jueves. 28.03.2024

¡Arráncalo por dios, Carlos, arráncalo!

El establish ligado a un gobierno al servicio de los intereses de las corporaciones del Ibex ve que la tierra se mueve bajo sus pies, que sus opciones se reducen.

Observo atento la andanada con que el mix de poderes políticos, policiales, mediáticos, económicos  y a última hora también los judiciales lanzan contra su destino, en un intento desesperado por cambiar una realidad que les resulta muy incómoda. El establish ligado a un gobierno al servicio de los intereses de las corporaciones del Ibex ve que la tierra se mueve bajo sus pies, que sus opciones se reducen, las posibilidades de mantenerse en situación de privilegio se agotan, todo arde alrededor. Han gripado el motor en el peor de los momentos, justo cuando ya veían que la meta de su impunidad estaba ahí, garantizada y para siempre. Con el país controlado por mayoría  absoluta y sin presión externa por ser el alumno aventajado de la práctica del hara kiri alemán. El partido popular y su cohorte de cuadros corruptos asociados a toda clase de comisionistas, arribistas y defraudadores, súbitamente y de manera incompresible para sí mismos se han atascado, el boogie se ha clavado en la arena del desierto. La cosa no va. Alguien les va a adelantar y va llenarles la cara de polvo y barro. Y esto no gusta pues de sobra saben que los poderosos no comparten mesa con sucios zarrapastrosos.   

Por esa razón, por poder mantenerse próximos al poder real, tan cerca que incluso creen formar parte de él, el pánico les embarga, les sitúa próximos a la desesperación, se agitan, imprecan y acuden a invocaciones de todo tipo ¡Que alguien nos saque de aquí, que alguien nos despierte, que nos diga que todo esto no es sino una broma! Esto no puede ser cierto, se oye en coches oficiales, en despachos de asesores y en consejos de redacción,  no puede estar pasándonos a nosotros.  Me recuerdan a Luis Moya el copiloto de Carlos Sainz que le pedía a éste y al mismísimo cielo que hiciera lo imposible ¡Arráncalo Carlos, por dios, arráncalo!

Y he aquí que viene dios tratando de ayudar en forma de director general de la policía esparciendo dudas, promoviendo dosieres y achuchando a unidades secretas de la UDEF contra quienes representan las mayores posibilidades de cambio. Y con él vienen sus arcángeles mediáticos exhibiendo mandamientos que exhortan a demostrar que se es inocente  a pesar de esas pintas de macarras libertinos que se morrean en el congreso. Los arcángeles soplan sus clarines para que los apóstoles de la austeridad refuercen el pavor y proclamen a los cuatro vientos que la inestabilidad subsiguiente va a provocar la ira de dios y nos condenará a la irrelevancia económica para siempre jamás, ahora que estamos tan agustito.

Pero como la cosa parece que no arredra, que cada día crece el optimismo en unas filas y la sensación de derrota con hostia en la otra, el gran manipulador decide jugársela al todo por el todo y ya, sin careta, implica a los poderes institucionales directamente, jueces, fiscales, banco de España, la inspección de hacienda y lo que haga falta, pero por dios Carlos, arráncalo. Si hace falta destapamos algún que otro trapicheo, no es necesario poner en jaque todo el sistema pero que parezca que la cosa va en serio, que hacienda somos todos y que la ley es igual para todos y que… por el monte las sardinas.

La cosa se pone tan preocupante que deciden enviar emisarios con bandera blanca, que no es que se rindan pero quieren tantear las posibilidades de establecer relaciones de buen rollo, por si acaso. Nos hemos pasado cuatro pueblos con la austeridad dice el emisario. Qué pena que los centenares de personas que ha optado por el suicidio ante la inmisericordia de los perros de la banca no puedan ya aceptar el tema con otro talante.

Es tal la preocupación de los promotores del rally que hasta creo que están dispuestos a realizar algún que otro sacrificio. El gran hacedor dice que el problema no es la desigualdad, ni la injerencia en los asuntos públicos, ni la corrosión y perversión de los servicios que presta el estado mediante la corrupción y la aceleración de las puertas giratorias, sino que ha sido una especie de gigantismo que ha degenerado en una burbuja que ha complicado la gestión honesta de los intereses del estado que tan noblemente han tratado de cubrir con sus empresas, radicadas en paraísos fiscales.  Gallardón tiembla que llevas muchas papeletas para acabar en el altar sacrificial.

Si deconstruyes las encuestas para rebajar lo sobrecocinado, si estimas las tendencias como estructuras de plausibilidad, y miras dentro, lo que se ve es algo que a mí me trae a la mente una imagen, la de todos los ganapanes vestidos de azul, exhortando al unísono con la voz agitada de Luis Moya que arranque a su hierático piloto ¿Carlos Sainz? No, otro mucho más hierático.

El cambio está aquí.

¡Arráncalo por dios, Carlos, arráncalo!