, da alas a la temeridad de Netanyahu y cubre las espaldas del cruel y vengativo Bin Salman frente a la comunidad internacional. Si hoy Boris Johnson puede torear principios legales parlamentarios es porque ayer alguien le enseñó que en materia de legalidad, cuando dispones del poder suficiente, solo hay un principio sagrado: hazlo si te favorece y punto. 

Ya veremos qué ocurre, si es que ocurre, en las próximas elecciones del año que viene en EE.UU (no soy el único que duda que vayan a celebrarse, seguid a Bill Mahler), pero el ninguneo a los actos de base legal campan por doquier y siempre en la misma dirección. El sabotaje y la intromisión de Putin en procesos electorales en todo el Occidente es amplio. El gobernador de Pensilvania denuncia la manipulación de las máquinas electrónicas de voto que siempre apuntan al candidato republicano y opta por volver a las papeletas de papel. Suma y sigue.

Aquí ha cuajado rápidamente la lección, la prescripción de delitos se ha convertido en el mejor abogado defensor de quienes no tienen otra defensa (Camps, Villar Mir, etc), retorcer los actos juzgados hasta hacerlos parecer lo que no son, un divertimento (infanta, Cástor, etc), que personas se hallen encarceladas por manifestar y exigir de forma pacífica sus reivindicaciones (políticos presos políticos) mientras auténticos bandoleros se encuentren en libertad o en proceso de negociación de las condiciones de arresto (Villarejo, FG, otros Ibex, etc), son ejemplos de lo que digo. El derecho y la razón subsumida en él, ha dejado de tener utilidad social para los poderosos, les viene mejor la eventualidad transmutable en necesidad indiscutible afinada por los medios adeptos y por ciertas fiscalías (verbigracia Fdz Díaz), razón de estado, o alarma social cuando es necesario el contrataque (caso titiriteros). El imperio de la ley se ha transformado en la ley del imperio.

Y urge recuperar el imperio de la ley, pero no se trata de lanzar volquetes de policías, si no de fortalecer los principios del derecho, su base moral y proyectarla sobre una nueva forma de ejercerla, esto es desde un edificio de practicantes y tribunales exentos de influencias y con la capacidad ejecutiva suficiente como para desligarse del motín histórico de la derecha que mantiene a la ley como mero estamento acreditativo del vigor del poder. 

De no ser así, a dios pongo por testigo que no volveré a colaborar en actos impúdicos y que reclamaré la desobediencia como única forma de vida honrada.

Lo que la resolución 1441 se llevó