sábado. 20.04.2024

Referéndum reaccionario

Aunque sea un clásico, “la clase trabajadora no tiene patria”, por lo tanto cualquier opción independentista no deja de ser una opción reaccionaria

Según Miquel Iceta (secretario general del PSC), algunos de sus alcaldes fueron insultados (por parte, se entiende, de valientes defensores de la independencia catalana) con los “ejemplares epítetos” de “charnegos de mierda y muertos de hambre”. Si alguna duda tenía acerca de la inconveniencia de apoyar el referéndum, inventado por el gobierno catalán, creo que ahora no tengo ninguna, si bien creo conveniente aclararlo.

En el contexto del debate cansino (y mortecino) que nos invade desde hace ya varios meses, no quiero entrar ni en las diatribas a que nos tienen acostumbrados las partes en conflicto (sobre todo por parte de la supremacía soberanista catalana), ni en la “facultad” de Rajoy para “alimentar” independentistas,  ni reiterar los argumentos jurídicos o políticos acerca de la inconveniencia aberrante de llevar a cabo el referendum, tan sólo me quedo con las argumentaciones políticas expuestas por Joan Coscubiela (y no tenidas en cuenta, incluso con algún improperio por parte del payaso mayor del reino catalán), en el transcurso del debate del pasado miércoles 6 de abril y con las argumentaciones jurídicas, entre otros, de Jueces por la Democracia.

Lo que realmente me interesaría reseñar es que los árboles de la corrupción (del PP, pero también de Convergencia con el famoso 3%) y de las políticas antisociales contra los trabajadores (en todo el Estado español, no lo olvidemos, incluso en la Cataluña del PdCAT y de Esquerra), no nos impida ver el bosque de un proyecto cuyo entramado parte de una lucha intestina entre élites (en la jerga de PODEMOS, casta), tanto social como económica, que quieren controlar un territorio rico, poderoso fiscalmente y económicamente rentable. De ahí que esas acusaciones de “charnegos de mierda” y “muertos de hambre”, van dirigidos precisamente hacia aquellos que consideran colonizan o colonizaron su finca particular, sin darse cuenta que los trabajadores y las capas más humildes de la sociedad son las que hicieron de Cataluña lo que hoy es.

Pues yo creo, y perdón por la petulancia, que éso los partidos de izquierda no lo entienden o no lo quieren entender porque sino no se puede comprender la “empanada mental” en la que se encuentran en los momentos actuales, con una opción distinta respecto a la independencia y al referendum, no ya de cada partido político sino casi de cada militante y así nos irá en el futuro.

¿Porqué las opciones más “españolistas” y los territorios que se niegan al referendum o descartan cualquier opción independentista se encuentran en los municipios de mayor implantación inmigrante y obrera y dentro de éstos en los barrios más marginados? Por razones familiares he permanecido alguna temporada en barrios como El Carmel, Verdú y La Pau y no veo a sus vecinos, gente trabajadora y pensionistas, clamando por una independencia identitaria que, aún con sus grandes gestos y campañas movilizadoras sigo considerando minoritarios.

No puedo entender a la nueva izquierda y algunos de la vieja izquierda haciéndoles el juego a una burguesía que ha perdido el norte, tras perder el tren de la foralidad que, en el fondo, es a lo que siempre aspiraron, bajo la malsana envidia de lo obtenido, de forma injusta también, desde mi punto de vista, por los vascos.

Con la que está cayendo en la “vieja Europa” a cualquier militante de izquierdas, medianamente sensato, le puede producir “repelús” nuevas fronteras que, sí o sí, le alejaría del club (UE) al que no en tiempos tan lejanos era una aspiración soñada y que, hoy por hoy, al menos en mi caso, estimo necesario no solamente participar sino ampliar y mejorar. Aunque sea un clásico, “la clase trabajadora no tiene patria”, por lo tanto cualquier opción independentista no deja de ser una opción reaccionaria.

Pero lo peor de todo es que, en el fondo y como siempre, serán los contribuyentes españoles (incluyendo, obviamente, a los catalanes) sobre quienes vaya a recaer el peso de los costes sociales, políticos y económicos de este terrible “desaguisado”, puesto que los costes directos e indirectos del referendum recaerán sobre los bolsillos del conjunto de ciudadanos (y ya se sabe más sobre unos que sobre otros), los ajustes laborales y sociales perdurarán y, lo que es peor, el Partido Popular seguirá siendo el adalid de la democracia, las libertades y el progreso social de España. No nos espera, desgraciadamente, otra.

Referéndum reaccionario