viernes. 29.03.2024

Políticas Activas de Empleo: No es la demanda, es el demandante

Desde el 2011, el gobierno español ha ido limitando los recursos implicados en la ejecución de PAE.

Sea cual sea el trato que se le dé a la reforma laboral, y ojalá que sea uno radical, lo cierto es que quien asuma las responsabilidades del futuro gobierno va a tener que posicionarse de una manera tajante en lo concerniente al mercado de trabajo. Un nivel de paro superior al 23% que ya se ha convertido en estructural, por tanto un elemento estable del modelo económico, es inaceptable socialmente, pues además de generar dolor, frustración, desencanto y desesperación, es fuente de inestabilidad que provoca un desequilibrio punzante y una continua exigencia de reparación que coacciona cualquier línea de avance. Lastra toda iniciativa porque supone partir con un menos 23 en potencial económico.

Por ello, la respuesta que España encuentra en Bruselas cuando exige un mejor trato en la fiscalización de sus déficits o la revisión de sus cuentas y planes sea siempre la misma: Aborden la cuestión del desempleo con mayor rigor. Pongan en marcha medidas efectivas destinadas a combatir el paro. Apliquen Políticas Activas de Empleo (PAE desde ahora).      

Desde el 2011, el gobierno español ha ido limitando los recursos implicados en la ejecución de PAE. Una caída que supone  más del 30 % en cuatro años, algo que choca en un país que tiene a la cuarta parte de su población activa mano sobre mano. Sorprende aún más cuando analizamos la conducta de los países nórdicos que con menos tasa de paro han ido incrementando sus recursos en el combate al desempleo hasta haberse producido un desfase entre el esfuerzo realizado en España y el de los países del norte que cuadruplican nuestra apuesta.

Con todo ello, el error más dañino que habrán de corregir las propuestas de intervención en el mercado de trabajo es la torpe y malintencionada orientación que se le ha dado a las políticas de empleo. Históricamente concebidas con sesgos mercantiles y no sociales, las PAE en el cuatrienio del PP se han centrado aún más en la demanda de empleo (de ahí su obsesión por la reforma laboral y por las modalidades de contratación y su extinción)  y no en torno al verdadero objeto de dichas políticas, el demandante, el trabajador, la persona. De modo que podríamos aconsejar  a los futuros gobernantes que en su actividad en PAE traten de minimizar su orientación a la demanda y concentrarse en el demandante. Algo que no solo es más digno en términos humanos, sino más útil en el plano económico, pues el recurso al formulismo oficiado en el tratamiento a la demanda ciega el potencial enriquecedor que la particularidad de los individuos pueden aportar al mecano económico agregado. Cuando tienes un martillo en la mano, solo ves clavos. Nuestro modelo económico y nuestras carencias en materia de empleo requieren algo más que remachar cabezas. Porque es inmoral y porque es ineficiente, nuestro modelo de inserción en el empleo debe variar de su orientación de sistema de gestión hacia un modelo de promoción. La gestión de la demanda nos sitúa en un escenario reductivo de depuración de casos (tú sí, tú no). La promoción de las personas nos introduce en un territorio propositivo de amplio sentido social y económico.

Ahora bien, este modelo orientado al demandante y no a la demanda exige tomarse muy en serio la cuestión, pero más de cuatro millones son muchas razones para hacerlo. Tesón, compromiso y confianza son  cualidades indispensables, pero además necesitaremos:

1.- Desengancharnos de las fórmulas prescritas en el tratamiento del desempleo que nos lleva a reproducir errores y nos impide explotar las oportunidades reales.

2.- Leer correctamente los movimientos de los mercados, alejarse de la interpretación finalista de la producción medida en ganancias dinerarias y ver los espacios en los que distintas personas con distintas habilidades y expectativas pueden aportar valor.

3.- Tener una presencia notoria en los contextos en los que se genera la actividad socioeconómica no en una fría y alejada oficina administrativa.

4.- Desarrollar una actividad plural en distintos contextos de producción. Una presencia muy conectada con lo cotidiano pero interconectada con las realidades de otro nivel (incluso global). Se requiere una actividad en red, pero no en redes horizontales de tipo sectorial, sino redes volumétricas ligadas a territorios donde la agencia es un nodo de conexión y contraste de experiencias.

En fin, que la puesta en marcha de Políticas Activas de Empleo exige coraje, imaginación y experiencia, y me consta que de todo ello tenemos, ahora hay que disponerlo mirando a las personas, convirtiéndose en su socio, no en su fiscal. Ha pasado el tiempo de la demanda, concentrémonos en los demandantes.            

Políticas Activas de Empleo: No es la demanda, es el demandante