sábado. 20.04.2024

La bandera más larga

Madrid parece haber retornado a las navidades nacional católicas de antaño.
belen madrid
Inauguración del Belén municipal

75 metros cuadrados. Más grande que la planta de mi casa. Izar una bandera de 75 metros cuadrados de tela rojigualda es la forma que tuvo el Partido Popular de expresar la “moderación” que vendió Casado en aquella tribuna del Congreso de los Diputados, durante la moción de Abascal, para diferenciarse un poco de los fascistas de Vox. Sin duda es esa “moderación” y “sensatez” la que hace grande a este partido. 

Y no descansan. Las grandes banderas han venido acompañadas de millones de bombillas rojigualdas y de profusión de belenes en espacios públicos, dentro de un Madrid que parece haber retornado a las navidades nacional católicas de antaño. Pasearse por las avenidas del centro de la capital produce una extraña sensación de distopía. Un paisaje abanderado rojigualdo de exaltación patriótica de pandereta como de los años cuarenta, con recursos tecnológicos y despilfarro del siglo XXI. Muy heavy todo.

El alcalde Almeida quiere distraer con banderas y bombillas el hambre y la necesidad de miles de familias en la ciudad más desigual de España.

Las colas del hambre que surgieron como setas durante el confinamiento de marzo pasado a causa de la pandemia en casi todos los barrios de la ciudad de Madrid, no han cesado. Las redes vecinales de cuidados continúan proveyendo a miles de ciudadanas de cestas de alimentos, en una situación extrema que no les corresponde atender.

¿Dónde están los servicios sociales del Ayuntamiento de Madrid? ¿Dónde están las ayudas necesarias para que todas las familias madrileñas coman? La alimentación es un derecho humano básico.

El alcalde Almeida y su comparsa, la ciudadana Villacis anunciaron, a bombo y platillo en tres ocasiones, una tarjeta monedero aprobada en los Pactos de la Villa tras una iniciativa de la FRAVM que recogió Más Madrid, firmados por todos los grupos políticos –incluidos PSOE y MM-, que va desde los 125 a los 630 euros para ayudar a las familias necesitadas en emergencia alimentaria. Se presupuestaron 27 millones de euros. Con los datos que proporciona el propio Ayuntamiento, a fecha 30 de noviembre solo se ha concedido esta ayuda a 340 familias, de las 32.186 que la solicitaron, distribuidas en 11 distritos de Madrid. En el resto de los 21 distritos, no hay ni una concesión (El País, 18 diciembre 2020). No llegan ni al 2% de las solicitudes presentadas.

Las asociaciones vecinales y las redes de cuidados ya están exhaustas. No pueden más. En marzo salieron las gentes de bien de esta ciudad solidaria, que es Madrid, a ayudar a sus vecinas, como cuando hay un terremoto y las gentes salen a retirar las piedras para salvar vidas. Así se organizaron las redes de cuidados en la emergencia. Ahora ya han pasado nueve meses. Esta corporación no tiene excusas, debe actuar ya, es su competencia y su responsabilidad. No se puede suplir con caridad lo que significa cubrir un derecho humano que está amparado en las estructuras legales de las Administraciones Públicas. Es obligación de este Ayuntamiento arremangarse y ofrecer una alternativa alimentaria suficiente y digna a todas las familias de Madrid en estado de vulnerabilidad. ¿En qué están invirtiendo Almeida, Villacís y sus socios de Vox los dineros que les correspondieron del fondo Covid?

En estos días se están negociando los presupuestos para la ciudad, la ultraderecha de Vox exige a Almeida un nuevo tributo en la más pura línea nacional católica de luctuoso pasado para su aprobación. Exigen retirar los fondos sociales para repartirlo en exclusiva con entidades de carácter religioso.

En este suma y sigue del despropósito y de la falta de atención real a los problemas de las personas en Madrid, las gentes con necesidad tendrán que conformarse con mirar cómo las figuritas de los belenes asan un cordero de madera, mientras son iluminadas por las miles de bombillas rojigualdas que “decoran” la ciudad.

Es lo que hay cuando la propaganda nacional católica vuelve a envolver la capital de España en ese ambiente patriotero e inútil, que evoca una época que nunca debemos permitir que retorne.

Hay que continuar exigiendo reparto de la riqueza, recursos sociales y ayuda a las familias vulnerables. Ni caridad, ni propaganda, derechos para terminar con la desigualdad y la pobreza que hiere el cuerpo social de Madrid.

La bandera más larga tiene hoy los colores de las colas del hambre en Madrid, este Ayuntamiento no quiere mirarla. Solo le interesan las telas patrioteras, no el estado de necesidad de muchas de sus vecinas y vecinos.

Carmen Barrios Corredera, escritora y fotoperiodista.

La bandera más larga