sábado. 20.04.2024

Monarquía zombi

Ya sabéis, zombi, ese ser que está muerto pero no lo sabe o no se da por enterado. Personaje muy adecuado para determinado tipo de cine o de juego de consola, y ahora de extraordinaria actualidad porque se asocia la condición de zombi al uso de los fondos europeos de recuperación, que el primer día de Octubre han entrado en proceso de revisión. Tranquilos que no van a venir hombres de negro hechos jirones y abscesos purulentos a comernos los higadillos, pero una parte del revisado de la estructura de aplicación de los fondos tiene que ver con la cosa zombi, mejor dicho antizombi.

Me explico. Entre los gestores y planificadores de la ayudas existe una honda preocupación por la deriva de fondos para el sostenimiento de empresas,  negocios y hasta de puestos de trabajo de tipo zombi, es decir unidades carentes de pulsión vital. Arguyen la existencia de bolsas de actividad económica desajustadas e inviables que han ido arrastrando su existencia gracias a las deudas y el apoyo de terceros (los estados nacionales y regionales) que no deben continuar, pues esas unidades zombi viven a costa de consumir enormes cantidades de recursos que no pueden reponer pues su tiempo ya ha pasado, su base de negocio se disuelve aunque quedan enmascaradas bajo perfiles varios como la importancia para una cierta región (caso del carbón en el Asturias o en el Rhuhr), sectorial (turismo masivo en España), o fijación de puestos de trabajo (Amazon en NY y aquí en Europa). Menos ellos mismos, todo el mundo sabe que el carbón ha muerto, el turismo masivo no es viable, y que Amazon no crea puestos de trabajo si no que esclaviza a personas vulnerables. 

Si, la condición de zombi preocupa mucho a los diseñadores del programa de recuperación europeo. Y es lógico, si haces las cosas al revés, si aplicas los fondos en sitios inadecuados o incorrectos, en lugar de calzar la economía para lanzarla al futuro, lo que haces es cavar hacia abajo, ahondar el pozo en que ya se estaba y que la pandemia ha venido a disimular. A la economía herida de muerte ni agua vienen a decir, ello no haría sino prolongar una muerte que ya ha sido anunciada.

Algo similar ocurre con la monarquía, ya ha muerto aunque lo disimule bajo un vigor esponjoso que solo deja huella en el ABC y medios afines. Su existencia crea más problemas de los que resuelve. Tratar de defenderla al estilo PP y Vox no hace sino prolongar su extinción definitiva y exponerse a ser devorados por ella misma en su torpe intento de volver a la vida. Recordad que los zombis comen humano no por mala leche, sino por añoranza del pasado, de lo que fue el estar vivo.

Por qué los ultras hacen esa defensa acérrima de la monarquía es algo que merece la pena ser revisado en el contexto de la historia. Hay algo de porque sí en la derecha española, después de todo existen cientos de formas de resultar tradicionalista y conservador sin hacer defensa de una formula de estado sobrepasada. Se puede ser un perfecto mercantilista neoliberal sin asumir compromiso alguno con el poder heredado o la aceptación de los símbolos por encima de las cuentas. De modo que la actitud protectora de la ultraderecha debe provenir de otro registro.

Y yo lo encuentro en la postura de los optimates del senado romano, quienes en busca de preeminencia política (dado que se consideraban los mejores) utilizaron las asambleas populares republicanas hasta conseguir deshacerlas, pavimentando el camino para la primera dictadura de Sila que acabaría con el sueño romano de relevar a Atenas en la defensa de la democracia y de las cosas públicas. La Roma antigua había apostado por la república para transformar la forma aristocrática de conducir un estado en el que la presencia de  las casas nobles resultaba innecesaria. Ni siquiera su participación como hombres a caballo en la batalla resultaba decisiva, pues la infantería popular demostró ser más eficaz en el combate. La pérdida de protagonismo de esta aristocracia rural les llevó a reclamar el regreso de un pasado tan mítico como incongruente con su porvenir. Acabaron con la republica de inspiración ateniense para caer en la dominación infinita de dictadores, triunviros y emperadores que les despreciaron y les expoliaron.

Allá ellos y acá éstos, ambos tienen en común la defensa de un ser melifluo, exangüe, siempre listo para coger de la mano que sea un trocito de pan en Cataluña o en el CGPJ. La ultraderecha parece verse en la obligación de defender la existencia de un ser dispuesto a renunciar a la herencia material de su padre, pero no la simbólica, y un ser así es alguien que con toda seguridad va a acabar vagando por la noche a la búsqueda de alimentos materiales  con los que adornar su exquisita majestad.  

Pero estamos advertidos desde la Europa antizombi, lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. La monarquía es un anacronismo estamentalista, un zombi aristocrático que se resiste a su obsolescencia, y por tanto no cabe invertir más en ella pues es un lastre para la reconstrucción de un país homologable en una Europa igualitaria, rica, diversa y honesta.

Monarquía zombi