viernes. 29.03.2024

Bizantinismo en Europa

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Descalificamos como discusiones bizantinas aquellas que disimuladas como sesudas  reflexiones no son sino disquisiciones inútiles o propuestas infantiles exentas de realismo. Se produjeron originalmente en Bizancio y más tarde en Constantinopla, cuyos jerarcas discutían apasionadamente sobre el sexo de los ángeles cuando se hallaban sitiados por las tropas otomanas que, lógicamente, acabaron tomado la ciudad. La diatriba sobre si los ángeles tenían sexo y de cómo y cuándo lo usaran ha llegado a nuestros días alimentando tertulias y entretenimientos intelectuales en los que incluso ha intervenido Benedetti, magistralmente hay que decir. Pero en general su existencia está relacionada con la distracción absurda y el desenfoque de la realidad que de verdad nos afecta. Elucubrar sobre el sexo de los ángeles es la máxima expresión del bizantinismo, del ocuparse de cosas sin importancia adornadas con justificaciones inverosímiles, envueltas en un lenguaje barroco que esconde la vaciedad del discurso y la estupidez de sus promotores.

En esas estamos en Europa. Mientras el mundo deja de ser lo que ha sido en los últimos siglos y abandona el eurocentrismo, el viejo continente se pierde en discusiones bizantinas que cada día la alejan más de la realidad y la acercan a las sombras de la superstición. Europa ha tardado más de un año en acordar un paquete de medidas económicas para ayudar a salir del atolladero que la Covid se ha empeñado en resaltar, porque ya estábamos metidos hasta el cuello en el sumidero de la inoperancia, y puede que necesitemos un lustro añadido para hacer ejecutivas las medidas adoptadas. Como si el mundo fuera a esperarnos.   

Se han fijado objetivos finalistas para la aplicación de recursos provenientes del fondo para la recuperación de la UE, a saber: 1- cambio climático y sostenibilidad futura, 2- digitalización de la economía y apoyo al empleo, 3-recuperación de redes asistenciales sanitarias. Estos son los  elementos novedosos; en el terreno de lo habitual, se aportan recursos para seguir avanzado en cohesión y refuerzo de políticas relativas a la relación de la UE con el exterior, y aquí entra políticas migratorias, capacidades militares y diplomacia. Le sigue una especie de calderilla de relevancia decreciente que no vamos a mencionar aquí porque necesitamos el espacio para vociferar que el plan de recuperación tiene mucho de bizantinismo porque sus redactores y negociadores se han esforzado enormemente en marear la perdiz sobre cómo y con qué energía abordar el porvenir en el continente anteriormente conocido por su amor por la ilustración y su determinación por hacerla realidad, cayeran las cabezas reales que tuvieran que caer. Europa parecía interesada en avizorar el futuro y ayudar a construirlo. En la actualidad, Europa parece más interesada en diatribas de salón, en la distinción de  mantener una animada charla sin compromiso de acción ninguno. 

Mientras Europa flipa con su futuro, China y sus asociados asiáticos han aprovechado el periodo de pandemia y las dificultades que comporta para transformar a fondo su modelo económico, con una apuesta irrenunciable por la digitalización que propende a la sostenibilidad

Es una especie de bizantinismo moderno, llevar el debate sobre el New Green Deal hasta la extenuación sin avanzar decididamente en ningún programa digno de mención, antes al contrario pues se sigue apostando por los fósiles rusos. Proclamar insistentemente que el futuro está en la digitalización de la economía y ser incapaz de proveer servicios útiles concebidos y servidos por tecnologías digitales. Soñar con recuperar el liderazgo en materia sanitaria y no disponer de una red estable de intercambio de información, conocimientos y avances de ciencia sanitaria. Estar más cerca de aquellos que promueven la construcción de hospitales privatizables que de aquellos que plantean servicios médicos descentralizados y suministrados urbi et orbe mediante tecnologías digitales.

Respecto del empleo, el bizantinismo llega a lo supremo. La estrategia de empleo habla de  ficciones verosímiles incluso en el siglo XXIII, pero se invierte en rescatar el empleo actual y llorar por recuperar el empleo que se fue a Asia. Hay que ser torpe para creer que lo que afecta al empleo es una cuestión de radicación y no darse cuenta de que si el empleo se fue a Asia no fue por las ventajas sociales y la diferencia salarial. Aunque ello fuese connivente, el empleo se fue a Asia porque allí hay una estrategia regional que apunta a un objetivo claro: sacar de la hambruna a millones de personas. Con salarios competitivos y con inversión en ciencia y en tecnología orientado a ese fin. Estado, mercado, universidad, empresa y relaciones con el exterior se alinean con esta su propuesta histórica. La recuperación del ruta de la seda inscrita en su Belt and Road Iniative es la expresión fáctica de una aspiración.

Mientras Europa flipa con su futuro, China y sus asociados asiáticos han aprovechado el periodo de pandemia y las dificultades que comporta para transformar a fondo su modelo económico, con una apuesta irrenunciable por la digitalización que propende a la sostenibilidad. Ha sido capaz de transformar la mayor parte de sus servicios públicos y privados orientándolos a la provisión mediante tecnologías digitales y ha creado en este año 191 [i] millones de puestos de trabajo asociados a la digitalización.

Y aquí hablando del sexo de los ángeles o de cualquier otra capullada.


[i] Digital economy a new growth engine

Bizantinismo en Europa