viernes. 29.03.2024

Móstoles, zona cero

noelia posse
Noelia Posse, alcaldesa de Móstoles.

La mayor enemiga de la nueva forma de entender la política, lo he dicho en múltiples artículos, es la credibilidad. Hay dos aspectos que marcarán el futuro de la política, la regeneración y, apoyándose en ésta, la credibilidad.

Ver a políticos –del signo que sea- más de dos legislaturas en un mismo puesto, es abominable para la ciudadanía que busca ejemplos de su propia vida en la vida de los y las políticas. Los partidos políticos que no entiendan esto –en el mío, cuesta avanzar en este sentido- irán pasando a mejor vida. Pero no sólo hay que regenerar, sino que hay que llegar con credibilidad, pues en el mismo sentido que se asienta la búsqueda de la ciudadanía en un semejante, está la credibilidad para poder ejercer liderazgo. ¿Cómo ejercer un cierto liderazgo, si jamás has trabajado en nada que te permita llegar con un bagaje a la tarea política?, son preguntas que la ciudadanía nos hacemos de forma constante.

Credibilidad y regeneración están unidas, y cuando esto no se da, porque todo proceso conlleva una transición interna –como ocurrió en el PSOE de Madrid-, lo que debe haber es acción política, decisión y capacidad de enfrentar los temas sin mirar hacia los lados. Lo contrario, es lo que podemos denominar “desidia política” que no es otra cosa, que hacer lo que hasta ahora se había hecho, por mor de la continuidad (continuidad que siguen aquellos que llevan toda la vida haciendo lo mismo, por tanto, son –o somos- incapaces de cambiar o de leer lo que está ocurriendo, precisamente, por esta inercia aplastante del “sueldo” (hoy en día se le denomina espacio de confort).

En efecto, de aquí al 10 de noviembre habrá quien no se atreva a dar ningún paso en ningún sentido, que no sea el que marquen los jefes en las próximas elecciones, ya que moverte ahora, puede (sólo la idea espanta al más pintado) suponer que no cuenten contigo; o sea, que te quedes sin el salario maravilloso que supone tener asegurado tu sustento los próximos 4 años.

Y he aquí el problema de Móstoles, que surge justo en este período de repetición electoral. Desde mi punto de vista, asistimos a la desidia más absoluta en política, que –aviso a navegantes- puede llevarse por delante a muchos y muchas buenos cuadros –que trabajan de forma prudente y correcta- como cargos de confianza y que ahora también están en el ojo del huracán.

La alcaldesa de Móstoles ha de dimitir de manera inmediata y que el partido se haga con el control de la situación y que la izquierda en la ciudad recupere el crédito que se va perdiendo día sí, día también

Lo de Móstoles, no tiene sentido –se mire por donde se mire-. La Alcaldesa ha de dimitir de manera inmediata y que el partido se haga con el control de la situación y que la izquierda en la ciudad –mayoritaria- recupere el crédito que se va perdiendo día sí, día también.

La desidia en su cese es de tal calibre, que ahora ya en prensa se pide la cabeza del personal de confianza de todos los pueblos y ciudades de la Comunidad de Madrid, allí donde gobierna el PSOE; y la verdad, esto no es normal.

La derecha está feliz –tapan la vergüenza de tener a Enrique López, nada más y nada menos que como Consejero de Justicia- a asesores en diferentes áreas imputados en la Gürtel, Púnica o Lezo..., y todo esto ocurre con el foco mediático de Móstoles de fondo.

Cuando se comete un error tan grave, uno se debe ir a su casa –no pasa nada- los ciudadanos cuando estamos en un trabajo y cometemos un error de calibre, que afecta a la reputación de nuestra empresa –por citar un ejemplo- nos mandan a casita…y a buscarnos la vida. Es así y así deberíamos entender la política.

Quien tiene la responsabilidad de pedir a nuestra alcaldesa que coja sus cosas y se vaya a casa, ha de tener el valor político de ganarse el liderazgo que exige esta casa. Si está esperando a que le autoricen a mover pieza –para asegurarse el sueldo en las próximas elecciones- ya es historia. El futuro en la política se escribe con dos términos claros, regeneración y credibilidad.

Móstoles, zona cero